Pedraza de Yeltes y el efímero milagro de la bravura

Thomas Duffau sale a hombros y Alberto Lamelas corta una oreja de una variada e interesantísima corrida

El tercer toro de Pedraza de Yeltes, en el tercio de varas.Philippe Latour

¡Qué difícil tiene que ser criar toros bravos! Es la conclusión a la que uno llega tras presenciar la corrida de Pedraza de Yeltes lidiada en la última de la feria de Mont de Marsan. Un encierro de imponente trapío y de variado e interesantísimo juego, pero muy difícil de definir de forma clara y directa. ¿Fue bravo? No del todo, pues varios toros se acabaron rajando; ¿fue manso? Pese a ese defecto, tampoco; ¿encastado? Sí, sin duda, aunque a algunos ejemplares les faltó un punto de transmisión en el último tercio. ¿Entonces? Pues una corrida de toros, con todos los matices que ello implica. ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

¡Qué difícil tiene que ser criar toros bravos! Es la conclusión a la que uno llega tras presenciar la corrida de Pedraza de Yeltes lidiada en la última de la feria de Mont de Marsan. Un encierro de imponente trapío y de variado e interesantísimo juego, pero muy difícil de definir de forma clara y directa. ¿Fue bravo? No del todo, pues varios toros se acabaron rajando; ¿fue manso? Pese a ese defecto, tampoco; ¿encastado? Sí, sin duda, aunque a algunos ejemplares les faltó un punto de transmisión en el último tercio. ¿Entonces? Pues una corrida de toros, con todos los matices que ello implica.

Tras la gran corrida de 2021 en esta misma plaza, Pedraza tenía el reto de seguir acrecentando su crédito en Francia. Sus sucesivos éxitos en estas tierras la han convertido, quizás, en la ganadería más seguida e idolatrada de los últimos tiempos. Y no es de extrañar, visto lo visto. Sin ser redonda, la corrida lidiada este domingo fue de las que hacen afición. Duró tres horas y nadie se aburrió. En eso también contribuyeron, claro, los toreros. De oro y de plata; de a pie y de a caballo. Un espectáculo total que terminó con la salida a hombros del mayoral de Pedraza y del matador de toros francés Thomas Duffau, que cortó dos generosas orejas, una en cada uno de sus toros.

Y no fueron los únicos protagonistas de la tarde. Los momentos de mayor intensidad se vivieron en los tercios de varas del tercero y el sexto. Los picadores de la cuadrilla de Duffau, Germán González y Juan José Esquivel, reivindicaron de forma memorable este tercio imprescindible de la lidia.

El primero lo hizo frente a ‘Jacobo’, el tercero de la tarde, un astado manso, pero de impresionante poder. Cuatro veces acudió al caballo y en dos de ellas González acabó en el suelo. Tras derribar con fiereza en la primera vara, salió suelto de la segunda, acometió como un tren una tercera, mandando otra vez por los aires al varilarguero, y aún demostró su fuerza una última vez bajo el peto. Fue manso porque al final huyó del castigo, pero, como también demostró en la muleta, en sus entrañas albergaba grandes dosis de casta brava.

Un examen nada fácil para alguien que torea poco. Aunque anduvo por debajo de su oponente, Duffau anduvo templado y dejó algún muletazo estimable. Pero faltó dar el paso, apostar para alcanzar la gloria. No importó que el toro se acabara rajando; su poder en el primer tercio había despertado tanta admiración que se le pidió y concedió la vuelta al ruedo en el arrastre. Igual que una generosa oreja a su matador.

Más merecida fue la vuelta que se le dio al último, de nombre ‘Deslumbrero’, un toro bravo de verdad. ¡Qué manera de empujar en el caballo con la cara abajo y metiendo los riñones! Cuatro buenos puyazos le administró Esquivel y, aún así, tuvo fondo para embestir largo y humillado en la muleta de un Duffau que esta vez sí aprovechó su calidad y encastada nobleza. Mejor colocado que en su primer turno, más asentado y vertical, ejecutó un par de tandas notables al natural. Otra oreja y puerta grande.

Un trofeo paseó también Alberto Lamelas tras tirarse a matar o morir al segundo. El jienense, verdadero ídolo en este otro lado de la frontera, se mostró más templado que de costumbre y, por momentos, toreó con decisión y mando a un lote noble, pero soso.

Menos afortunada fue la actuación de Domingo López Chaves, al que le correspondió el muy encastado primero, que, hasta que se aburrió, embistió con una enorme transmisión y profundidad. Virtudes que el veterano matador salmantino desperdició tirando líneas. El mismo trato vulgar y despegado le dio al cuarto, noble, pero más soso, que no acabó de romper.

Hubo casta y bravura en la corrida de Pedraza de Yeltes. Fueron instantes efímeros e incompletos, sí, pero supieron a gloria.

Pedraza de Yeltes / López Chaves, Lamelas, Duffau

Toros de Pedraza de Yeltes, bien presentados, bravos en los caballos (salvo el manso, pero muy poderoso 3º), nobles y encastados en distinto grado. Varios quisieron rajarse al final y a otros les faltó un punto de transmisión. 3º y 6º fueron premiados con la vuelta al ruedo.

López Chaves: estocada trasera, desprendida y atravesada _aviso_ y dos descabellos (saludos); pinchazo, media estocada caída y muy atravesada _aviso_ y un descabello (silencio).

Alberto Lamelas: estocada ligeramente desprendida y atravesada _aviso_ (oreja); tres pinchazos, medio bajonazo atravesado _aviso_ y dos descabellos (silencio).

Thomas Duffau: media estocada baja y trasera (oreja); pinchazo y pinchazo hondo _aviso_ (oreja). Salió a hombros en compañía del mayoral de la ganadería.

Plaza de toros de Mont de Marsan (Francia). 24 de julio. Quinta y última corrida de la Feria de la Madeleine. Lleno.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Archivado En