Falló la casta
Morenito de Aranda y Ángel Sánchez destacan en un decepcionante desafío ganadero Conde de la Corte-Palha
Arrastrado el último toro, mientras los matadores y sus respectivas cuadrillas enfilaban el camino de vuelta a las furgonetas, los numerosos aficionados que habían acudido a la plaza de San Agustín de Guadalix (Madrid) abandonaron los tendidos invadidos por una sensación de contrariedad. La ilusión se había tornado en decepción.
Pese al frío y al molestísimo viento que azotó durante toda la tarde, la plaza casi se llenó al reclamo del toro íntegro y encastado y del tercio de varas. Un año más, ese grupo de héroes anónimos que forman la Peña Tres Puyazos, consiguieron lo imposible: organ...
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Arrastrado el último toro, mientras los matadores y sus respectivas cuadrillas enfilaban el camino de vuelta a las furgonetas, los numerosos aficionados que habían acudido a la plaza de San Agustín de Guadalix (Madrid) abandonaron los tendidos invadidos por una sensación de contrariedad. La ilusión se había tornado en decepción.
Pese al frío y al molestísimo viento que azotó durante toda la tarde, la plaza casi se llenó al reclamo del toro íntegro y encastado y del tercio de varas. Un año más, ese grupo de héroes anónimos que forman la Peña Tres Puyazos, consiguieron lo imposible: organizar una feria por y para el aficionado. Y la gente respondió. Lo que falló esta vez fue la casta.
Bien es verdad que, en mayor o menor medida, los seis ejemplares lidiados en el desafío Conde de la Corte-Palha cumplieron en los caballos. Veinte puyazos tomaron en total. Casi nada. Sin haber ninguno excesivamente bravo, hubo toros que empujaron por momentos. El problema fue que la poca casta que albergaban en su interior se acabó ahí, bajo el peto.
Hubo toros nobles, como el primero de Conde de la Corte, o los dos de Palha; pero todos se vinieron muy abajo en el último tercio. Complicados resultaron el segundo bis, un feo y anovillado sobrero del Conde, que se movió sin clase y repuso de lo lindo, y el tercero, también del legendario hierro extremeño, un astado bravucón, con poder y más genio que casta, que se metía por dentro y salía con la cara arriba. El quinto, que tomó hasta cinco varas, se paró muy pronto y acabó rajado.
Frente a la decepción ganadera, los que se reivindicaron fueron Morenito de Aranda y Ángel Sánchez. El primero a base de oficio, inteligencia y entrega, y el segundo gracias a un sereno valor y un magnífico concepto del toreo.
Morenito, muy generoso con los toros en el primer tercio, porfió con sus dos oponentes, intentando siempre alargar los muletazos y dejó algún detalle de su personalidad torera. Sánchez, por su parte, se colocó siempre en el sitio y le robó al último un manojo de notables naturales.
Menos expuso Sánchez Vara, que además anduvo francamente mal con la espada en ambos turnos. Lo mejor de su actuación, el tercio de banderillas que protagonizó frente al primero.
Conde de la Corte, Palha/Sánchez Vara, Morenito de Aranda, Sánchez
Cuatro toros de Conde de la Corte (1º, 2º bis, 3º y 5º), desiguales de presentación, aunque alguno muy justo, cumplidores en los caballos, justos de casta y rajados al final; y dos de Palha (4º y 6º), bien presentados, serios, cumplidores sin más en varas, nobles y descastados.
Sánchez Vara: tres pinchazos _aviso_, otro pinchazo y dos descabellos (silencio); pinchazo, media estocada caída, tendida y atravesada _aviso_ (silencio).
Morenito de Aranda: pinchazo y estocada delantera y caída (silencio); media estocada ligeramente delantera (saludos).
Ángel Sánchez: estocada trasera atravesada _aviso_ y un descabello (silencio); estocada baja y trasera (ovación de despedida).
Plaza de toros de San Agustín de Guadalix. 27 de abril. Feria del aficionado organizada por la Peña Tres Puyazos. Más de tres cuartos de entrada.