El turismo como territorio de ficción invadido por la carcoma de la realidad

Unas jornadas en Alicante dan fin al proyecto 'Ciutat de Vacances', una mirada artística al fenómeno de la masificación de visitantes

Obra 'End of season', en la que el autor usa la fotografía como técnica de expresión para situarnos delante de lo cotidiano. Ángel Marcos

El turismo es un “territorio de ficción” que en los últimos años ha sido invadido por la carcoma de la realidad. “La museización del hábitat cotidiano” y la “especulación con la hospitalidad” han repercutido en las ciudades más visitadas, en las que “se clonan las ofertas y se reproducen las problemáticas”, tanto en “los centros históricos como en las zonas de playa”. La masificación de turistas ha conducido a “la mercantilización de la cultura, la especulación de lo privado y la apropiación de lo público”, fenómenos que, hasta ahora, se han estudiado desde la estadística y los hechos...

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El turismo es un “territorio de ficción” que en los últimos años ha sido invadido por la carcoma de la realidad. “La museización del hábitat cotidiano” y la “especulación con la hospitalidad” han repercutido en las ciudades más visitadas, en las que “se clonan las ofertas y se reproducen las problemáticas”, tanto en “los centros históricos como en las zonas de playa”. La masificación de turistas ha conducido a “la mercantilización de la cultura, la especulación de lo privado y la apropiación de lo público”, fenómenos que, hasta ahora, se han estudiado desde la estadística y los hechos. El “impulso para la transformación del individuo” que inauguró el turismo allá por el siglo XVII ha acabado por devorar el espacio de los ciudadanos.

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Todos los entrecomillados pertenecen a Nekane Aramburu, directora de Es Baluard, el museo de arte moderno y contemporáneo de Palma de Mallorca, y comisaria del proyecto Ciutat de Vacances (Ciudad de Vacaciones), una mirada al turismo nacido de los viajes low cost, los alquileres de la economía colaborativa y la superpoblación de cruceros. Y con el que se pretende volver al punto de partida, el de la ficción. El arte como estudio de la realidad. Como detector de las distorsiones que han surgido en un sector de capital importancia para la economía española pero que sufre la paradoja de no dejar vivir en paz a aquellos a los que da de comer.

Ciutat de Vacances arrancó hace tres años, ha sumado a otros centros de arte como el de Santa Mónica de Barcelona y ha pasado por Venecia, Barcelona y Palma, ciudades en las que ha dejado su rastro de exposiciones de fotografía, instalaciones y proyecciones de vídeo firmadas por multitud de creadores que han encontrado su inspiración en el turismo de masas. La última escala de este recorrido ha sido Alicante, cuyo Museo de Arte Contemporáneo (MACA) ha albergado unas jornadas que han brindado a los participantes en el proyecto “la ocasión de sentarnos y pensar”, según Aramburu. Y que han permitido sumar a Benidorm como joya de esta iniciativa de entomología turística. La última pieza de este engranaje de ciudades que Aramburu define como “unidas por el Mediterráneo y por la peregrinación turística”.

Otro de los responsables del proyecto, Pedro Medina, señala que la idea inicial fue “aportar una mirada diferente” al fenómeno, con el fin de activar “un turismo sostenible” que se convirtiera en “un modelo viable a largo plazo”. Y el desarrollo de este acercamiento al turismo desde un punto de vista menos académico y más sentimental no ha podido ser más oportuno. Durante los tres años de su evolución, se han enfrentado “a las pintadas en Palma a favor de los refugiados y en contra de los turistas”, recuerda Aramburu, “a los atentados de Barcelona en plenas ramblas, a la toma de medidas en muchas ciudades en torno a los cruceros, a las leyes que regulan los apartamentos de Airbnb, a cambios en la vida y en la economía de los ciudadanos provocados por la falta de recursos hídricos como el agua o el aumento de los índices de contaminación”. O a la presencia cada vez más habitual de turistas en los países de los que salen los emigrantes en busca de la arcadia feliz de Europa, según apunta el antropólogo francés Marc Augé, uno de los participantes en las charlas del MACA.

A juicio de Medina, las leyes, multas y barreras “no son soluciones, sino gestos políticos” que tratan de paliar los efectos del turismo en las ciudades. En su opinión, era necesario “dar voz a gente muy dispar” que observara la realidad desde otro rincón. Artistas que prestaran oídos a esa señora que “preguntó en un vaporetto cuándo cerraba Venecia”. Que detectaran, “desde un punto de vista emocional”, continúa Medina, cómo reparar “la disminución de servicios y comercios para los ciudadanos a favor de los destinados o turistas” o cómo mantener “esta fuente de riqueza económica sin degradar la experiencia de los residentes”. “Hace falta pensar las ciudades turísticas precisamente para evitar que se arruine aquello que genera la fascinación del viajero”. Otra vez, la batalla entre realidad y ficción.

Y si se habla de ficción, nada mejor que concluir con Benidorm, donde el turismo no es un problema porque es una ciudad con sus propias reglas. Como Macondo, como Comala. Como Las Vegas. “Benidorm es la realización del proyecto utópico occidental”, escribe para Ciutat de Vacances el artista Tomás Ruiz-Rivas. “Siendo un espacio destinado a la felicidad”, asegura, “se trata sin duda de la materialización última y real de la utopía. Su mejor destilado. A partir de ella tendremos que pensar el futuro en términos diferentes”. Su texto formará parte de la publicación en papel de todas las conclusiones del proyecto, que hasta ahora se ha actualizado y dado a conocer en una página web.

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