Enrique Ponce indulta un toro de Cuvillo en Istres vestido de esmoquin

El novillero peruano Joaquín Galdós tomó la alternativa por la mañana y fue ovacionado

Enrique Ponce torea en esmoquin en Istres.CULTORO

Enrique Ponce protagonizó una apoteósica actuación en la localidad francesa de Istres, donde actuó como único espada; indultó un gran toro de Núñez del Cuvillo, cortó los máximos trofeos de otro de Juan Pedro Domecq, premiado con la vuelta al ruedo, y pasear otras cuatro orejas más. Se dio, además, la circunstancia de que los dos últimos toros los lidió vestido de esmoquin entre la sorpresa de todos los espectadores.

Con la plaza completamente llena, se lidiaron tres toros -primero, tercero y quinto- de Juan Pedro Domecq, cómodos y de entre los cuales destacó el tercero, premiado con la...

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Enrique Ponce protagonizó una apoteósica actuación en la localidad francesa de Istres, donde actuó como único espada; indultó un gran toro de Núñez del Cuvillo, cortó los máximos trofeos de otro de Juan Pedro Domecq, premiado con la vuelta al ruedo, y pasear otras cuatro orejas más. Se dio, además, la circunstancia de que los dos últimos toros los lidió vestido de esmoquin entre la sorpresa de todos los espectadores.

Con la plaza completamente llena, se lidiaron tres toros -primero, tercero y quinto- de Juan Pedro Domecq, cómodos y de entre los cuales destacó el tercero, premiado con la vuelta al ruedo; y otros tres -segundo, cuarto y sexto- de Núñez del Cuvillo, de los que brilló el cuarto, de nombre Esparraguero, número 20, de 508 kilos, negro mulato de capa y nacido en noviembre de 2011, que fue indultado.

El balance artístico de Enrique Ponce, que actuó como único espada, fue el siguiente: oreja, oreja, dos orejas y rabo, dos orejas y rabo simbólicos, oreja y oreja.

Una tarde para el recuerdo y que ya forma parte de los anales de la historia de la plaza francesa de Istres y de la propia carrera de Enrique Ponce, que protagonizó una actuación antológica, con dos cimas fundamentales: el rabo que le cortó al gran ‘juanpedro’ lidiado en tercer lugar y el indulto del ‘cuvillo’ que hizo cuarto.

También hubo momentos muy emotivos y peculiares que dieron al espectáculo un toque diferente. La interpretación musical de la corrida fue extraordinaria, pero el momento clave fue cuando a la muerte del cuarto toro Ponce se metió entre bastidores para despojarse del traje de luces y enfundarse en un esmoquin.

De los seis toros que saltaron al ruedo Ponce logró el máximo de cada uno de ellos. Cortó una oreja de sus dos primeros oponentes, de Juan Pedro y Cuvillo, respectivamente, tras sendas faenas en las que el oficio, la técnica y la sapiencia fueron sus principales armas.

Pero ya en el tercero aquello adquirió un cariz de grandeza. El toro, de Juan Pedro Domecq, fue extraordinario, y con él se fajó Ponce para instrumentar una faena elegante y templada, muy sentida y con mucho gusto. Labor siempre a más, como el toro, al que acabó cortando las dos orejas y el rabo.

Aún habría más, porque el destino le tenía deparado a Ponce a Esparraguero, de Cuvillo, un dechado de bravura, clase y hondura en sus embestidas, y el valenciano se dio un festín de toreo. Tanto por la derecha como por la izquierda. Todo muy reunido y conjuntado. La gente pidió el indulto, que el presidente acabó concediendo para el deleite general.

En el quinto salió ya Ponce ataviado con un elegante esmoquin, y así, a base de elegancia y de infinita sabiduría taurina, logró Ponce otra oreja más del quinto y del sexto para redondear una tarde de triunfo.

Joaquín Galdós, ovacionado en su alternativa

Los diestros José María Manzanares y Alberto López Simón cortaron una oreja cada uno en una mañana de mucho viento y de toros inválidos en Istres, y en la que el peruano Joaquín Galdós, que tomaba la alternativa, fue ovacionado al término de sus dos faenas.

Con lleno en los tendidos, se lidiaron seis toros de El Pilar, muy justos de presentación, sin fuerzas ni raza, de juego muy deslucido en conjunto. El único manejable fue el manejable primero.

José María Manzanares, silencio y oreja; Alberto López Simón, oreja y silencio, y Joaquín Galdós, que tomaba la alternativa, ovación y ovación.

El fuerte viento que sopló durante toda la mañana y la flojedad de los toros de El Pilar marcaron el espectáculo; y eso que el peruano Joaquín Galdós sorteó el toro de mayor opciones de la corrida, el de la ceremonia, que fue noble y bueno por los dos pitones, y al que Galdós instrumentó una más que notable labor, evidenciando buen oficio. El fallo con la espada lo dejó todo en una ovación con saludos. El sexto fue un toro muy en el límite de todo, con el que Galdós volvió a estar muy voluntarioso. Pero esta vez el viento molestó tanto que la faena no pudo pasar de detalles sueltos.

Manzanares abrevió con su inválido primero, y le cortó una oreja al cuarto, un toro también sin fuerzas.

El otro apéndice de la matinal lo paseó López Simón de su primero, un animal flojo, al que cuidó el madrileño para robarle lo poco que tenía dentro. En el quinto, no pudo redondear nada al partirse el toro una mano durante la faena de muleta.

Puerta grande para Mora y Caballero en Torrejón

Dos orejas cada uno pasearon los diestros David Mora y Gonzalo Caballero, que salieron a hombros en el segundo festejo de la feria taurina de Torrejón de Ardoz, en el que Iván Fandiño vio silenciadas sus dos actuaciones con el peor lote en conjunto.

Con la plaza llena, se lidiaron toros de Gavira, bien presentados y de desigual comportamiento.

Iván Fandiño, silencio y silencio.

David Mora, oreja y oreja.

Gonzalo Caballero, dos orejas y silencio.

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