El buen oficio también es un arte

Octavio Chacón y Rubén Pinar destacan ante una seria y sosa corrida de Victorino Martín

Octavio Chacón cita con el capote a su segundo toro.Torostv

Los toreros suelen ser, por lo general, personajes sorprendentes. He aquí dos ejemplos: Octavio Chacón y Rubén Pinar, dos diestros no reconocidos como figuras, fijos en las corridas duras, valerosos, técnicos y experimentados, llegan a Logroño con una sola corrida cada uno en la temporada, se enfrentan a una cuajada, seria y astifina corrida de Victorino Martín, y ofrecen ambos una auténtica lección de la lidia, con un oficio desbordante, claridad de ideas, temple y gusto.

Ni Chacón ni Pinar son artistas de pellizco, pero sí toreros de una pieza, que han demostrado que el buen oficio, l...

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Los toreros suelen ser, por lo general, personajes sorprendentes. He aquí dos ejemplos: Octavio Chacón y Rubén Pinar, dos diestros no reconocidos como figuras, fijos en las corridas duras, valerosos, técnicos y experimentados, llegan a Logroño con una sola corrida cada uno en la temporada, se enfrentan a una cuajada, seria y astifina corrida de Victorino Martín, y ofrecen ambos una auténtica lección de la lidia, con un oficio desbordante, claridad de ideas, temple y gusto.

Ni Chacón ni Pinar son artistas de pellizco, pero sí toreros de una pieza, que han demostrado que el buen oficio, la veteranía bien entendida, y el conocimiento exacto de la lidia de un toro íntegro es un arte respetado y admirado por los buenos aficionados. Distinto es que los avatares de la tauromaquia moderna se deslicen por derroteros más livianos y menos exigentes, lo que no resta un ápice de grandeza a la actitud y trayectoria de este tipo de toreros.

La corrida de Victorino fue tan bella por fuera como triste por dentro; preciosa estampa la de los cuatro toros, con toda la barba y cara de hombres mayores, astifinos y de mirada desafiante; blandos de remos, cumplidores sin rematar en los caballos, y sosos, descastados, de corto recorrido y disminuida acometividad en la muleta. Todos nobles, pero tristes. No hubo una alimaña tobillera, ni ese toro de premio que ara la arena del ruedo en su embestida.

MARTÍN/CHACÓN, PINAR

Cuatro toros de Victorino Martín, todos cinqueños, muy bien presentados y astifinos, cumplidores en los caballos, blandos, sosos y descastados en el tercio final.

Octavio Chacón: pinchazo y estocada baja _aviso_ (ovación); estocada baja (oreja).

Rubén Pinar: dos pinchazos, estocada _aviso_ y un descabello (silencio); dos pinchazos y un descabello (ovación).

Plaza de Logroño. 22 de noviembre. Decimotercera corrida de la Gira de Reconstrucción. Algo menos de mil espectadores.

Con estos cuatro toros se jugaron el físico Octavio Chacón y Rubén Pinar, y salieron airosos de la plaza, con la conciencia tranquila de haber triunfado ante la dificultad insípida de los toros.

Chacón sorprendió por la suavidad de sus formas, la serenidad en el manejo de los engaños, la búsqueda permanente del temple, el gusto y la profundidad. Se lució, y de qué manera, con el capote en sus dos toros, a la verónica y por delantales, siempre bien colocado; y demostró su aprendido oficio y veteranía en dos faenas preñadas de conocimiento, seguridad, prestancia y armonía.

Chacó no puede evitar ser hijo de su época y alargó sus trasteos innecesariamente, y ese y el irregular uso de la espada fueron sus dos pecados destacables en una labor de figura del toreo.

No le anduvo a la zaga Rubén Pinar, con sobrado oficio, sin perder nunca la cara a sus dos sosos oponentes, valeroso y seguro toda la tarde.

Candelas y Ángel Otero, miembros de su cuadrilla, se lucieron con el capote y las banderillas, y el público así se lo reconoció.

Se acabó, por el momento, la Gira de Reconstrucción, aunque aún quedan por celebrar dos corridas aplazadas en su día y sin fecha de celebración.

Y acaba con el buen sabor de boca de dos toreros artistas de sobrado y buen oficio.

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