Pase Vip a la exposición de Guido Reni en el Prado
Con la ayuda del comisario de la muestra, analizamos dos de los cuadros que mejor representan el legado del gran artista boloñés del siglo XVII
Esta pieza corresponde a uno de los envíos del boletín semanal Correo del Arte, que se envía cada dos miércoles y que es exclusivo para suscriptores de EL PAÍS. Si quiere apuntarse para recibirlo, puede hacerlo ...
Esta pieza corresponde a uno de los envíos del boletín semanal Correo del Arte, que se envía cada dos miércoles y que es exclusivo para suscriptores de EL PAÍS. Si quiere apuntarse para recibirlo, puede hacerlo en este enlace
El Museo del Prado ha reunido 96 obras de Guido Reni para una gran antológica que se podrá ver hasta el 9 de julio. Un recorrido para entender el trabajo del gran artista boloñés del siglo XVII al que apodaron El Divino. Con ayuda del comisario David García Cueto, jefe del departamento de pintura italiana y francesa hasta 1800 del museo y responsable de la exposición, analizamos dos piezas que de alguna manera representan el trabajo de Reni.
[Reproducimos los audios y mensajes que me ha ido enviando el comisario. Una auténtica clase de arte en exclusiva].
La matanza de los inocentes, Pinacoteca Nacional de Bolonia, 1611
El cuadro representa un episodio del Evangelio relacionado con el nacimiento de Jesús. El rey Herodes tiene miedo de que el anunciado mesías ponga en peligro su poder y manda a sus esbirros a matar a todos los recién nacidos en la población de Belén donde había nacido ese nuevo mesías.
“Esta representación tan cruda es una búsqueda de efecto, de la dramatización del hecho bíblico, muy del gusto barroco que Reni lleva al extremo. Fue una obra de la que el poeta Giovan Battista Marino, uno de los principales exponentes en lengua italiana del siglo XVII, dijo que el terror y el deleite se daban la mano. El horror representa el hecho tan cruento y el deleite está en la belleza de los colores”.
“Reni estaba en una etapa de experimentación en Roma, por eso en el cuadro se reúne la influencia de Rafael, una cierta forma de iluminar más contrastada tomada de Caravaggio, el estudio de la escultura clásica, en concreto a partir de la célebre escultura de la Niobe de los Museos Vaticanos que inspira la figura de la mujer arrodillada de la derecha; y luego la propia experimentación del pintor que hace de crisol para formar su propio estilo”.
“Como buena pintura barroca aúna acciones terminadas con acciones en trascurso. Lo que me resulta más impactante es el horror de las madres que ya han contemplado cómo algunos bebés de otras mujeres han sido ejecutados e intentan poner a toda costa a salvo los suyos. En concreto, a la mujer a la que tira del pelo uno de los esbirros”.
“A Reni se le llamaba el anticaravaggio porque es capaz de forjar una propuesta artística igualmente fascinante a la de Caravaggio, pero con unas pautas estéticas del todo diferentes: mucho más metódico, meditado, frío; no tan espontáneo y lleno de pasión, pero igualmente capaz de transportar a una dimensión superior mediante esa armonía y esa belleza, esa capacidad de conjugar la acción dramática y el deleite visual”.
“Si damos por hecho que en Reni había una vocación de superar a Caravaggio, de lo que tampoco podemos estar seguros, supone una pintura de un nivel tan superior en lo dramático, en lo compositivo, en lo ejecutivo, que podría decirse que sí, que prueba que lo supera”.
Otro de los aspectos que destaca el comisario es la arquitectura, la manera en la que el artista usa dos alas altos edificios antiguos, que recuerdan el escenario de un teatro, para enmarcar la escena. En lo alto del cielo, dos angelitos muestran las palmas del martirio.
Salomé con la cabeza de san Juan Bautista, 1638-42. Chicago, The Art Institute of Chicago, Louise B. and Frank H. Woods Purchase Fund
La pintura representa otro momento bíblico en el que Salomé recibe la cabeza en bandeja de san Juan Bautista tras pedírsela a Herodías como pago por su baile.
“En Reni la predilección por las mujeres clásicas, del mundo antiguo, de la mitología responde a una demanda de mercado que tenía curiosidad y fascinación por estos perfiles femeninos del pasado. Son escenas que mezclan belleza y tragedia. Al mismo tiempo hay suntuosidad en el momento gracias a esas capas tan ampulosas y ricas de tejido”.
“La sección de la exposición donde se encuentra esta pintura se titula Piel y ropajes. Reni crea un equilibrio entre enseñar la desnudez del cuerpo femenino —nunca de una forma excesiva, como mucho los senos o algo del escote— y la ostentación de estas túnicas tan ricas que pinta. Es probable que se relacionen con el mercado de Bolonia, una ciudad que era un centro productor de seda”.
“En el manierismo, el período artístico previo, lo habitual era que los paños estuvieran ceñidos a los cuerpos. En el Barroco se van liberando y crean un lenguaje bastante autónomo. Esto es lo que hace Reni, les da una potencia que los convierte casi en un metalenguaje sobre el cuerpo humano. Por otro lado, consigue una fuerza escultórica que remite a su etapa de escultor en su juventud”.
“Hay un tema que todavía no se ha investigado lo suficiente: la aristocracia de Bolonia, como sucedía en otras ciudades de Europa, tenía la costumbre de hacer escenas vivientes. Es decir, disfrazarse y ambientar algún hecho del pasado. Puede que, en determinadas celebraciones, damas boloñesas se pusieran estos disfraces de Cleopatra o Salomé”.
“La sensualidad hay que juzgarla haciendo un ejercicio de abstracción, no con el criterio del siglo XXI. Desde nuestra óptica actual puede parecer muy frío. En el Barroco había una experiencia directa muy limitada con el cuerpo humano y más restrictiva aún con el del otro género. Por eso, estas imágenes en el siglo XVII tenían una fuerza sensual e incluso erótica. Eran muy pocas las ocasiones en las que un hombre podía ver en esa actitud sensual o desnuda a una mujer”.
“La combinación de sensualidad y dureza es una de las claves de este tipo de pintura. Un contraste que produce agrado y desagrado. Está la belleza, la sensualidad, el colorido. Y luego está lo cruento del tema. La indiferencia de Salomé ante ese premio tan terrible que ha pedido por haber ejecutado una danza maravillosa te deja perplejo. No hay empatía”.
“Es un cuadro de la etapa final del artista, un momento en el que afronta una transformación de su arte en parte por la necesidad de conseguir dinero en efectivo que le permita alimentar su ludopatía, tanto para pagar deudas como para seguir jugando. Por esta razón pinta muy rápido. Si os fijáis en el pie del paje que está en la parte delantera, está casi inacabado. Es una forma muy esbozada, muy frágil de definir la pintura. Reni se abre a una cierta desmaterialización de su arte con esta rapidez ejecutiva”.
“A pesar de ello no renuncia a una belleza formal muy cuidada en los rostros de los personajes y en la indumentaria. Hay que mirar las caras de las doncellas que acompañan a Salomé y los colores apastelados muy experimentales”.