Roca Rey corta una oreja en una tarde sin toros

Corrida sin presencia de Victoriano del Río, en la que Castella y Aguado apenas destacaron

Roca Rey, durante la faena de muleta a su primer toro.Ana Escobar/Efe

De la remesa de toros que envió Victoriano del Río, ninguno tuvo entidad de plaza y feria de primera. Y eso que los seis eran cinqueños, alguno incluso bien pasados. Mas no sacaron malas intenciones, mansearon por lo general en varas, aunque hubo alguno, como el cuarto, que se empleó en una segunda entrada. Sosos, faltos de chispa, al paso en la muleta, no ofrecieron dificultades, sino las propias de su escasez de casta.

El castaño oscuro que abrió la tarde, regordío, fue un modelo de mansedumbre en varas. Tr...

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De la remesa de toros que envió Victoriano del Río, ninguno tuvo entidad de plaza y feria de primera. Y eso que los seis eran cinqueños, alguno incluso bien pasados. Mas no sacaron malas intenciones, mansearon por lo general en varas, aunque hubo alguno, como el cuarto, que se empleó en una segunda entrada. Sosos, faltos de chispa, al paso en la muleta, no ofrecieron dificultades, sino las propias de su escasez de casta.

El castaño oscuro que abrió la tarde, regordío, fue un modelo de mansedumbre en varas. Tres veces entró al caballo y las tres salió como alma que lleva el diablo. Roca se animó a hacer un quite por tafalleras, y Castella, matador de turno, le replicó con otro por chicuelinas. El espada francés brindó la muerte de este toro a Enrique Ponce, espectador en esta ocasión, y el preámbulo de lo que vino después fueron unos doblones con torería, para llevar al toro fuera del tercio. Las dos primeras series con la derecha apuntaban porque el toro respondía, pero fue cambiar de mano y resistirse el de Victoriano, que de reojo no perdía de vista las tablas. De vuelta a la mano derecha ya no fue lo mismo. El oficio de Castella y unos efectos finales, metiéndose en las cercanías del toro, no surtieron lo que el espada francés perseguía.

Tuvo cierto estilo el cuarto en el caballo, aunque más bravucón que bravo. Se metió mucho con él Castella. De cerca, consintiendo, pero el toro algo arisco, no estaba por la labor. Mientras, entre tanta machaconería, la banda no paraba de darle vueltas a La Concha Flamenca, incluso ni paró en un desarme que sufrió el torero. Mucha actitud en Castella, de meritorio aguante, aunque el toro le comió alguna vez el terreno. En el lado de toriles acabó todo, donde suelen morir los toros mansos.

De segundo saltó un insignificante astado, protestado de salida. Nula su presencia por delante, por el medio y por detrás. Sin clase, además, para la muleta. Roca estuvo con él intrascendente, a pesar de los circulares invertidos del final que intentaron justificar una faena ante el toro que nunca existió.

Más abierto de cuerna el quinto, pero tan escaso de entidad como el resto. Liquidado sin pena ni gloria en los dos primeros tercios, Roca no se lo pensó y de rodillas, sobre la derecha, levantó el telón de la faena. La primera parte fue más por el palo de la ortodoxia, mientras que la traca final fue un derroche de alardes de todos los colores. Sin clase el toro, al paso, pero también muy cómodo, fue casi como un juguete en las manos de un Roca Rey que impuso su voluntad y dominó absolutamente la situación. De tan larga labor, le llegó un aviso antes de entrar a matar y a punto estuvo de escuchar el tercero; lo de mayor nota puntuó en el toreo sobre la mano izquierda, aislado, eso también. Pero la faena llegó al tendido.

El primero de Pablo Aguado también fue recibido con protestas. Toro sin cuajo que, si acaso, tapaba algo sus carencias por la cara. Pero también un toro impresentable. Aguado lo trató con suavidad de capa y de muleta, con la distinción de su concepto, pero a todo aquello le faltó la emotividad que da la presencia de un toro como debe ser. Toreo en redondo, elegante, pero de poca llegada a la gente por la mortecina embestida del animal. Todo pasó como si apenas pasara nada.

El sexto pareció tener más alegría de entrada, pero fue un amago. Solo se fue de largo en los primeros muletazos, para caer de seguido en un comportamiento intrascendente. Escasos detalles de Aguado en ese toro nada más. Incluso pareció aburrirse pronto.

VICTORIANO DEL RÍO / CASTELLA, ROCA REY, AGUADO

Toros de Victoriano del Río, desiguales y escasos de presencia. Les faltó casta en general y llegaron a la muleta sosos, sin decir nada. También mansearon.

Sebastián Castella: estocada pasada y algo desprendida y descabello (saludos); _aviso_ media (silencio).

Roca Rey: tres pinchazos _aviso_ y descabello (silencio); _aviso_ estocada algo desprendida  perdiendo muleta _segundo aviso_ (oreja).

Pablo Aguado: casi entera (saludos); dos pinchazos _aviso_ y descabello (silencio).

Plaza de Valencia. 16 de marzo. Quinta corrida de la feria de Fallas. Prácticamente lleno.

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