Lecciones de torería

Fernando Robleño, Javier Cortés y Francisco José Espada solventaron con firmeza y entrega las muchas dificultades de una mansada de El Montecillo

Francisco José Espada torea al natural ante el último toro de la tarde.Alfredo Arévalo (Imagen cedida por Plaza 1)

No hubo trofeos, ni siquiera una vuelta al ruedo, ni una ovación encendida y unánime ante un destello deslumbrante de toreo, pero ha sido una lección magistral la que tres toreros han ofrecido en Las Ventas ante una muy complicada y deslucida corrida de toros. Fue una clase del arte del toreo, que no solo consiste en la embestida cariñosa del toro artista y el torero elegante y de pellizco. Una muestra de lo que es el valor, el poderío, el conocimiento, la firmeza, la entrega y la seguridad ante un animal que sale al ruedo dispuesto a fastidiar cualquier sueño. Y no hubo lugar para el aburrimi...

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No hubo trofeos, ni siquiera una vuelta al ruedo, ni una ovación encendida y unánime ante un destello deslumbrante de toreo, pero ha sido una lección magistral la que tres toreros han ofrecido en Las Ventas ante una muy complicada y deslucida corrida de toros. Fue una clase del arte del toreo, que no solo consiste en la embestida cariñosa del toro artista y el torero elegante y de pellizco. Una muestra de lo que es el valor, el poderío, el conocimiento, la firmeza, la entrega y la seguridad ante un animal que sale al ruedo dispuesto a fastidiar cualquier sueño. Y no hubo lugar para el aburrimiento, sino para tener prestos los cinco sentidos para disfrutar, sentir y sufrir con lo que sucedía en la arena, nada fácil, por otra parte.

Robleño, Cortés y Espada no pertenecen al grupo de las figuras que ya encabezan las ferias del mes de agosto, pero han demostrado que son toreros de una pieza, conocedores del oficio y con un muy serio compromiso para vestirse de luces.

Los tres fallaron en la suerte suprema, lo que viene a explicar una vez más que nadie es perfecto y, quizá, quién sabe, sea esa la razón de su inestable situación a la hora de firmar contratos.

La corrida de El Montecillo no valió un duro. De buena fachada, sí, serios todo ellos, con cuajo y muy astifinos, pero ninguno permitió el toreo de principio a fin. Ni lo permitieron con el capote, distraídos y sueltos los seis, y solo el sexto acudió a la muleta con la mínima entrega posible, lo que hizo que Espada, valentísimo toda la tarde, se luciera de verdad en largos muletazos sueltos por ambas manos a base de exponer su físico. Cuando más firme estaba ante un oponente que no dejaba de mirarle los muslos, una voz quebró la escena: ‘Se va sin toreá...’, como si quien la profirió supiera de lo que musitaba.

En ese último toro de la tarde se lucieron con las banderillas Candelas y Pascual Mellinas, y el matador brindó a la concurrencia, convencido de que su disposición podría con los elementos. Y así pudo ser si no falla otra vez con la espada.

También falló en el tercero tras unas manoletinas ceñidísimas y una labor valerosa ante otro toro con tan pocas ganas que solo el mando del torero lo obligó a pasar a regañadientes. Unos ajustados estatuarios iniciales ante un torero plantado en la arena no fueron más que una ilusión pasajera.

Otra vez falló con el estoque Fernando Robleño, un catedrático del toreo con una asignatura pendiente y nunca aprobada. No se puede estar más lúcido y lucido que este veterano maestro con un lote inservible, que no tenía un pase. No es solo la experiencia contrastada de la veteranía, sino el sabor añejo de la torería eterna. A los dos los exprimió y con los dos erró a la hora de la verdad.

Javier Cortés, ante el primer toro de su lote.Alfredo Arévalo (Imagen cedida por Plaza 1)

Y no quedó atrás Javier Cortés, otro pinchaúvas con un sobresaliente sentido de la lidia, bien colocado siempre, cruzado al pitón contrario, jugándose el tipo sin cuento, muy por encima de la condición de sus toros, y robándoles muletazos hondos a base de exponer donde los pitones echan humo. Todo el fuego encendido lo apagó con el jarrón frío de un mal uso del estoque.

No hubo trofeos, pero sí toreros buenos y pinceladas de toreo de altura. No todo van a ser pinturerías…

El Montecillo/Robleño, Cortés, Espada

Toros de El Montecillo, bien presentados, serios y astifinos; mansos, descastados y deslucidos.
Fernando Robleño: media estocada (ovación); tres pinchazos _aviso_ y tres descabellos (silencio).

Javier Cortés: dos pinchazos, media estocada ladeada _aviso_ casi entera y dos descabellos (silencio); casi entera tendida y atravesada y tres descabellos (silencio).

Francisco José Espada: pinchazo y estocada (ovación); dos pinchazos y casi entera _aviso_ (ovación).

Plaza de Las Ventas. 2 de mayo. Corrida goyesca. Feria de la Comunidad. Tres cuartos de entrada (18.329 espectadores, según la empresa).

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