Novillada en Las Ventas

Ignacio Olmos acaricia el triunfo ante una notable novillada de Julio García

El novillero toledano, herido leve, da una vuelta al ruedo y pierde los trofeos con la espada

Ignacio Olmos, en un pase por bajo.Plaza1

¿Quién habrá ganado las elecciones? ¿Saldrá Ignacio Olmos a matar al sexto? Estas eran las dos preguntas que sobrevolaban en Las Ventas instantes antes de la salida del último novillo, a eso de las ocho y media de la tarde. Olmos salió, pero el festejo terminó sin certeza política alguna.

Así que, corriendo, los aficionados que acudieron al coso madrileño se marcharon a casa a ver qué deparaban las urnas. Antes, eso sí, y tras ovacionar al novillero toledano, obligaron a saludar en el tercio al mayoral de la ganadería de Julio García, el gran triunfador de la tarde.

Aunque los se...

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¿Quién habrá ganado las elecciones? ¿Saldrá Ignacio Olmos a matar al sexto? Estas eran las dos preguntas que sobrevolaban en Las Ventas instantes antes de la salida del último novillo, a eso de las ocho y media de la tarde. Olmos salió, pero el festejo terminó sin certeza política alguna.

Así que, corriendo, los aficionados que acudieron al coso madrileño se marcharon a casa a ver qué deparaban las urnas. Antes, eso sí, y tras ovacionar al novillero toledano, obligaron a saludar en el tercio al mayoral de la ganadería de Julio García, el gran triunfador de la tarde.

Aunque los seis ejemplares de la divisa salmantina acabaron en el desolladero con las orejas intactas, todos ofrecieron grandes posibilidades de triunfo. Desiguales en los caballos -algunos mansearon y otros sí cumplieron y empujaron-, la mayoría aprobó con nota en el último tercio.

JULIO GARCÍA/DE LUIS, LAGARTIJO, OLMOS

Novillos de Julio García, muy bien presentados, serios y de lustrosas hechuras, de desigual comportamiento en los caballos y buen juego en la muleta. Destacó el sexto, muy completo. El primero, muy manso.

Kevin de Luis: estocada ligeramente trasera, tendida y atravesada _aviso_ y seis descabellos (silencio); pinchazo y estocada _aviso_ (silencio).

Lagartijo: estocada corta delanterilla _aviso_ y un descabello (saludos tras leve petición de oreja); _aviso_ pinchazo en los blandos, otros dos pinchazos, estocada desprendida y algo atravesada _segundo aviso_ y dos descabellos (silencio).

Ignacio Olmos: pinchazo y bajonazo (vuelta al ruedo con algunas protestas); pinchazo, estocada tendida y atravesada, cuatro descabellos _aviso_ y otro descabello (saludos). Parte médico: El novillero sufrió en el tercero una herida por asta de toro en la cara interna del muslo izquierdo de 15 centímetros con dos trayectorias y pronóstico leve.

También resultó herido el banderillero Reyes Mendoza, que sufrió diversas heridas y contusiones en la zona izquierda de su rostro durante la lidia del segundo. Pronóstico reservado.

Plaza de toros de Las Ventas. Novillada. Domingo, 28 de abril. Alrededor de un quinto de entrada (6.187 espectadores, según la empresa).

Especialmente bueno fue ese sexto, de nombre Iluminado, que, tras emplearse bajo el peto, llenó de luz el ruedo de Las Ventas con su incansable nobleza encastada. ¡Con qué alegría se arrancaba! ¡Qué prontitud! ¡Qué fijeza! ¡Qué forma de colocar la cara! Un animal sobresaliente que puso la guinda a un encierro notable, impecablemente presentado. Conjunto muy serio y lustroso que contó con algún astado que, por trapío, podría haberse lidiado como toro en más de una plaza de primera categoría.

Frente a ellos y frente a su integridad no había ninguna figura. Delante, tres chavales de escaso bagaje profesional. Especialmente dos, Kevin de Luis e Ignacio Olmos, que se presentaban en Madrid. Y este último, pese a haber sumado tan sólo un par de festejos la pasada temporada, dejó unas magníficas sensaciones y perdió el triunfo con los aceros.

Primero, ante un encastado pero agrio tercero, y, después, con el excelente sexto, Olmos demostró que, además de tener valor, sabe torear. Con su primero, que fue acortando el recorrido y acabó buscando alevosamente el bulto, se puso en el sitio y, a base de firmeza, logró dos tandas de redondos -sobre todo, una de ellas- de toreo largo, templado y macizo. Esfuerzo que pagó con dos volteretas que le llevaron a la enfermería.

De su mano izquierda brotaron los mejores muletazos de la tarde, justo cuando ésta ya tocaba a su fin. Colocado en el sitio, aunque no llegó a estar a la altura de la calidad de su oponente, Ignacio Olmos ejecutó naturales de bello trazo que, junto a un puñado de adornos por bajo con los que complementó la obra, hicieron rugir los tendidos. Habría cortado la oreja, pero los aceros se cruzaron en su camino.

Kevin de Luis se las vio y se las deseó para meter en los engaños al que abrió plaza, un jabonero manso de solemnidad, que huía de su sombra, pero que, a favor de querencia y si lograbas sujetarlo, metía la cara con transmisión. Tardó en encontrar el secreto el sevillano, pero lo acabó consiguiendo en un trasteo de mérito. Ante el buen cuarto, de preciosa estampa, que manseó en el primer tercio, pero que luego desarrolló nobleza y calidad, la falta de oficio sólo le permitió cumplir con dignidad.

Otro buen lote le correspondió a Lagartijo, al que la parroquia reprendió con severidad cuando se dispuso a dar la vuelta al ruedo tras la muerte del segundo. Como casi siempre, llevaban razón los espectadores. Aunque siempre intentó el toreo encajado de riñones -cosa que se agradece-, el cordobés mostró demasiada preocupación por la figura y se olvidó de lo importante: torear. Dio muchos pases y, para su infortunio, no dijo nada.

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