El exbaloncestista Iñaki Zubizarreta relata en el cómic ‘Subnormal’ el calvario que sufrió en el colegio
“Decidí que lo mostráramos todo en su crudeza. Que se deje ya de decir que son ‘cosas de chavales”, señala sobre las viñetas el que fuera jugador del Pamesa Valencia
Es todo real. Las palizas, las humillaciones, los insultos. La vez que le dejaron en coma, y la que le sumergieron la cabeza en las heces. Existieron de verdad compañeros que le machaban y una profesora que, en lugar de defenderle, le llamaba “bobo”. ...
Es todo real. Las palizas, las humillaciones, los insultos. La vez que le dejaron en coma, y la que le sumergieron la cabeza en las heces. Existieron de verdad compañeros que le machaban y una profesora que, en lugar de defenderle, le llamaba “bobo”. Iñaki Zubizarreta se pasó la adolescencia bajo asedio. Tanto que, en una viñeta, la desesperación le empuja hasta el borde de un barranco. Y eso también sucedió.
Hay tantas heridas en su memoria que los lápices apenas debieron inventar: solo los mensajes por móviles, que en los ochenta casi no existían y hoy ofrecen un canal privilegiado al acoso escolar. “Decidí que lo mostráramos todo en su crudeza. Que se deje ya de decir que son ‘cosas de chavales’. El bullying está destruyendo vidas”, defiende Zubizarreta. No pudo con la suya, pero sigue dejando demasiadas por el camino. Por eso, quiso un cómic tan implacable como sus recuerdos, una obra que convirtiera al lector en un niño acorralado. El propio título del tebeo, que edita Panini bajo el sello Evolution, no deja espacio para filtros: Subnormal. Porque así le llamaban, una y otra vez.
Hay tantas heridas en su memoria que los lápices apenas debieron inventar
“Por suerte la herida ya no sangra, queda la marca. Veía mi vida como una penitencia, hoy la considero un regalo que me permite ayudar”, asegura Zubizarreta. Porque, ante aquel acantilado, dio un paso atrás. Por su familia, por su hermano pequeño y por sí mismo. En lugar de agachar la mirada, la levantó hacia un futuro distinto. Resultó que ese físico por el que tanto se reían de él era un don. Y que, en la cancha de baloncesto, el chico marginado podía ser el jefe. Llegó a la ACB, y a levantar la Copa del Rey con Pamesa Valencia en 1998. Ahora tiene 48 años, es masajistay ha aprendido a dominar sus fantasmas.
“Lo que mata son los silencios. Y el lenguaje que utilizan contra ti. Te vas creyendo lo que te dicen, vas justificando lo que te pasa. Para salir adelante hay que hablar. Si callamos nos convertimos en acosadores pasivos. Trabajar para que suceda cada vez menos es una responsabilidad de todos”, explica Zubizarreta. Él la ha asumido en primera persona. Desde la primera ocasión en que compartió en público sus vivencias —”fue durísimo, aunque también liberador”— se ha volcado con conferencias, becas y todo tipo de iniciativas en evitar que otros sufran esa tortura.
El año pasado, el Ministerio de Educación detectó 5.557 posibles casos de acoso escolar en 12 meses, de los cuales el 54% se producía casi a diario. Otras estimaciones suben la cifra de afectados hasta unos dos millones de menores. Las 5.000 copias de Subnormal que salen al mercado son la mano que Zubizarreta ofrece a quien no sepa cómo levantarse. “El recuerdo se queda pero puedes gestionarlo de forma que no te rompa. Hay vida, buena vida después del acoso escolar. Se sale, pero no es fácil, ni de corto plazo. Es una batalla de valientes”, afirma.
“Lo que mata son los silencios. Y el lenguaje que utilizan contra ti. Te vas creyendo lo que te dicen, vas justificando lo que te pasa", dice el exjugador
Lo dice un coloso de 2,07 metros, musculatura potente y voz cavernosa. En cualquier relato sobre bullying se daría por hecho que Zubizarreta lo perpetraba. “No me jodas que a ese tío le acosaron”, le soltó hace un par de años el célebre dibujante Jordi Bernet a José Luis Córdoba, cuando conoció la historia. Por eso, entre otras razones, el director editorial de Panini se empeñó en sacar adelante Subnormal: “Nadie está libre de esta persecución”.
Primero, convenció al protagonista. Y, luego, el guionista Fernando Llor y el dibujante Miguel Porto plasmaron su relato en un tebeo que esconde su contenido demoledor tras una apariencia comercial. “Fue complicado narrarlo. Estaba destrozado escribiendo la historia”, dice Llor, que llegó a hablar hasta cuatro veces al día con Zubizarreta. “Te planteas hasta qué punto puedes ser explícito, si debe tener difusión juvenil. Pero al final pusimos toda la carne en el asador”, agrega Porto.
"Hay vida, buena vida después del acoso escolar. Se sale, pero no es fácil, ni de corto plazo. Es una batalla de valientes”, afirma
Incluido el momento en que Zubizarreta estuvo a punto de tirarlo todo por la borda. En 2004, cuando creía enterrado su pasado, el suicidio del joven Jokin Ceberio le devolvió al punto de partida. “Fue el primer caso documentado como acoso escolar a nivel nacional. Iba leyendo los medios, me fui calentando. Era un calco de lo que me hicieron a mí. Ocurrió meses antes del fallecimiento de mi padre y perdí el control. Me convertí en un demonio”, reconoce. Consiguió descubrir dónde vivía su exprofesora. La siguió. Y se le acercó dispuesto a tomarse la venganza por sus manos. “Mi intención era partirle la espalda y que acabara en una silla de ruedas. Yo habría terminado en la cárcel”, confiesa. De nuevo, justo antes de caerse al precipicio, se detuvo.
Ella nunca se dio la vuelta: puede que incluso descubra el episodio ahora en el cómic. Desde entonces, Zubizarreta ha sabido de varios alumnos a los que la mujer reservó las mismas vejaciones. “Puedo comprender el comportamiento de unos chicos asilvestrados. Pero que ella participara en mi aislamiento no lo he entendido jamás”, añade. Tampoco ha podido preguntarle: cuenta que intentó contactar con ella, pero se negó a hablarle.
De sus acosadores, en cambio, no le importa especialmente: “Se trata de trasladar el mensaje, no de averiguar quiénes son”. Zubizarreta dice que no necesita hablarles aunque, si ellos lo intentaran, tampoco les rechazaría. Fueron su pesadilla, pero hace mucho que ya no les tiene miedo. Y eso también es real.
Vengadores contra el 'bullying'
Para reforzar su campaña contra el 'bullying', Panini Comics ha llegado a un acuerdo con la Comunidad de Madrid para que los colegios de la región distribuyan estas semanas entre sus alumnos 430.000 copias de 'Vengadores: acoso nunca más', en un proyecto realizado también con la colaboración de la librería Akira y de Calidad Pascual. El tebeo incluye cuatro historias donde Ojo de halcón dice basta a la discriminación y los comentarios despectivos, o Spiderman explica a un niño, "de un friki de la ciencia a otro", que el acoso nunca es culpa de quien lo sufre.