Conchita Montenegro

En el Festival de Cine de San Sebastián de 1994 se pretendió rendir un homenaje a la actriz donostiarra, la primera española en conquistar Hollywood

En el Festival de Cine de San Sebastián de 1994 se pretendió rendir un homenaje a la actriz donostiarra Conchita Montenegro, pero no hubo manera. Ella se negó a exhibirse ante el público dada su edad y situación. Se había retirado del cine en 1944 tras haber triunfado en Hollywood donde fue la primera actriz española en conquistarlo. Había sido descubierta poco antes en una película muda francesa de 1929, La femme et le pantin (La mujer y el pelele), donde había lucido un desnudo integral deslumbrante. Porque era gua...

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En el Festival de Cine de San Sebastián de 1994 se pretendió rendir un homenaje a la actriz donostiarra Conchita Montenegro, pero no hubo manera. Ella se negó a exhibirse ante el público dada su edad y situación. Se había retirado del cine en 1944 tras haber triunfado en Hollywood donde fue la primera actriz española en conquistarlo. Había sido descubierta poco antes en una película muda francesa de 1929, La femme et le pantin (La mujer y el pelele), donde había lucido un desnudo integral deslumbrante. Porque era guapa, muy guapa, una de las mayores bellezas que hubo en el Hollywood de los años treinta. Todos se enamoraron de ella y a todos conquistó, hasta el punto de que al principio de su carrera Clark Gable se propasó en una secuencia de amor recibiendo como respuesta un bofetón que se hizo histórico, lo que estuvo a punto de hundir la incipiente carrera de la joven.

Tras vivir en el olvido durante años, ha sido recientemente recordada con dos libros, Mientras tú no estabas, de Carmen Ro, y Mi pecado, de Javier Moro, título este que no hace referencia a ningún pasaje de su vida sino a un perfume que le gustaba mucho. Ambos libros insisten en el olvido al que había sido relegada tras su regreso a España al finalizar la Guerra Civil, donde filmó muy poco, siendo Rojo y Negro y Lola Montes las películas más destacables de esta etapa.

Precisamente para sacarla del olvido el Festival de San Sebastián intentó el homenaje ya citado que a ella de entrada parecía gustarle mucho. Se trataba de proyectar La mujer y el pelele con acompañamiento musical de dos pianos de cola, una guitarra y la voz de Ángela Molina que interpretaría la canción Conchita, ya que había dado vida al mismo personaje en la película de Buñuel Ese oscuro objeto del deseo. En largas conversaciones telefónicas Conchita y Ángela parecían entenderse muy bien, llevándonos a la sospecha de que la negativa de Conchita Montenegro se debía a que había engordado demasiado y no quería cambiar el recuerdo de su imagen de mujer sofisticada y sensual. Pero lo que no sabíamos bien entonces o en todo caso solo por rumores era de su participación en la Segunda Guerra Mundial tratando de que Franco declarara a España país neutral, una participación indirecta ya que el encargado de tal misión era en realidad el actor británico Leslie Howard, con quien Conchita había tenido una apasionada historia de amor que había sido la comidilla de todo Hollywood. El actor gustaba mucho a Franco que le había visto en una proyección privada de Lo que el viento se llevó. Ella gestionó el encuentro entre Franco y Leslie Howard a través de su marido el diplomático Ricardo Giménez-Arnau, quien superando los celos ayudó al agente británico.

Fue una pena que Montenegro no aceptara el homenaje que le ofreció San Sebastián, ya que fue un gran éxito para Ángela Molina y la propia película donde la actriz brillaba como el público español nunca la había visto ni la vería.

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