Opinión

Saza, todo un personaje

No le quedaba grande ningún papel, más bien al revés; él conseguía llenar y hacer rebosar al personaje que interpretaba

Saza, en un fotograma de 'Amanece, que no es poco' de José Luis Cuerda.

La primera vez que escuché hablar catalán en una película española fue en La escopeta nacional,de Luis Berlanga. El personaje interpretado por José Sazatornil viajaba a Madrid acompañado de su secretaria y amante, una divertidísima Mónica Randall, con la intención de colocar sus “porteros automáticos” en una cacería a la que acudía lo más granado de los poderes fácticos franquistas. Su creación era brillante y se movía como pez en el agua en un reparto cuajado de grandes actores de comedia.

En esta película ...

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La primera vez que escuché hablar catalán en una película española fue en La escopeta nacional,de Luis Berlanga. El personaje interpretado por José Sazatornil viajaba a Madrid acompañado de su secretaria y amante, una divertidísima Mónica Randall, con la intención de colocar sus “porteros automáticos” en una cacería a la que acudía lo más granado de los poderes fácticos franquistas. Su creación era brillante y se movía como pez en el agua en un reparto cuajado de grandes actores de comedia.

En esta película Saza tocó el cielo, quedaban atrás decenas y decenas de pequeños papeles, siempre humorísticos, en todo tipo de películas. Y es que Saza tenía una personalidad especial. Su aspecto físico era muy marcado, hasta el punto de que se le contrataba siempre para hacer el mismo papel, el de un señor calvo y con bigotito representante de lo más rancio de nuestra sociedad. Incluso en los cómics existía un personaje, Martínez el Facha, cuyo parecido físico era más que evidente.

Después de La escopeta nacional pasó de hacer pequeños papeles a otros de mayor enjundia, como el militar que adoctrinaba al doble de Franco en Espérame en el cielo, de Antonio Mercero, en donde volvía a hacer una extraordinaria composición del personaje, actuando como el enorme actor que era. Porque a Saza no le quedaba grande ningún papel, más bien al revés; él conseguía llenar y hacer rebosar al personaje que interpretaba.

Cuando realicé la parte cinematográfica de Cegada de amor con el grupo de teatro La Cubana pensamos en él para un personaje principal. Organizamos una cita a la que acudió acompañado de su señora. Nosotros estábamos muy ilusionados con que participase en el espectáculo, y Jordi Milán, director de la compañía, le explicó en qué consistía la obra, la forma de trabajar del grupo, etc... Pero Saza no nos entendió. Creo que le parecía muy raro todo: la forma de organizarnos, el tipo de ensayos... muy lejos de lo convencional.

Y finalmente, escurrió el bulto. Pero su presencia, y a pesar de que el propio Jordi Milán asumiera con brillantez el papel, su presencia siempre quedó ahí. Saza era más que un gran actor, él era el personaje.

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