Disquisiciones sobre una tarde para la modernidad
Tomás Rufo, premiado con una muy generosa Puerta Grande; El Juli, brillante otra vez, castigado por el palco, y Talavante, inédito a pesar de su esfuerzo
Vamos a ver. A pesar del compromiso de asociaciones como la del Toro de Madrid, la verdad es que la afición está desaparecida; son tan pocos que, prácticamente, no pintan nada en la tauromaquia actual. Manda el público, esos casi 23.000 espectadores que han llenado hasta la bandera la plaza de Las Ventas e imponen su criterio sin discusión. El mundo ha cambiado en los últimos años y también el público de toros. El de hoy es festivo, bullanguero, generoso, espléndido, merendero y orejero… y no busca más objetivo que el festej...
Vamos a ver. A pesar del compromiso de asociaciones como la del Toro de Madrid, la verdad es que la afición está desaparecida; son tan pocos que, prácticamente, no pintan nada en la tauromaquia actual. Manda el público, esos casi 23.000 espectadores que han llenado hasta la bandera la plaza de Las Ventas e imponen su criterio sin discusión. El mundo ha cambiado en los últimos años y también el público de toros. El de hoy es festivo, bullanguero, generoso, espléndido, merendero y orejero… y no busca más objetivo que el festejo sea divertido, y su más pura expresión es que los toreros paseen trofeos y salgan a hombros por la Puerta Grande. Se están perdiendo los tercios, no existe en la práctica el de picar, no importa cómo se claven las banderillas, y si hay continuidad en los pases de muleta, sea cual sea la ejecución y la colocación del torero, y la espada entra, qué más da cómo caiga, el triunfo está asegurado.
El toro de hoy, el que arrebata a ese público, es el de Garcigrande de esta tarde: bonito de cara, manso, blando, noble y, a poder ser, artista, que quiere decir que no imponga respeto, que no demuestre casta brava, que no sea fiero, sino dócil y bonancible y permita a su matador estar sereno y confiado en su cara.
Y las figuras, que conocen al toro mejor que todos nosotros, exigen lo de Garcigrande y hierros afines porque les ofrecen más garantías y menos riesgo.
Y si la plaza se llena con un cartel de figuras y una ganadería como la de hoy, esto es lo que hay; guste o no guste, esta es la tauromaquia de la modernidad.
Con estas premisas, triunfó otra vez El Juli, falló de nuevo con la espada y el palco le negó la oreja del cuarto toro, que la plaza solicitó mayoritariamente. Inexplicable, pero cierto. ¿Estuvo bien El Juli? Estuvo superior, magistral de nuevo; eso sí, con un toro con apariencia birriosa, al que recibió con unas hondas verónicas y entendió a la perfección en el último tercio. Resurgió otra vez el catedrático, el torero enciclopédico, y ofreció una lección magistral de toreo templado, largo, hondo, ligado… Un compendio de autoridad, mejor por el lado derecho, sin olvidar dos naturales larguísimos al final de la faena. La plaza estaba enloquecida, pero El Juli pinchó, el toro se aplomó, tardó en morir y el presidente se llevó una bronca de órdago por no hacer caso al respetable. Eso sucedió en el cuarto, porque en su primero, un inválido mortecino, se limitó a despacharlo con presteza.
¿Estuvo bien El Juli? Superior, con ese toro moderno, de nobleza birriosa.
Tomás Rufo lleva una carrera meteórica: debutó en la Feria de Abril y estrenó la Puerta del Príncipe; confirma en Las Ventas y sale por la Puerta Grande. Pero es un hombre afortunado, porque los dos triunfos han sido menores. Tiene poso de torero, irradia seguridad, mando, confianza y templanza. Sabe torear y lo hace con profundidad. Posee un don, sin ninguna duda, pero su primera faena, con altibajos y momentos plenos, no fue de oreja; como tampoco lo fue, aún menos, la del sexto, con algunos muletazos sueltos entre muchos enganchones. Pero el público manda y lo sacó a hombros. Por cierto, sombrerazo para Fernando Sánchez, superior en todas sus actuaciones y extraordinario esta tarde. Los dos pares que colocó al sexto fueron sensacionales.
Y Talavante no quiso ser convidado de piedra, y tras naufragar con un toreo mecánico ante su noblote primero, brindó a la concurrencia el quinto, se plantó de rodillas y así quiso demostrar sus ganas, y a fe que lo consiguió pues una vez puesto en pie para cerrar una larga tanda de muletazos, los tendidos rugían de emoción.
Una tanda de naturales brotaron limpios y hermosos, pero no hubo mucho más; muletazos mirando al tendido, un desplante final después de tirar la muleta, y ahí se acabó su tarde.
Tomás Rufo estará más contento que unas pascuas; pero no menos que este público festivo, un espectador le tiró un pollo a El Juli en su vuelta al ruedo (¿cómo se puede venir a los toros con un pollo en los brazos?), que se divirtió de lo lindo.
Esta no es la tauromaquia clásica, la de los toros encastados y nobles, y toreros heroicos y artistas, pero es la que existe en pleno siglo XXI. Esta es la modernidad…
Garcigrande / El Juli, Talavante, Rufo
Toros de Garcigrande, justos de presentación, mansos, blandos, sosos, y muy nobles.
El Juli: cuatro pinchazos y estocada (silencio); pinchazo, estocada trasera -aviso-, -2º aviso- (gran petición y vuelta).
Alejandro Talavante: bajonazo (pitos); pinchazo -aviso- y estocada baja (ovación).
Tomás Rufo, que confirmó la alternativa: -aviso- estocada caída (oreja); estocada (oreja): Salió a hombros por la Puerta Grande.
Plaza de Las Ventas. 20 de mayo. Decimotercera corrida de la Feria de San Isidro. Lleno de "No hay billetes" (22.964 espectadores, según la empresa).