Javier Docampo Capilla, bibliotecario

Fallecido el viernes víctima de coronavirus, Docampo revolucionó la biblioteca y el archivo del Prado antes de convertirse en el director del departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la Biblioteca Nacional

Javier Docampo.

Javier Docampo Capilla (Madrid 1962-2020) falleció en Madrid el pasado 27 de marzo. Era desde julio de 2016 director del departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la Biblioteca Nacional un puesto que consideraba la culminación de su carrera profesional dedicada al mundo de los libros, y especialmente al de los manuscritos iluminados, de los que era sin duda un destacado estudioso. Desde que hiciera su tesina en 1985 sobre ...

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Javier Docampo Capilla (Madrid 1962-2020) falleció en Madrid el pasado 27 de marzo. Era desde julio de 2016 director del departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la Biblioteca Nacional un puesto que consideraba la culminación de su carrera profesional dedicada al mundo de los libros, y especialmente al de los manuscritos iluminados, de los que era sin duda un destacado estudioso. Desde que hiciera su tesina en 1985 sobre Las miniaturas del libro de horas ms. 21.547 de la Biblioteca Nacional, su nombre ha estado presente en los más destacados proyectos que se han realizado en España y el extranjero sobre manuscritos medievales iluminados, tanto en exposiciones como en congresos, cursos y publicaciones. Sería prolijo hacer una lista de sus colaboraciones, al tiempo que difícil seleccionarlas, pero en estos momentos tiene una especial relevancia mencionar el estudio en el que hasta unos días antes de su fallecimiento estaba inmerso y con el que estaba tremendamente ilusionado. Se trata del catálogo razonado de los manuscritos franceses iluminados de la Biblioteca Nacional de España, cuya publicación iría acompañada de la exposición Luces del Norte, que debía inaugurarse el próximo 22 de mayo. Su rigor y erudición volcados en ambos a buen seguro constituirán un legado de su trabajo que servirá de modelo y guiará a los futuros estudios en este ámbito.

Docampo encaminó desde muy pronto sus pasos profesionales en el servicio público como bibliotecario –que así le gustaba considerarse por encima de todo–, primero, en bibliotecas universitarias de Galicia, y desde 1991, como miembro del Cuerpo Facultativo de Bibliotecas, en la sección de Dibujos y Grabados de la Biblioteca Nacional, donde demostró su gran valía al poner todo su esfuerzo y dedicación en la catalogación y publicación del extraordinario fondo de estampas de Goya de esa institución, así como el de las series grabadas de William Hogarth y de la colección de carteles del siglo XIX. Su alta consideración del servicio público le llevó posteriormente a ser asesor de bibliotecas en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Su sabiduría en variados temas artísticos y su extraordinaria capacidad de organización motivaron que Miguel Zugaza, entonces director del Museo del Prado, le llamara para dirigir el área de Biblioteca, Archivo y Documentación. Durante sus años en el Prado (2005 y 2016), Docampo dio una vez más lo mejor de sí mismo y, con el apoyo de la dirección, llevó a cabo una transformación total tanto de la Biblioteca como del Archivo, que pasaron de tener un uso minoritario y casi restringido al personal del Museo, a ser accesibles a toda clase de investigadores, al romper los muros físicos y facilitar una ingente cantidad de información bibliográfica y documental en la página web del Museo; página, que bajo su atenta supervisión, ha conseguido ser un referente en el mundo de los museos de dentro y fuera de España.Durante su jefatura, la biblioteca no solo inauguró una nueva y magnífica sede en el Casón del Buen Retiro –bajo la bóveda con frescos de Luca Giordano, que tanto le gustaba explicar–, sino que vio multiplicados sus fondos gracias a una activísima política de adquisiciones, tanto de publicaciones contemporáneas, con una excelente compilación de revistas, como de obras del fondo antiguo. Para ello se valió de la incorporación de bibliotecas especializadas en diversos aspectos de la historia del arte, como las de Juan Bordes, Antonio Correa o Félix de Azúa, entre otras; o históricas, como la de la familia Madrazo. La catalogación, digitalización y puesta a disposición del público y del investigador de forma libre y en el menor tiempo posible son un testimonio elocuente de su concepto de la función pública y de su deseo de trabajar para la sociedad sin ningún tipo de personalismo. En estos años también organizó importantes exposiciones centradas en el fondo histórico de la biblioteca del Museo, como Bibliotheca artis (2010) o la Biblioteca del Greco (2014).

Pero por encima de todo esto Docampo fue un hombre generoso, siempre dispuesto a colaborar y ayudar a cuantos se lo solicitaron. De trato cordial y agudo sentido del humor, charlar con él desde los asuntos más eruditos a los más cotidianos fue siempre una fuente de placer y de continuo aprendizaje. Fue amante de la vida, de sus placeres, y gran amigo de sus amigos como prueba el dolor y la desolación que sentimos todos aquellos que, en el ámbito de las bibliotecas, la universidad y los museos de España y del extranjero, lloramos hoy su temprana pérdida que nos ha privado del mejor de los bibliotecarios posibles.

José Manuel Matilla Rodríguez es Jefe de conservación de dibujos y estampas del Museo Nacional del Prado

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