Los Punsetes se van de casa

La banda madrileña se apunta a la profesionalización de la música alternativa en su último disco

La banda de música, Los Punsetes.RICARDO RONCERO

Una montaña es una montaña, como un hombre es un hombre. Y a estas alturas de la película, el que se quiera quedar con el enunciado es porque no ha entendido de qué van Los Punsetes. Consejo, memoricen el título por si la intriga se les ha agarrado al estómago. Estos cinco amigos de Madrid, amantes del pensamiento de Eduard Punset —“aunque se haya pasado al Bimbo y hayamos descubierto que no se autodobla”, aclara Antonna, letrista de la banda indie de pop—, regresan tras dos años de parón con un disco producido por ...

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Una montaña es una montaña, como un hombre es un hombre. Y a estas alturas de la película, el que se quiera quedar con el enunciado es porque no ha entendido de qué van Los Punsetes. Consejo, memoricen el título por si la intriga se les ha agarrado al estómago. Estos cinco amigos de Madrid, amantes del pensamiento de Eduard Punset —“aunque se haya pasado al Bimbo y hayamos descubierto que no se autodobla”, aclara Antonna, letrista de la banda indie de pop—, regresan tras dos años de parón con un disco producido por El Guincho, que sale a la venta el próximo lunes, 21 de mayo.

No, en este caso tampoco hay que quedarse en la etiqueta. Siguen siendo cáusticos y tirando de guitarras, no se han pasado al tropicalismo ni cualquier otro cliché que a bote pronto surja cuando se nombra a Pablo Díaz-Reixa, alter ego de El Guincho. “Nos parecía buena idea tener un productor que no viniese directamente del mundo de las guitarras, con una perspectiva diferente a la hora de abordar las canciones, pero tampoco fue algo que dictasen los temas por sí mismos”, se adelanta Jorge, guitarra, ante la idea de cambio de rumbo que esgrime su compañero Antonna. “Que para cola la mía, vamos”, zanja Gonzalo, bajista.

“Además, no es un productor invasivo”, dice Jorge. “Más bien al contrario, hubo mucha comunicación, nos fue explicando ideas muy técnicas, que puede que nosotros entendiéramos la mitad de ellas”, apostilla Antonna. “Aunque, le dijimos a todo que sí”.

Los Punsetes se pasaron el año pasado montando unas canciones que dieran cuenta de que ya no son esos veinteañeros solo conocidos en el club Nasti de Madrid y sus aledaños del barrio de Malasaña. El resultado, “más currado que nunca”, apuntan, se lo mandaron al productor canario en busca de la vuelta de turca que les animara a seguir.

La banda lleva ocho años de periplo musical, tiempo insuficiente, crisis mediante, para que hayan podido plantearse la idea de abandonar sus trabajos paralelos, de los que sobreviven, por cierto. “Sin estos curros puede que el grupo no existiera”, afirman.

“La gente ha memorizado que con ir a los conciertos los grupos ganan dinero y se limitan a escuchar el disco por Internet, pero no es así”, explica Jorge. “Existe una sobreabundancia de información a través de las redes sociales o ese nuevo periodismo ciudadano, que da la apariencia de que existe una estructura similar a la de hace unos años, pero es mentira”, dice Chema, el batería. “Cuando sacas un disco y terminas un año de conciertos, echas cuentas y a lo mejor salen 300 euros por miembro del grupo”.

El sonido de Una montaña es una montaña va perfilando su amateurismo como un canto rodado, pese al empeño de unos cuantos en querer parar el tiempo y congelar a la banda en su debut de 2004. “Si haces porque haces, y si no, porque no evolucionas”, dice Ariadna, cantante de Los Punsetes. “Siempre hemos hecho un trabajo muy homogéneo y repetirse a nadie le gusta, más bien sentirse a gusto e ir probando y descubriendo cosas”, afirma Jorge.

Por eso, aunque su métrica se anime, en cuanto Ariadna empieza a entonar —en su pose natural, inmóvil, como si con ella no fuera la cosa— sale con furia la enseña Punsetes. Sin sorna, ni cinismos. Cruel cuando debe serlo. Certera en otras ocasiones. Evitando los lugares comunes y la retórica. Y con un humor algo más profundo. Será la edad. El grupo ya ha pasado la treintena y se marcan canciones de ¿amor? como Untitled, Flora y fauna y Un corte limpio.

Sin ñoñerías. Cualquier atisbo de romanticismo desaparece al visionar el vídeo de su primer single Alferez provisional, firmado por la productora CANADA. Golpes, grandes machetes, persecuciones, un poco de vudú, sin censuras y atemperado con mucho odio y desprecio.

Para los que se quedaron en éxitos como Tus amigos y Dos policías, tendrán que pensarse una buena alternativa en busca de mantras a repetir los sábados por la noche. “Esa percepción ligera de haber escuchado tres canciones con las que te has partido el culo, no sirve en este caso”, avisa Antonna. “Por eso, a lo mejor este disco les parece un poco tostonazo”, acompaña Jorge. “En cualquier caso ese público no nos interesa”.

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