Bella e interesante corrida de Sobral

Gómez del Pilar corta una oreja protestada en una tarde de poco brillo artístico

Primer toro de la corrida portuguesa de Sobral.Philippe Gil Mir

La corrida de la ganadería portuguesa de Sobral que abrió la feria de Céret fue, por encima de todo, bella. Por chiqueros salieron seis pinturas, de finas y armoniosas hechuras, y de una preciosa y llamativa variedad cromática, en la que destacaron los sardos lidiados en primer, tercer y sexto lugares, y el ensabanado capirote y botinero corrido como quinto.

Una corrida de correcta presentación, pero, quizás, un punto por debajo del trapío característico en esta plaza —a excepción del muy serio y armado primero—. Eso, sumado a su comportamiento manifiestamente noble, provocó una sensación final de cierta decepción entre los aficionados más exigentes.

Pese a todo, la de Sobral mereció más. Sin ser una corrida notable, ofreció más posibilidades de las que aprovecharon los toreros. Véase el lote de Damián Castaño: un encastado, fijo y exigente primero, noble, que no tonto; y un cuarto, también noble, fijo y con cierta calidad, al que le faltó un poco de la chispa de su hermano. A este, por cierto, lo picó muy bien Ángel Rivas.

Ambos, como el conjunto de la corrida, cumplieron sobradamente en el primer tercio. Salvo el tercero, al que cambiaron tras dos varas, todos acudieron tres y cuatro veces al caballo, empleándose de forma desigual. Hubo 19 puyazos en total. Ahí es nada.

Castaño, que no se acopló en ninguno de sus turnos, anduvo intermitente en dos faenas de escaso mando, en las que solo destacó al final, en algunos naturales ejecutados de frente, de uno en uno. Antes de ese epílogo —y de pegar un mitin con los aceros—, frente al que abrió plaza, fue prendido y enganchado del fajín durante varios segundos que se hicieron eternos. Todo quedó en un susto.

Gómez del Pilar cortó una oreja protestada y de poco peso al quinto, otro toro interesante, de gran nervio y movilidad en todos los tercios. Un animal exigente y geniudo, que se violentaba y soltaba la cara por arriba, frente al que Del Pilar se mostró tan firme como despegado y acelerado. Mató de una estocada caída pero fulminante, y le concedieron el trofeo sin mayoría de pañuelos. Ante el noble y soso segundo, que siempre se quedó más corto, ni ligó, ni dio nunca el paso.

Tampoco destacó por su pureza y ceñimiento la actuación de Juan de Castilla, tan animoso como despegado ante un lote noble y soso. Cómo sería la cosa que, en el sexto, cuando se empeñaba en alargar una faena vulgar y sin emoción, una voz le avisó desde el tendido: “¡Le vas a sacar un ojo al toro de tanto meter el pico!”. Pues eso.

Sobral / Castaño, Gómez del Pilar, De Castilla

Toros de Sobral, correctamente presentados (varios justos de remate), de bella lámina, cumplidores en los caballos (tomaron un total de 19 varas), nobles y de juego desigual en la muleta. Destacaron por su encastada movilidad 1º y 5º; peores 2º y 3º por su sosería y falta de transmisión.

Damián Castaño: cinco pinchazos _aviso_, dos pinchazos y estocada ligeramente contraria (palmas); estocada corta trasera y tendida y cinco descabellos (silencio).

Gómez del Pilar: estocada (palmas y sale a saludar); estocada caída (oreja protestada).

Juan de Castilla: estocada algo atravesada (palmas y saluda); dos pinchazos, media estocada delanterilla _aviso_ cuatro descabellos _segundo aviso_ y otros dos descabellos (silencio).

Plaza de toros de Céret (Francia). 6 de julio. 1ª de abono. Alrededor de tres cuartos de entrada.

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