Roca Rey, el regalo de una puerta grande
El diestro peruano cortó dos fáciles orejas, mientras sus compañeros pasaron sin hacer ruido
La corrida estrella de la Feria de Fallas, por aquello de estar en el cartel Roca Rey, no fue una decepción absoluta, pero sí relativa. Si hay que buscar culpables, pues posiblemente la corrida de Victoriano del Río, desigual de presencia, de hechuras bastas, mansita en el caballo y de escasa gasolina en la muleta. No fue lote para lucir, pero sí para mostrar mayor capacidad, sobre todo en los casos de Emilio de Justo y Pablo Aguado, que no atacaron...
La corrida estrella de la Feria de Fallas, por aquello de estar en el cartel Roca Rey, no fue una decepción absoluta, pero sí relativa. Si hay que buscar culpables, pues posiblemente la corrida de Victoriano del Río, desigual de presencia, de hechuras bastas, mansita en el caballo y de escasa gasolina en la muleta. No fue lote para lucir, pero sí para mostrar mayor capacidad, sobre todo en los casos de Emilio de Justo y Pablo Aguado, que no atacaron como deben hacerlo en estos casos.
Del toro que abrió la corrida no se fio nadie. Atacado de kilos, grandón, entre el picador titular y el de la puerta se lo pasaron hasta cinco veces. Y por cinco veces se marchó suelto, en son manso. Pero salió bien servido de castigo en esas cinco entradas al caballo. No se sabe lo que le vieron en banderillas, pero en los cuatro pares los de turno dejaban adrede un palo cada vez; algo así como rejoneo a pie. El tercio final fue la consecuencia lógica de lo anterior. Con el toro sin entrega, al paso y pensando si embestía o no. Así la cosa, Emilio de Justo lo probó, pero no pudo o no supo meterle mano. Macheteo final y que pase el siguiente.
El siguiente para De Justo fue el cuarto. Toraco de cinco años largos, otro toro tan grandón como basto, pero sin asustar por delante. Toro que fue y vino en los primeros compases de la faena, sin entrega, pero de ida y vuelta, sin plantear problemas. Al aire del toro, De Justo lo acompañó sin apreturas, como trámite cualquiera. El toro, con la cara siempre a media altura, no quiso muleta por el pitón izquierdo. Intentos vanos de De Justo por ese lado, cuando ya el toro a la salida de cada pase se desentendía de franela y torero. De esa faena poco quedó para el recuerdo, acaso la voluntad frustrada del torero, que tampoco pareció con muchas luces.
El primero de Roca Rey sacó cierto picante. En varas fue otro de los que manseó y en banderillas arrolló a Viruta, que se salvó de un percance seguro si no es por el gran quite que le hizo Pascual Mellinas. Impetuoso el toro, tomó la muleta de Roca Rey, pero no pudo en ningún momento dominar y hacerse claramente con él. Faena de pases ligeritos de velocidad, lo pudo embarcar en un par de naturales pero sin convicción. La poca entrega del toro y tampoco muy despierto de ideas el matador, dejó la cosa en cierta decepción.
No tocó a rebato Roca en el quinto, que sustituyó al endeble titular, y tiró por la calle de lo clásico. Toro también cercano a los seis años, grandote y de hechuras bastas. En varas y banderillas el caos se apoderó del ruedo y cada cual, toro incluido, fue a la suya. Desorden absoluto. Pocas concesiones a la galería ofreció Roca en la muleta. Un toro que le permitió ligar dos tandas con la derecha que resultaron lo más logrado. El resto de faena, antes y después de esas dos buenas tandas, fue acumular muletazos, sumar y sumar. Por la izquierda, el lado remilgoso del toro, la cosa no pasó de discreta. La estocada y las ganas de la gente de pasarlo bien influyeron en un presidente de mano floja. Una de las dos orejas fue regalo fallero del usía.
El buen capote de Pablo Aguado fue lo más logrado en su paso por el segundo toro y, al cabo, de su actuación. Ya de salida dibujó distinguidas verónicas, y replicó a De Justo tras un quite por chicuelinas, en otro por el mismo palo. Con un toro que ni fu ni fa, Aguado dejó detalles en la faena de muleta. Sin redondear ninguna serie, sin ligar, con muletazos sueltos de buen porte, pero insuficientes para encender la mecha de pasión en el tendido. Digamos que un Pablo Aguado correcto, con su innata elegancia, pero sin cuajar.
Nada que contar con el sexto, inamovible ante la muleta de Aguado que tampoco acertó con las distancias. Toro y torero sin saber qué hacer en un trance tedioso, sin color ni olor. Y con el toro aculado en tablas, Aguado acabó con él.
DEL RIO CORTÉS / DE JUSTO, ROCA REY, AGUADO
Toros de Victoriano del Río Cortés, el quinto lidiado como sobrero, bastos, desiguales de presencia y faltos de casta.
Emilio de Justo: casi media (silencio); pinchazo, media -aviso- y dos descabellos (saludos).
Roca Rey: estocada baja (silencio); estocada (dos orejas).
Pablo Aguado: estocada (saludos); dos pinchazos y descabello (silencio).
Plaza de Valencia. 17 de marzo. Sexta corrida de Fallas. Lleno de “no hay billetes”.