Los franquistas son la monda

Del franquismo solo quedan señoras que Ana Rosa se toma a pitorreo y una caterva de marginales incapaces de movilizar más que a unos pocos frikis

Franquistas cerca del cementerio de Mingorrubio la mañana de la exhumaciónJeff J Mitchell (Getty Images)

Ante las desgracias, en mi familia se repetía un lema que venía de lo más oscuro de la posguerra: “Comer, no comeremos, pero lo que nos hemos reído”. Viendo el despliegue exhumatorio, lo parafraseé: los españoles, resolver conflictos históricos, no los resolveremos, pero lo que nos hemos reído. Hubo escenas a la altura de Faemino y Cansado. Mi mujer, al oír mis carcajadas, me preguntó qué estaba viendo. “...

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Ante las desgracias, en mi familia se repetía un lema que venía de lo más oscuro de la posguerra: “Comer, no comeremos, pero lo que nos hemos reído”. Viendo el despliegue exhumatorio, lo parafraseé: los españoles, resolver conflictos históricos, no los resolveremos, pero lo que nos hemos reído. Hubo escenas a la altura de Faemino y Cansado. Mi mujer, al oír mis carcajadas, me preguntó qué estaba viendo. “Lo de Franco", respondí, "que es la monda”, por usar una expresión de 1975.

Fue la monda ver a Juan Chinarro, presidente de la Fundación Francisco Franco, recitándole versos de Antonio Machado a Susanna Griso. Si le dejan unos minutos más, apela al mismísimo Azaña para defender a Franco. Fue la monda ver a una señora llamada Pilar Gutiérrez, presidenta de Movimiento por España, decirle a Ana Rosa Quintana: “Los demócratas somos los franquistas”, porque “Franco trajo la democracia”. Lo dijo con mucha gracia, como una humorista que imitara a una señora franquista muy exaltada, y dio pie a Ana Rosa para soltar una de las sentencias más sensatas que se oyeron en toda la mañana: “Vamos a tomárnoslo con humor, porque Franco murió hace 44 años”.

Que Ana Rosa se erigiera en emblema de cordura y relajo da cuenta del tono berlanguiano que se le puso al día. Fue genial que Pilar Gutiérrez tuviera sus 15 minutos de fama, porque estamos acostumbrados a que se hable del franquismo como de una sombra alargada que maneja el país desde quién sabe qué despachos, y en realidad, del franquismo solo quedan señoras que Ana Rosa se toma a pitorreo, una caterva de marginales que, ante la exhumación de su momia, no son capaces de movilizar más que a unos pocos frikis muy parecidos a los que acuden el 22 de diciembre al sorteo de Navidad, tan inofensivos como el vecino gruñón del quinto.

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