El retrato alemán en diez obras maestras

La Fundación Thyssen confronta la pintura germánica antigua con la moderna

Anónimo alemán. 'Retrato de una dama con la Orden del Cisne', 1490.

El retrato es uno de los géneros pictóricos mejor representados en la colección Thyssen. Están todos los grandes nombres de los momentos clave de la historia. Pero puede que sean el Renacimiento y el siglo XX las dos etapas mejor representadas y las que más tienen en común. Todos ellos tienen una manea similar de jugar con las miradas, con las manos o las joyas del retratado. El retrato de Ruprecht Stüpf realizado por Barthel Beham en 1928, tiene mucho que ver con el de Hugo Erfurth con perro, firmado por Otto Dix en 1926. Son juegos de miradas cruzadas a los que el Museo Thyssen dedica una ex...

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El retrato es uno de los géneros pictóricos mejor representados en la colección Thyssen. Están todos los grandes nombres de los momentos clave de la historia. Pero puede que sean el Renacimiento y el siglo XX las dos etapas mejor representadas y las que más tienen en común. Todos ellos tienen una manea similar de jugar con las miradas, con las manos o las joyas del retratado. El retrato de Ruprecht Stüpf realizado por Barthel Beham en 1928, tiene mucho que ver con el de Hugo Erfurth con perro, firmado por Otto Dix en 1926. Son juegos de miradas cruzadas a los que el Museo Thyssen dedica una exposición conmemorativa de su 20 aniversario.

Titulada Rostros y manos, pintura germánica antigua y moderna, la exposición consta de diez obras fundamentales en la historia del retrato y permanecen a la colección permanente del museo, salvo el retrato de Carl Leo Schmidt (1911), de Oskar Kokoschka, perteneciente a la colección Carmen Thyssen-Bornemisza.

Dolores Delgado, responsable de pintura antigua del Museo, ha comisariado esta exposición pequeña respecto al número de obra pero muy representativa del género. “En ambos periodos”, explica, “el interés del hombre por su imagen fue muy especial. Los hombres poderosos (por su economía o situación social) querían ser retratados”. En común tienen el mismo tipo de fondos azules o verdosos, la misma atención a las manos, la inclusión de detalles orientativos de la ocupación del retratado.

El montaje de la exposición subraya los puntos comunes entre los los viejos maestros con los contemporáneos. Así, el óleo Jesús entre los doctores (1506), de Alberto Durero, cuelga enfrentado a los retratos de Max y Leo Schmidt firmados por Oskar Kokoschka en 1911 y 1914. “Es una manera de invitar al visitante” concluye la comisaria ” a recorrer la colección permanente. Son diferentes propuestas de contemplación que iremos mostrando a lo largo de estos meses, hasta octubre, cuando se cumplan las dos décadas de la llegada de la colección”.

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