El Juli, el referente de abril

Tras un año de ausencia, el torero llegó a la Maestranza y puso la fiesta patas arriba El pasado domingo salió a hombros tras cortar tres orejas

El diestro madrileño Julián López, El Juli, se prepara para realizar el paseillo en la plaza de toros de la Maestranza de Sevilla.EFE

Tras un año de ausencia, Julián López El Juli llegó el pasado domingo a la Maestranza y puso la fiesta patas arriba. El destino del torero estaba escrito a pesar de la lluvia torrencial que cayó con estrépito un par de minutos antes del paseíllo. Pero, ya se sabe, cuando un señor vestido de luces deslumbra pasión por el triunfo no hay fenómeno atmosférico que lo detenga. Lo cierto es que el agua cesó de repente, sonaron los clarines y El Juli se dirigió con paso firme a los medios, hincó las rodillas e...

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Tras un año de ausencia, Julián López El Juli llegó el pasado domingo a la Maestranza y puso la fiesta patas arriba. El destino del torero estaba escrito a pesar de la lluvia torrencial que cayó con estrépito un par de minutos antes del paseíllo. Pero, ya se sabe, cuando un señor vestido de luces deslumbra pasión por el triunfo no hay fenómeno atmosférico que lo detenga. Lo cierto es que el agua cesó de repente, sonaron los clarines y El Juli se dirigió con paso firme a los medios, hincó las rodillas en el mojado albero y le indicó al torilero que comenzara el espectáculo.

Así se iniciaba la lección magistral de un torero ilusionado, en la cúspide de su madurez, rebosante de triunfos, y en lucha consigo mismo para volver a demostrar que es una gran figura de la tauromaquia moderna.

Ahí, de hinojos, inauguró un nuevo idilio con Sevilla que acabó hora y media más tarde, a la anochecida, a orillas del Guadalquivir y a hombros de un puñado de jóvenes que vitoreaban a un triunfador que había calado hondo en el corazón de un plaza amante de las grandes gestas, de los toreros con corazón, de los científicos del toreo…

Allí, en el recuerdo de una tarde fresca y ardiente quedó para siempre la estela de un torero de una pieza, un derroche de seguridad y amor propio, arrebatado por un deseo irrefrenable de triunfo, preñado de motivación y poseedor de una suficiencia deslumbrante.

Allí, en la Maestranza, testigo de tantos sueños hechos realidad, quedó el pulso que El Juli ha echado a la Feria de Abril y a todos sus protagonistas, incluido él mismo.

Tras su éxito rotundo, la feria ya no será la misma; porque hay un espejo para todos, un referente para toreros aprendices y veteranos, para aficionados y espectadores de paso.

El Juli ha dicho en voz alta cómo hay que presentarse ante la cátedra sevillana. Su capote, su muleta, su valor, su técnica, su actitud y su claridad fueron sus argumentos mejores para un éxito inolvidable.

Nadie es perfecto, es verdad, y el heroico Julián fue, también, villano al permitir ese domingo de gloria ‘un baile de corrales’ impropio de quien tiene conciencia de figura poderosa. A pesar de todo, porque es humano y se hizo grande delante de todos, Julián López El Juli es el mejor referente para la Feria de Abril.

Le quedan dos tardes; la primera, el viernes 19 de abril, ante los toros de Victoriano del Río, y la segunda, el domingo de feria, ante los ‘miuras’, en un gesto impropio de los triunfadores modernos. Se le esperará con respeto y expectación. Y con fundada esperanza. No en vano se lo ha ganado a pulso.

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