Feria de Julio de Valencia, un paso atrás
El comportamiento triunfalista del público, más allá del fracaso ganadero, está minando el prestigio de la plaza
Cuando se dieron a conocer los carteles de la Feria de Julio de Valencia de este año, se vendió la idea de que eran los de la recuperación de un ciclo que da bandazos desde hace tiempo. En teoría, con la presencia de las figuras bien podría ser considerada así, pero también se avisó por otros frentes que ganaderías como Juan Pedro Domecq y Hermanos García Jiménez podrían suponer un fracaso anunciado. Al final, así ha sido.
Pero por lo vivido en esta última edición del ciclo valenciano, el problema o el lamento no solo parte por el previsible juego descastado de los toros de los hierros ...
Cuando se dieron a conocer los carteles de la Feria de Julio de Valencia de este año, se vendió la idea de que eran los de la recuperación de un ciclo que da bandazos desde hace tiempo. En teoría, con la presencia de las figuras bien podría ser considerada así, pero también se avisó por otros frentes que ganaderías como Juan Pedro Domecq y Hermanos García Jiménez podrían suponer un fracaso anunciado. Al final, así ha sido.
Pero por lo vivido en esta última edición del ciclo valenciano, el problema o el lamento no solo parte por el previsible juego descastado de los toros de los hierros citados. El problema va mucho más allá y se concentra en el comportamiento de un público que, lejos de proteger la categoría y el prestigio de una plaza, la está llevando a la deriva, convirtiéndola en un coso donde todo vale, vale todo, y no se distingue lo bueno, lo regular y lo malo.
El aire triunfalista se ha instalado en esta plaza de tal manera que los aficionados cabales, los ecuánimes e imparciales, hablan incluso de que sienten vergüenza ajena. Pero, claro, la opinión o el sentir de estos aficionados, clientes habituales de la plaza, no parece contar mucho en los poderes fácticos del toreo. Es más fácil ponerse de lado de ese otro público, habitual por un día en la plaza, que con su gin tonic o cubata en la mano, jalean cualquier escenario que se dé en el ruedo.
En esta Feria de Julio se ha llegado a pedir la oreja tras una faena mediocre, rematada con una estocada de la que media espada salía por un costado del toro. O por labores de bullanga, voluntariosas, pero carentes de lo necesario para ser premiadas. Y si hablamos de la música, ha sonado casi antes del primer muletazo del espada de turno. Se equivocan los taurinos si creen que, con estos parámetros, la Fiesta y esta feria en concreto, van camino de recuperar terreno.
El novillero local Nek Romero y el diestro castellonense Paco Ramos, los más destacados entre los toreros
Un dato: ni siquiera con un público de verbena popular, que pedía orejas a diestro y siniestro, sin rigor alguno, se ha abierto la puerta grande. Por algo será. Y ese algo, en parte, ha sido por la seriedad que en esta ocasión ha puesto de manifiesto la presidencia. En otra época, con ese público sin criterio alguno y con una presidencia contagiada por un triunfalismo desatado, la puerta grande se hubiera abierto todos los días. Por fortuna, el palco de Valencia, tan denostado en otras ocasiones, ha mantenido las formas.
Con la experiencia de esta feria, anunciada como la de la reconquista, el futuro está en el aire. Preocupante que la tarde de Roca Rey no hubiera más gente que en las otras dos corridas de toros. Algo más de media plaza los tres días, sin llegar de verdad a los tres cuartos. Algo pasa, desde luego. La empresa ya tiene argumentos para cavilar sobre este ciclo que se mantiene desde hace años sobre el alambre. Y si se quiere reconquistar de verdad, hay muchos frentes por los que preocuparse.
Empiecen por el ganado, sigan por los toreros (no todas las supuestas figuras interesan a la gente de estos lares) y, con un poco de suerte, no se caerá en el fracaso de este año.
Para que no todo sean lamentaciones, dos nombres de toreros han dado saldo positivo entre tanta mediocridad: el novillero local Nek Romero y el matador castellonense Paco Ramos. Romero es la última esperanza del toreo valenciano, con motivos suficientes como para ilusionar al aficionado. Lo de Ramos se viene apuntando cada año por La Magdalena de Castellón: torero capaz ante cualquier tipo de toro, que además sabe torear. Por cierto, tanto uno como otro, trajeron tanto o más público que alguno de los llamados figuras.
No ha sido, ni mucho menos, la feria de la reconquista. En todo caso, se ha dado un paso atrás.