Corneados de gravedad Pablo Aguado y el subalterno Juan José Domínguez
Roca Rey cortó dos orejas e impuso su autoridad, su entrega y su poderío en el mano a mano
A poco de comenzar el festejo, con las espadas afiladas de un duelo en la cumbre y la ilusión de las nubes, revoloteó, otra vez, el mal agüero de la tragedia en Vistalegre. El subalterno Juan José Domínguez, a las órdenes de Roca Rey, sufrió una escalofriante paliza a la salida de un par de banderillas que le ha producido heridas calificadas como muy graves por el equipo médico.
Y un minuto antes de que finalizara la corrida, Pablo Aguado montó la espada, se echó sobre el morrillo del sexto toro, que clavó su pitón en el muslo derecho del torero. El sevillano quedó colgado en unos angus...
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A poco de comenzar el festejo, con las espadas afiladas de un duelo en la cumbre y la ilusión de las nubes, revoloteó, otra vez, el mal agüero de la tragedia en Vistalegre. El subalterno Juan José Domínguez, a las órdenes de Roca Rey, sufrió una escalofriante paliza a la salida de un par de banderillas que le ha producido heridas calificadas como muy graves por el equipo médico.
Y un minuto antes de que finalizara la corrida, Pablo Aguado montó la espada, se echó sobre el morrillo del sexto toro, que clavó su pitón en el muslo derecho del torero. El sevillano quedó colgado en unos angustiosos segundos, y sufrió una herida en el tercio medio pendiente de calificar.
Cosas del toro; lo que esperaba que fuera una tarde de ardiente competencia acabó en la enfermería con dos hombres heridos.
Domínguez está vivo de milagro. El primer toro le cortó el viaje cuando el torero lo citó en banderillas; lo empaló en el momento del encuentro, lo dejó sentado en la arena y allí lo buscó con saña hasta tres veces; hubo revuelo de pitones por la cara, lo hirió en el hemotórax izquierdo, lo zarandeó a placer, lo enganchó por el chaleco y lo persiguió sin hacer caso a los capotes que pretendían auxiliar al compañero, al tiempo que Roca Rey tiraba del rabo del animal. Mientras el torero era trasladado a la enfermería, la plaza (otra vez) quedó conmocionada. Instantes después, el equipo médico informó que la cornada no había afectado a órganos vitales, pero el parte final es estremecedor.
Cuatro ganaderías/Roca Rey, Aguado
1º, de Vegahermosa, manso y encastado; 2º, de Jandilla, manso, descastado y rajado; 3º y 4º de Garcigrande, bravo y encastado el primero, y manso y desfondado el segundo; y 5º y 6º, de Núñez del Cuvillo, apagado uno y aplomado el otro. Todos bien presentados.
Roca Rey: estocada baja (ovación); _aviso_ estocada (dos orejas); casi entera (silencio).
Pablo Aguado: metisaca _aviso_ dos pinchazos, cuatro descabellos _2º aviso_ y un descabello (silencio); estocada (silencio); corneado al entrar a matar, estocada (silencio).
Parte médico de J.J. Domínguez: herida en el hemotórax izquierdo, con un agujero de entrada de 15 por 20 cms, y presenta cuatro trayectos, fractura de un costilla y graves lesiones musculares en el pectoral mayor. Pronóstico: muy grave.
Plaza de Vistalegre. Madrid. 19 de mayo. Séptima corrida de feria. Casi lleno de un aforo máximo permitido de 6.000 personas. Asistieron la Infanta Elena y la presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, desde un palco del callejón.
La cogida de Aguado fue menos espectacular, pero más certera. No hubo vuelos de capotes porque el toro acertó a la primera en el carne del matador. Y de nuevo la conmoción, la mala suerte, la sangre de los héroes demarrada.
Instantes antes, el diestro sevillano había sonreído abiertamente al comprobar que ese toro, de noble comportamiento, le permitiría esbozar el sentimiento de su toreo. Hubo destellos a media altura, con lentitud, pero carentes de emoción por el escaso celo de su oponente.
No tuvo suerte Aguado con su lote, rajado su primero, y desfondado el siguiente, pero tuvo la oportunidad de demostrar su misterio personal en un manojo de verónicas templadísimas a su segundo, que fueron todo un monumento a la despaciosidad. Faltó remate en cada una de ellas, pero todas llevaron la firma de un artista.
Y la autoridad, el poderío, el dominio, la quietud y el mando lo puso un privilegiado para el toreo llamado Roca Rey. Puede gustar más o menos; no es un artista, pero sí un torero poderosísimo, que encuentra toro en cada oponente, baja la mano y obliga a embestir.
Se lució muy variado con el capote, impuso su concepto a su encastado primero con una entrega sin límites, y protagonizó una faena completa ante su segundo, un buen ejemplar de Garcigrande, bravo, encastado y noble, con el que ofreció todo una lección de poder y conocimiento. Alargó su labor, que no alcanzó el eco deseado porque su toreo carece de pellizco, pero unas bernadinas ceñidísimas finales acabaron por convencer al respetable. Ante el aplomado y clase que hizo quinto, otra muestra de total suficiencia.
Y todo, por desgracia, quedó ensombrecido por la sangre roja de los toreros. Así es la fiesta de los toros…
Parte médico de Pablo Aguado
Pablo Aguado sufrió una cornada en el tercio medio, cara interna, del muslo derecho. Dos trayectorias: una hacia arriba de 20 centímetros que desgarra músculo vasto interno y contunde arteria femoral en unos 5 centímetros, otra hacia fuera y dentro de 14, que alcanza diáfisis de fémur, con lesiones musculares en vasto interno, recto anterior y crural. Pronóstico grave.