Las bodas de plata del hedonismo y la tecnología

Sónar arranca su 25 ª edición maridando música y ciencia

Asistentes a la primera jornada de Sónar 2018. Albert García

Esa es la imagen del aniversario: el entusiasta recién ingresado que avanza ya brazos arriba, contoneándose, ferviente, accediendo al gran escenario al aire libre del Sónar. Ingresando en el sonido pulsátil, sensualmente estruendoso, un masaje sonoro que activa todas las células del recuerdo sobre la hierba (artificial). Veinticinco años de festival, bodas de plata del hedonismo y la tecnología, y la feria sigue abierta y atrayente, el carrusel vertiginoso. Prometiendo sorpresas. Hace calor, pero no tanto.

La música ya tomó ayer a mediodía todos los escenarios diurnos. El circo de tres ...

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Esa es la imagen del aniversario: el entusiasta recién ingresado que avanza ya brazos arriba, contoneándose, ferviente, accediendo al gran escenario al aire libre del Sónar. Ingresando en el sonido pulsátil, sensualmente estruendoso, un masaje sonoro que activa todas las células del recuerdo sobre la hierba (artificial). Veinticinco años de festival, bodas de plata del hedonismo y la tecnología, y la feria sigue abierta y atrayente, el carrusel vertiginoso. Prometiendo sorpresas. Hace calor, pero no tanto.

La música ya tomó ayer a mediodía todos los escenarios diurnos. El circo de tres pìstas del tecno. Se pudo ver gente a por todas, a saco, sin dosificar, qué tíos. Como si no hubier un mañana (¡y un pasado mañana!).

Un grupo accedió a la réplica de la estación espacial Mir (una de las atracciones de esta edición que mira hacia el cosmos) sin parar de bailar. Tres tipos pasadillos, vés a saber de qué, subieron también. Previamente se les explicó la historia de la instalación soviética. Parecieron prestar atención. “Vale, genial, tío, ¿dónde sirven las birras?”. La Mir es preciosa, incluso con semejantes cosmonautas: pura tecnología povera. Lleva estibados casetes y cintas de vídeo. Te parece que te puedes encontrar a Gagarin y a Titov, y al astronauta Tichy de Stanislaw Lem. Por la escotilla se ve la luna girando, un espectáculo hipnótico. Más allá, en el Sónar 360 º, bajo una cúpula, extrañas visiones caían sobre el público desparramado. Fuera una chica se retrataba sobre un unicornio azul.

En estas apareció la consejera de Cultura Laura Borràs, Coincidió su presencia con la actuación de los africanos Kokoko! enfundados en monos como de presidiarios y amarillos, y no digo más.

En el SónarHall, Fractal Fantasy (Sinjin Hawke & Zora Jones) se proyectaban a sí mismos en pantalla y se descomponían entre andanadas sonoras que te pararían el marcapasos. Menos sofisticada pero más elocuente, del SónarXS, brotaba la tonada “a mí me gusta que me den duro por eso el vecino me está rompiendo el c...”. Del set de Koshiro & Kawashima salió una joven con una capa de lucecitas y un body tan constreñido en las ingles que era una loa a la depilación. La cola de Despacio avanzaba eso, despacio. La fiesta está servida y va tomando cuerpo.

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