Suspenso general en la novillada concurso de ganaderías
Los premios al novillo más bravo, al mejor picador y mejor lidiador quedaron desiertos en una tarde larga y aburrida en Las Ventas
La novillada concurso de ganaderías resultó un fiasco. Larga y aburrida, y sin un solo recuerdo en la retina minutos después de las dos horas y media de duración.
Ni novillos ni novilleros estuvieron a la altura requerida; prueba de ello es que los tres premios en liza -novillo más bravo, mejor picador y mejor lidiador- quedaron desiertos y con toda la razón. Suspenso general para todos.
Ni un novillo bravo en los caballos y de encastada nobleza y recorrido en los demás tercios; y ni un torero con ganas de comerse el mundo, de sobreponerse a las adversas circunstancias y dar un a...
La novillada concurso de ganaderías resultó un fiasco. Larga y aburrida, y sin un solo recuerdo en la retina minutos después de las dos horas y media de duración.
Ni novillos ni novilleros estuvieron a la altura requerida; prueba de ello es que los tres premios en liza -novillo más bravo, mejor picador y mejor lidiador- quedaron desiertos y con toda la razón. Suspenso general para todos.
Ni un novillo bravo en los caballos y de encastada nobleza y recorrido en los demás tercios; y ni un torero con ganas de comerse el mundo, de sobreponerse a las adversas circunstancias y dar un aldabonazo que le abriera las puertas del futuro.
Las reses debían acudir tres veces al caballo, y lo hicieron todas a excepción de la de Los Bayones y el sobrero de Rekagorri, que después de dos encuentros se negaron a seguir; pero ninguna hizo una pelea de premio en varas.
El primero, de Los Bayones, empujó en el primer encuentro, cabeceó en el segundo, manifestó una preocupante flojera, y embistió de manera descompuesta y sin calidad alguna.
El segundo, de Alejandro Vázquez, empujó en la primera vara, pero no quiso saber más; y llegó al tercio final con excesiva sosería en su corto recorrido.
El de Montealto acudió con alegría al piquero las tres ocasiones preceptivas, pero no metió los riñones en ninguna de ellas. Noble fue su comportamiento posterior, no exento de sosería.
Manso fue el de Toros de Brazuelas, de modo que salió suelto en sus encuentros con el caballo, y no le sobró casta en la muleta.
Molécula era el nombre del novillo de Quintas, mansurrón y muy parado al final.
Fue devuelto por blando el de Pablo Mayoral, y fue sustituido por un sobrero de Rekagorri, que estuvo por debajo de lo esperado en el primer tercio, y fue noble y de sosa embestida después.
En fin, que hubo oportunidad de ver en el ruedo madrileño reses de hierros no habituales, pero ninguno pasará a la historia por su buen juego.
¿Y los novilleros?
Vaya en su descargo que no hubo material idóneo para el triunfo, pero apúntese en sus hojas de servicios que los tres dejaron en la arena un reguero de decepción.
Rubén Fernández se presentaba en Las Ventas y, según el programa oficial del festejo, lleva a sus espaldas una exitosa carrera como recortador y entre sus premios figura el de campeón de España.
Con capote, muleta y espada, su actuación fue muy deficiente. Tiene valor, pero su preparación dista de ser la idónea para esta responsabilidad. Un quite por gaoneras a su segundo novillo fue todo su bagaje con el percal. La deslucida aspereza de su primer novillo lo eximió de un juicio exigente, pero sus carencias las exhibió ante el soso cuarto. Además, mató muy mal en las dos ocasiones, demasiado mal para quien aspira a ser matador.
El mexicano Adame, hermano de los también toreros Joselito y Luis David, dio una de cal y otra de arena. Se mostró alegre y variado con el capote ante su primero, y muy asentado y afanoso en el tercio final. No pudo lucirse ante el muy parado quinto, y dio un mitin en el manejo del estoque y el descabello. Tuvo, además, un detalle impropio de torero: a la muerte de su primer novillo salió a saludar una tibia ovación y decidió dar una vuelta al ruedo por su cuenta entre sonoras protestas.
Y el más esperado, Fernando Plaza, no respondió a las expectativas. Posee un buen concepto, pero se le nota en exceso la falta de oficio. No haber toreado durante los dos años de pandemia ni en plaza ni en el campo le pasó una dura factura.
Pero en su quehacer hubo algo más grave: pecó de frialdad y falta de ambición; se le vio superado por las circunstancias, vencido de antemano, incapaz de dar ese paso imprescindible para aspirar a ser figura.
No maneja el capote con desenvoltura, y se limitó a un elegante comienzo por bajo en el último tercio de su primero, el noble novillo de Montealto, que se marchó con las orejas puestas; y no transmitió nada ante el sobrero, de buena condición y de escaso empuje.
Seis ganaderías/Fernández, Adame, Plaza
Novillos de Los Bayones (1º), astifino, cumple en varas, blando, áspero y descompuesto; Alejandro Vázquez (2º), cumple en varas, soso; Montealto (3º), acudió largo en tres ocasiones al caballo sin empujar, noble y descastado; Toros de Brazuelas (4º), astifino, manso, noble y desfondado; Quintas (5º), mansurrón, desfondado y descastado, y Pablo Mayoral, devuelto por inválido. Sobrero de Rekagorri, cumplió en dos varas, noble y de corto recorrido. Todos lucieron una correcta presentación.
Rubén Fernández: tres pinchazos _aviso_ media tendida y ocho descabellos (silencio); _aviso_ media muy tendida, cinco descabellos _2º aviso_ y dos descabellos (silencio).
Alejandro Adame: estocada baja (vuelta por su cuenta entre protestas); pinchazo, bajonazo, diez descabellos _aviso_ y un descabello (algunos pitos).
Fernando Plaza: dos pinchazos y estocada baja (silencio); estocada trasera (silencio).
Plaza de Las Ventas. Novillada concurso de ganaderías. 4 de septiembre. Un cuarto de entrada (4.903 espectadores, según la empresa).