LAS COLECCIONES DE EL PAÍS

Unos U2 mueren, otros nacen

'The unforgettable fire', con sus versos entrecortados, los suspiros y el eco, alcanzaba las cotas épicas a las que aspiraban

El grupo irlandés U2.

“Hoy ha sido el último concierto de U2”, dijo Bono. Era el 21 de agosto de 1983, y el líder de la banda irlandesa hablaba ante los medios después de su participación en el Kalvoya Festival de Oslo, que ponía punto final a la gira de War. Se explicó: “Nuestros tres primeros discos [Boy, October y War] forman un todo, y sentimos que se ha acabado. No estoy hablando del final de U2, estoy hablando del comienzo de U2. Es el final de un ciclo”.

Con War (con los éxitos ...

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“Hoy ha sido el último concierto de U2”, dijo Bono. Era el 21 de agosto de 1983, y el líder de la banda irlandesa hablaba ante los medios después de su participación en el Kalvoya Festival de Oslo, que ponía punto final a la gira de War. Se explicó: “Nuestros tres primeros discos [Boy, October y War] forman un todo, y sentimos que se ha acabado. No estoy hablando del final de U2, estoy hablando del comienzo de U2. Es el final de un ciclo”.

Con War (con los éxitos New Year’s Day y Sunday Bloody Sunday) habían escalado al éxito mundial, y, ya al borde de la cumbre, quisieron para el último tramo cambiar de mochilas. La primera, la del productor. De Steve Lillywhite pasaron a Brian Eno, el exmúsico de Roxy Music conocido por su trabajo con David Bowie y Talking Heads. Un conceptualizador, alguien que trabajaba con atmósferas. Perfecto. (Perfecto porque le acompañaba el ingeniero Daniel Lanois, que hacía el trabajo terrenal).

En las sesiones de Slane Castle y los estudios Windmill, en Dublín, Eno quiso elevar la propuesta artística del grupo. Redujo la martilleante presencia rítmica de Adam Clayton y Larry Mullen y limitó las borrascas guitarreras de The Edge a fragmentos soltados como confeti aquí y allá. El documental The Making of ‘The Unforgettable Fire’ refleja la tensión educada entre un productor muy etéreo y un grupo muy físico que, a golpe de instinto, luchaba contra una incertidumbre autoimpuesta.

Pride (In the name of love), una canción-himno inspirada en Martin Luther King, fue la punta de lanza. Bad, sobre los estragos de la heroína en los amigos de Dublín, fue la favorita en directo. The unforgettable fire, que dio título al disco (ideada a partir de pinturas y dibujos de supervivientes de Hiroshima), con sus versos entrecortados y casi aleatorios, los suspiros, el eco, alcanzaba las cotas épicas a las que aspiraban. La sinuosa y abocetada Promenade y Elvis Presley & America fueron las que más descolocaron a los fans. Sólo la vigorizante Indian Summer Sky guardaba las esencias anteriores. El valiente The Unforgettable Fire, que retrasó la coronación de la cima un disco más (cuando, en The Joshua Tree, cristalizaron todas las nuevas texturas), emociona así, a través del desafío y la búsqueda.

En un momento del citado documental, al terminar Bono una desgañitada y sudorosa improvisación sobre Pride, un (casi) estupefacto Brian Eno le dijo: “Debo decir que esta canción está realmente sacando algo nuevo de tu voz”. Bono respondió con la única sonrisa del documental, quizá de la grabación. Los nuevos U2 estaban llegando.

'The unforgettable fire': este domingo 1, nueva entrega the U2 The Kiosk Collection con EL PAÍS por 9,95 euros.

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