Análisis

El mago de la escena… y de la resistencia

Salvador Távora atesoraba una larga experiencia de vida, de lucha, de la que provenía su fuerza

Salvador Távora, en la plaza de toros de la Maestranza de Sevilla, en los ensayos de 'Carmen. Ópera andaluza de cornetas y tambores', en 1996.Pérez Cabo

Conocí a Salvador Távora en 1986 en el Bellas Artes de Madrid, donde estrenaba Atalaya. Él, ya reconocido internacionalmente, se acercó a saludar a esos paisanos “emergentes” con su mirada brillante y entusiasta. Ahí percibí su enorme talla humana, tan grande como la artísta… Poco después recibiría la medalla de oro de las Bellas Artes que suponía su primer reconocimiento oficial… Nunca fue muy amigo de la oficialidad ni de los “de arriba”, sí de los “de abajo”. Por eso compartimos tantas vive...

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Conocí a Salvador Távora en 1986 en el Bellas Artes de Madrid, donde estrenaba Atalaya. Él, ya reconocido internacionalmente, se acercó a saludar a esos paisanos “emergentes” con su mirada brillante y entusiasta. Ahí percibí su enorme talla humana, tan grande como la artísta… Poco después recibiría la medalla de oro de las Bellas Artes que suponía su primer reconocimiento oficial… Nunca fue muy amigo de la oficialidad ni de los “de arriba”, sí de los “de abajo”. Por eso compartimos tantas vivencias y tantas luchas. Él siempre como maestro, pero también como amigo y hermano mayor. Muchos instantes juntos detrás de la pancarta “Cultura contra la guerra” en 2003, en Morón, en Rota, por las calles de Sevilla… y también delante de consejeros de la Junta de Andalucía, muy ignorantes de la realidad de la escena andaluza.

Nos unía haber nacido el 3 de abril, nos unía tomar partido por los desheredados, nos unía querer provocar fuertes emociones a través de los sentidos con una imagen, una música, una atmósfera… nos unía creer en un grupo: La Cuadra de Sevilla fue el referente del teatro de grupo en nuestro país. Pero él atesoraba una larga experiencia de vida, de lucha, que los demás directores de escena no habíamos transitado, de ahí provenía su enorme capacidad de resistencia. En una entrevista que le realicé para ADE [Asociación de Directores de Escena de España] en 1997 escribí que Salvador era el autor-director de nuestro país que más kilómetros en gira había recorrido por todo el mundo. Su prestigio universal era muy superior al que tenía en su propia tierra, donde —quizás por su origen de clase humilde— no se le consideraba aún como el más grande de la escena. Aprendí de él sobre todo el teatro como resistencia, pero a la vez como magia — “El teatro es la ordenación mágica de todas aquellas expresiones que tienen capacidad emocional”, dijo entonces—, y por encima de todo me queda su sonrisa, el brillo de sus ojos y su enorme inteligencia escénica.

Ricardo Iniesta es director de Atalaya Teatro y de TNT de Sevilla.

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