Banal y empalagoso: el nuevo disco de Coldplay se deshace mientras se escucha

La banda de Chris Martin ofrece en ‘Moon Music’ un trabajo desnortado y tramposamente ambicioso

Chris Martin al frente de Coldplay en el festival de Glastonbury (Inglaterra), el 29 de junio de 2024.Joe Maher (Getty Images)

El mundo se resquebraja, políticos megalómanos y crueles mandan a sus potentes ejércitos a que masacren con bombas a inocentes, mucha gente trabaja diez horas diarias sabiendo que no se va a poder comprar nunca una casa, nuestro planeta no existirá en un futuro si seguimos maltratándolo… Pero aquí está un nuevo disco de Coldplay para decirnos que hay esperanza, que siempre termina saliendo el sol, que existe por ahí gente bondadosa que nos va a señalar el camino, que el amor v...

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El mundo se resquebraja, políticos megalómanos y crueles mandan a sus potentes ejércitos a que masacren con bombas a inocentes, mucha gente trabaja diez horas diarias sabiendo que no se va a poder comprar nunca una casa, nuestro planeta no existirá en un futuro si seguimos maltratándolo… Pero aquí está un nuevo disco de Coldplay para decirnos que hay esperanza, que siempre termina saliendo el sol, que existe por ahí gente bondadosa que nos va a señalar el camino, que el amor vencerá. La música de Coldplay cumple una función social en nuestra sombría existencia: nos sube el ánimo, llena nuestras casas (los que la tengan) de colores y nos narcotiza durante un rato para aislarnos de las penurias que nos acechan ahí fuera. También empalaga, aburre a ratos y hasta a veces puede ofender, si no llega a ser porque hablamos de algo tan banal como de música pop comercial.

Pero que no se enfaden los más exigentes, esos que ven en el último trabajo de Nick Cave un ejemplo de disco optimista sin caer en la positividad cursi. No se deben irritar porque aquí llega una buena noticia para ellos: paciencia, solo quedan dos discos más de Coldplay. Después de llegar al número 12, el grupo inglés se retira de este formato. Para los incrédulos que acaban de arquear la ceja, Chris Martin afirmó esta misma semana: “Sí, prometido, prometido, solo 12”. Lo dijo el líder del cuarteto inglés en el podcast del presentador y músico Zane Lowe. Martin lo argumentó con humor al principio: “Creo que menos es más. Y para algunos de nuestros críticos, incluso menos sería incluso más”. Y luego se le fue de las manos con esta comparación: “Solo hay 12 álbumes y medio de los Beatles. Hay más o menos lo mismo de Bob Marley”. Así que ellos lo mismo...

El disco número 10 de la carrera de Coldplay se llama Moon Music y desde hoy viernes se puede escuchar en todas las plataformas. Lo abre una canción que da nombre al disco y donde Chris Martin canta sobre una bonita melodía de piano: “Sigo intentando mejorar, tal vez es que solo estoy loco. / Debería ser solo un ladrillo en la pared: sentarme y mirar la televisión, culpar a todos los demás por todo. / Pero estoy intentando confiar en el cielo, intentando confiar en un mundo lleno de amor”. A partir de aquí ya es un no parar de “la-la-las”.

Moon Music se ofrece desnortado y tramposamente ambicioso en algunas canciones que aspiran a ser experimentales y sinfónicas, pero que se limitan a crear capas de sonido porque sí, sin un sentido ni un objetivo. No hay manera de encontrar en Moon Music las fortalezas de la banda: esas baladas románticas que bordean el azúcar, pero evitan caer en el tarro (Yellow), canciones pop con melodías formidables (The Hardest Part), un empeño por experimentar (Viva la Vida) o un buenrollismo narrativo que aquí deviene en autocomplacencia.

Entrando en materia: Jupiter es un tema sonrojante para un grupo de primer nivel que no tendría validez ni como sintonía de una cerveza 0,0; Good Feelings funciona como divertida pieza disco a lo Dua Lipa; 🌈 (efectivamente, este emoji de un arcoíris es el nombre de una canción) se extiende gratuitamente hasta los seis minutos; Aeterna, con el falsete a tope, se puede bailar (quizá); All My Love es un nuevo intento de Martin de grabar una balada a lo McCartney, pero tampoco lo consigue esta vez; One Word resulta larga y tediosa.

Lo más interesante son las canciones que ya lanzaron como adelanto, Feels Like In Falling In Love, puro Coldplay himnístico; y We Pray, una pieza coral donde brilla la rapera Little Simz. Ni siquiera la producción de ese eficaz creador de pelotazos pop como es Max Martin aporta un poco de garra al repertorio.

No cabe duda de que estas composiciones adquirirán una dimensión más estimulante interpretadas en un estadio, con miles de pulseras lumínicas decorando las gradas y con confeti cayendo sobre el cabello de los espectadores. Ahí Coldplay son imbatibles, pero este disco es pura vacuidad, el vacío.

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