La terapia de baile de Delaporte hace ‘sold out’ en Madrid

El grupo presenta su último EP, ‘Abril’, una invitación a volver a la discoteca y dejarse llevar sin complejos

Sandra Delaporte y Sergi Salvi, integrantes de Delaporte, el sábado en el concierto en que presentaron su disco 'Abril' en Madrid.Javier Bragado

La sala madrileña de La Riviera vivió este sábado noche una sesión de terapia comunitaria. O de exorcismo, a juzgar por el movimiento convulso de los asistentes. El grupo Delaporte indujo un estado catártico al público, que hizo sold out a través de su música electro-pop. El dúo está presentando en gira por España su último EP, Abril, con el que homenajean a la música de club.

Salieron Sandra Delaporte y Sergi Salvi, los componentes del grupo, con ganas de morder el escenario. ...

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La sala madrileña de La Riviera vivió este sábado noche una sesión de terapia comunitaria. O de exorcismo, a juzgar por el movimiento convulso de los asistentes. El grupo Delaporte indujo un estado catártico al público, que hizo sold out a través de su música electro-pop. El dúo está presentando en gira por España su último EP, Abril, con el que homenajean a la música de club.

Salieron Sandra Delaporte y Sergi Salvi, los componentes del grupo, con ganas de morder el escenario. Parecían querer romperlo todo. Abrieron con un eco de la canción Las montañas, un trabajo que dio título a un EP lanzado en 2020, cuando pareció engañosamente que la crisis sanitaria llegaba a su fin. Prometieron que harían bailar toda la noche y así fue, desde las palmas de Clap Clap, también de ese álbum, a Droga Dura o Narciso, canciones de su último disco, no hubo descanso.

El dúo está presentando Abril, un disco con el que esperan cerrar dos años de pandemia y que trae letras poderosas sobre feminismo o independencia, mensajes más terrenales y pegados al día a día que los anteriores. Pero sobre todo es una invitación a bailar.

Han bautizado al directo “vuelta al club” y recrean el ambiente con toques noventeros que incitan a olvidar las restricciones que han vivido los espectáculos en directo y la contención del cuerpo. Ellos mismos explicaron en una entrevista en EL PAÍS que “lo gordo” de la música que les gusta pasó en esta década y por eso lo han adaptado a la estética del dance, para que la gente “apague el cerebro” y se preocupe solo de bailar.

Delaporte se atrevieron a versionar un clásico del reguetón y a la mismísima Madonna. Jugaron con la música, sin complejos, y con el público, que recibió eufórico todas las propuestas. Había cuarentones con sus hijos preadolescentes —con carteles pintado de colores incluido—; veinteañeros deslumbrados con la potencia de los láseres, algún eurófilo ondeando la bandera del círculo estrellado que parecía pedir una candidatura a Eurovisión...

Todos quedaron emplazados para la siguiente cita del grupo en la capital, en el festival Tomavistas. Entre tanto, a Delaporte le quedan un buen número de citas, Cádiz y Barcelona las más inmediatas.

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