Opinión

La ciudad no necesita más santuarios

Desde que en 2006 el Estado adquiriera la Cabeza de apóstol, procedente de la colección del marqués de Casa Torres —felizmente depositada por el Museo del Prado en el Museo de Bellas Artes de Sevilla en 2006 gracias a la sensibilidad de Miguel Zugaza y que se había podido ver un año antes en la exposición De Herrera a Velázquez. El primer naturalismo en Sevilla, la presencia de la obra de Diego Velázquez en la capital andaluza ha ido en aumento. El 4 de julio de 2007 la Fundación Focu...

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Desde que en 2006 el Estado adquiriera la Cabeza de apóstol, procedente de la colección del marqués de Casa Torres —felizmente depositada por el Museo del Prado en el Museo de Bellas Artes de Sevilla en 2006 gracias a la sensibilidad de Miguel Zugaza y que se había podido ver un año antes en la exposición De Herrera a Velázquez. El primer naturalismo en Sevilla, la presencia de la obra de Diego Velázquez en la capital andaluza ha ido en aumento. El 4 de julio de 2007 la Fundación Focus recuperaba la obra Santa Rufina en la subasta de Sotheby’s de Londres y, como consecuencia, se creaba por impulso de Alfonso E. Pérez Sánchez y quien esto escribe el centro de investigación de Diego Velázquez. Un año después, la fundación adquiría la célebre y controvertida Inmaculada, atribuida en un primer momento por Jonathan Brown al sevillano y hoy consensuadamente aceptada por todos los investigadores. De forma que, desde entonces, la ciudad cuenta con una obra clave para explicar un momento crucial en la historia de la pintura española y, especialmente, una pieza que ejemplifica de lleno todo lo que aprendió Velázquez de su maestro Francisco Pacheco.

Estas incorporaciones en apenas tres años no son más que la respuesta concienciada que unía las reivindicaciones de la sociedad civil, la sensibilidad de los gestores de museos y del Estado y la labor coordinada entre el mundo académico y una fundación cultural con alma y corazón sevillano. Ante la reciente noticia de la dación en pago por deuda de la llamada Casa natal de Velázquez, y sin entrar en polemizar sobre la correcta identificación del inmueble sito en la antigua collación de San Pedro, que hasta hace muy poco ha sido centro nodal de la creación de los diseñadores Victorio & Lucchino, creo que es una excelente ocasión para que concentremos realmente nuestros esfuerzos para evitar la creación de más “santuarios”, entendiendo la gestión cultural como un medio de unidad de voluntades y de colaboración entre instituciones.

Una ciudad como Sevilla, que tan necesitada está de infraestructuras museísticas modernas y renovadoras, lo que precisa es la atención de todas las Administraciones, fundaciones y entidades culturales para cuidar de su patrimonio y centrar todas las voluntades en que la verdadera casa de Velázquez sea la del Museo de Bellas Artes de la ciudad. Sin duda, las generaciones venideras lo agradecerán y se sentirán orgullosas de cómo políticos, ciudadanía, gestores y entidades culturales colaboraron con sentido común, guiadas por el propósito de tener como único protagonista a un museo que no lo olvidemos es de titularidad estatal y gestión autonómica.

Benito Navarrete es profesor de Historia del Arte de la Universidad de Alcalá y ha sido director de Infraestructuras Culturales del Ayuntamiento de Sevilla.

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