Triunfadores, los monosabios

Un saldo ganadero y novilleros sin ambición en una tarde sin historia

Jesús Moreno, en un pase de pecho a su segundo novillo.Alfredo Arévalo (Imagen cedida por Plaza 1)

Cómo sería la cosa que la ovación de la tarde se la llevaron los monosabios. Los monosabios, el caballo de picar y, si me apuran, también el picador, por la costalada que se pegó. Sucedió en el sexto y el caso es saber como ese novillo, tan flojo o más que el resto, pudo derribar a tamaña acorazada.

El caso es que equino y varilarguero fueron al suelo y aquello fue lo más divertido de la tarde. Fueron algo más de dos horas en las que no pasó nada. Nada merecedor de ser recordado. Por la puerta de chiqueros desfilaron seis novillos de distintas ganaderías -la mayoría, desconocidas hasta ...

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Cómo sería la cosa que la ovación de la tarde se la llevaron los monosabios. Los monosabios, el caballo de picar y, si me apuran, también el picador, por la costalada que se pegó. Sucedió en el sexto y el caso es saber como ese novillo, tan flojo o más que el resto, pudo derribar a tamaña acorazada.

El caso es que equino y varilarguero fueron al suelo y aquello fue lo más divertido de la tarde. Fueron algo más de dos horas en las que no pasó nada. Nada merecedor de ser recordado. Por la puerta de chiqueros desfilaron seis novillos de distintas ganaderías -la mayoría, desconocidas hasta por los propios aficionados-, correctamente presentados, pero sin un mínimo de casta brava.

Un saldo ganadero impropio de la plaza de Madrid, que seguro le salió bien barato a la empresa. De la quema, siendo generosos, se salvaron el primero, con el hierro de José González, y el quinto, de Baltasar Ibán. Uno porque tuvo nobleza y buen fondo, aunque manseó en el caballo y apenas transmitió en la muleta; y el otro porque, al menos, se movió con cierta codicia.

No estuvieron mejor los toreros. Y uno se pregunta a qué, exactamente, vinieron a Madrid. Villita, bien compuesto siempre, dejó algún detalle suelto en el toreo accesorio, pero, en el fundamental, metió pico a destajo; Jesús Moreno, tan voluntarioso como frágil, anduvo vulgar y nunca se acopló con su lote; y Diego Bastos dio pases y no dijo nada.

Por si fuera poco, los tres, mataron mal. Muy mal. Moreno, al menos, tuvo la consideración de pedir perdón cuando se le fue la mano; cosa que no hicieron sus compañeros, autores de un par de bajonazos alevosos.

Normal que, en cuanto se echó el sexto, la gente huyera en estampida, muerta del aburrimiento. Sólo los monosabios, orgullosos y triunfantes, se fueron contentos a casa. Afortundados ellos (y la empresa...).

Distintas ganaderías / Villita, Moreno, Bastos

Novillos de José González (1º), Condessa de Sobral (2º), Guerrero y Carpintero (3º), Quintas (4º), Baltasar Ibán (5º) y Ángel Luis Peña (6º), correctamente presentados, pero mansos, blandos y descastados. Los de mejor juego, el noble 1º, con calidad, pero justo de transmisión, y el 5º, que se movió.

Villita: media estocada trasera, desprendida y atravesada _aviso_ (saludos); bajonazo trasero y atravesado (silencio).

Jesús Moreno: estocada corta baja (silencio); estocada ligeramente delantera y contraria, seis descabellos _aviso_, otro descabello y se echa el toro (silencio).

Diego Bastos: bajonazo (silencio); media estocada muy atravesada que escupe, tres pinchazos y otra estocada muy atravesada (silencio).

Plaza de toros de Las Ventas. Segunda de la Feria de Otoño. Algo más de media plaza (13.568 espectadores, según la empresa).

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