‘A Different Man’: estimulante vuelta de tuerca al mito del hombre elefante

Sebastian Stan encarna a un aspirante a actor con neurofibromatosis a quien se le descarrila la vida al curarse por una droga experimental

Renate Reinsve y Sebastian Stan, en 'A Different Man'.

Cuando Tod Browning se propuso hacer La parada de los monstruos (1932), película ambientada en un circo y protagonizada por seres con distintas deformidades físicas, decidió utilizar como intérpretes a hombres y mujeres con malformaciones verdaderas y no a actores y actrices profesionales con maquillajes. El resultado fue doble: por un lado, una obra maestra sobre la compasión; por otro, la repulsa, incluso la cólera, de la inmensa mayoría del público, de la crítica y de la industri...

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Cuando Tod Browning se propuso hacer La parada de los monstruos (1932), película ambientada en un circo y protagonizada por seres con distintas deformidades físicas, decidió utilizar como intérpretes a hombres y mujeres con malformaciones verdaderas y no a actores y actrices profesionales con maquillajes. El resultado fue doble: por un lado, una obra maestra sobre la compasión; por otro, la repulsa, incluso la cólera, de la inmensa mayoría del público, de la crítica y de la industria de aquellos días, la retirada de cartel tras un estreno limitado y su prohibición en diversos países durante más de treinta años. Desde entonces, Browning apenas levantó cabeza.

Con A Different Man, Aaron Schimberg, su atrevido director y guionista, reflexiona sobre el sentido que llevó a Browning a aquella decisión en una obra que se mueve entre el drama existencial, la comedia negra, la ciencia ficción y el absurdo, en la que el interior de la historia y el exterior de la producción conforman continuos hilos conductores morales, profesionales y artísticos. Una película con incesantes variantes, giros, revueltas y hasta esquinazos, que durante buena parte de su relato resulta estimulante gracias a su ímpetu, a sus dilemas y a su bonita extrañeza, pero que en su trecho final se resquebraja demasiado porque da la impresión de que, o no sabe cómo colocar la última carta de su excéntrico castillo de naipes, o lo finalmente compuesto carece del hechizo de lo anterior.

Sebastian Stan, Renate Reinsve y Adam Pearson, en 'A Different Man'.

La fantasía y la ciencia (ficción), el teatro y la vida, siempre a través del concepto de la máscara y en tono de sátira sobre la identidad y la soledad, se funden en A Different Man, protagonizada por un aspirante a actor con neurofibromatosis (interpretado por Sebastian Stan, nominado al Oscar por hacer de Donald Trump en The Apprentice, pero que bien podría haber sido candidato por esta), que queda extasiado por una vecina encantadora, y dramaturga de profesión. Con el cuerpo y el rostro lleno de tumores en el sistema nervioso (la enfermedad de John Merrick, el hombre elefante de la película de David Lynch), el personaje de Schimberg lleva una vida razonablemente satisfecha pese a su desamparo. Pero, paradójicamente, queda maltrecho cuando una droga experimental lo cura por completo y pasa de bestia a bello. Que, en la segunda parte del relato, cuando la vecina directora de teatro monta una obra sobre su relación, intervenga un segundo hombre con neurofibromatosis, y esta vez lo interprete el actor británico Adam Pearson, con la misma enfermedad en la vida real y por tanto sin el maquillaje que lleva Stan en la primera mitad, multiplica las cuestiones morales y metalingüísticas. Aquellas que llevaron a Browning a su socavón profesional.

Schimberg se mueve entre Freaks, El hombre elefante, La bella y la bestia, Máscara, Abre los ojos y hasta las comedias culturales de Woody Allen en una producción que, inequívocamente, ha comandado la empresa del momento en cuanto a singularidades: A24. Aunque, si hubiera que emparentarla con un solo nombre y un único título, estos serían sin duda los de Charlie Kaufman y Adaptation: por su toque metacinematográfico, su disparate, su matiz surreal y por una estética un tanto feísta que en ocasiones le encaja a la perfección (su deslucida fotografía), y en otras la emborrona (esos horrendos zooms a destiempo).

“Los humanos estamos hechos para temer, y para odiar a los enfermos y a los feos”, dice una línea del guion de Schimberg como reflexión sobre la exclusión. Sin embargo, menos profunda que gamberra, donde más destaca A Different Man es en algunos de sus diálogos más absurdos, como cuando un borracho en un bar se empeña en congeniar con el hombre de rostro penosamente deformado por los tumores, al que le endilga una frase formidable: “¡Te conozco! ¡Nunca olvido una cara!”. La hipocresía de la sociedad, del ser humano y, sobre todo, la del artista.

A Different Man

Dirección: Aaron Schimberg.

Intérpretes: Sebastian Stam, Renate Reinsve, Adam Pearson. 

Género: comedia negra. EE UU, 2024.

Duración: 112 minutos.

Estreno: 31 de enero.

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