El 'indie' español acepta su pasado

La música tradicional se cuela sin rubor en el repertorio de las bandas como Los Evangelistas, Klaus & Kinski o Guillamino

Irónicamente, es una tradición canónica: todo nuevo movimiento ha de negar a la generación anterior. La obligación de quien cree estar haciendo algo nuevo es apostatar de aquellos que están en ese momento donde ellos quieren llegar. Y cuando alguien señale su deuda con el pasado ha de responder que sus modelos son, al menos, de hace dos generaciones. Como dice el protagonista de Midnight in Paris, la película de Woody Allen, un escritor obsesionado por vivir un siglo atrás: “El presente es un poco insatisfactorio porque la vida es un poco insatisfactoria”.

Pero en el pop españo...

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Irónicamente, es una tradición canónica: todo nuevo movimiento ha de negar a la generación anterior. La obligación de quien cree estar haciendo algo nuevo es apostatar de aquellos que están en ese momento donde ellos quieren llegar. Y cuando alguien señale su deuda con el pasado ha de responder que sus modelos son, al menos, de hace dos generaciones. Como dice el protagonista de Midnight in Paris, la película de Woody Allen, un escritor obsesionado por vivir un siglo atrás: “El presente es un poco insatisfactorio porque la vida es un poco insatisfactoria”.

Los Evangelistas

Pero en el pop español esto se llevó al extremo. Tras la muerte de Franco, en la Transición, el nuevo pop negó toda tradición. Se trataba de empezar de cero. De crear un nuevo sonido. Cuando Aviador DRO, pioneros de La Movida, y fundadores del sello independiente DRO, publicaron en 1983 su segundo disco, Síntesis, la revolución al poder, incluyeron un manifiesto titulado De la revolución dinámica. Allí negaban la existencia de nada importante antes de los Sex Pistols, una banda que seguía este modelo tan al dedillo que expulsó a su bajista, Glenn Matlock, porque mencionaba demasiado a los Beatles. “Para nosotros era muy importante la ruptura con todo lo anterior. Éramos planetaristas, no nacionalistas. No nos interesaba la tradición española. Cantábamos en nuestro idioma, pero cualquier tipo de nacionalismo, incluido el cultural, me parece una enfermedad”, recuerda Servando Carballar, alias Biovac N, fundador de Aviador DRO.

Así, desde entonces, ha sido más fácil encontrar bandas que explotaban la tradición anglosajona más que la española. Quizás sea extrapolable para este fenómeno la explicación del músico electrónico catalán Guillamino para la mala prensa de la sardana, un ritmo que él ha utilizado en sus grabaciones, mezclada con house, de la misma manera que el canario El Guincho utiliza el folclore del archipiélago. “Seguramente en los ochenta o noventa no hubiera querido hacerlo. Pero en determinado momento yo buscaba nuevas fuentes para samplear y tiré por algo cercano: mi bisabuelo era músico de cobla [el nombre de la formación musical que interpreta la sardana]. Es cierto que tiene una carga política y que mencionarlo provoca piques, pero el principal problema es que cuando hablas de usar la sardana a la gente le trae a la cabeza experimentos de renovación bastante espeluznantes. A mí me interesa el folclore, pero no sonar folclórico”.

Guillamino

Él es uno de los pioneros de ese asunto: el momento en el que el pop firma la paz con tradición, con el pasado, con el folclore. El proceso de flamenquización de Los Planetas en sus dos últimos discos, La leyenda del espacio y Una ópera egipcia es otra prueba. Ahora lo llevan lal extremo con el álbum de Los Evangelistas, Un homenaje a Enrique Morente. En él además de flamenco se encuentran textos de Machado, Fray Luis de León o San Juan de La Cruz. “No retrocedemos ni diez ni 15 años. Retrocedemos más de 150. Es nuestra cultura, a la que quizás la gente le ha tenido un excesivo respeto”, dice Antonio Arias, de Lagartija Nick y uno de los dos vocalistas de Los Evangelistas junto con Jota. “Musicalmente buscamos una democratización del flamenco. Si te gusta, cántalo. Si quieres cantar por granainas, hazlo. Es muy saludable y hasta necesario. No hay ninguna intención de inventar nada. Pero Antonio Chacón hizo una de las primeras giras que se conocen, en 1895, antes que cualquier bluesman”. Un caso parecido a cuando los asturianos Xel Pereda y Nacho Vegas revisan el cancionero del principado como Lucas 15. Vegas hace tiempo que reivindica la tradición de la música popular, en la que lo importante es la canción y el intérprete es solo un vehículo.

Un paso más allá está el dúo murciano Klaus & Kinski que acaba de editar su tercer álbum, Herreros y fatigas, en el que se incluye una habanera, In the Goethe, y una canción de inspiración flamenca, Sacrificio. “A mí me gusta el folclore, no lo puedo negar. Y me gusta el flamenco. Sacrificio es una aproximación muy heterodoxa al flamenco tal como lo veían los compositores clásicos. Lo que hacían Falla o Albéniz que se inspiraban en la calle y lo reinterpretaban a su manera. O de las canciones de García Lorca que ahora ha recuperado Josephine Foster”, dice Alejandro Martínez, principal compositor del dúo.

Klaus & Kinski

Foster es una cantautora folk de Colorado, asentada en España desde 2006, que en 2012 editó Anda jaleo, un disco cantado en español con las canciones populares españolas que grabó García Lorca. La música la ponía la Víctor Herrero Band, una formación mínima liderada por su novio español. “Sin embargo esto es algo nuevo solo en el pop alternativo”, matiza Muñoz. “La canción melódica o el pop más comercial lo lleva haciendo mucho tiempo. Pero es cierto que en el pop alternativo, si lo comparas con lo que hacía en los 90 (cantar en inglés o meter mucho ruido), poco a poco la cosa se está normalizando. En nuestro caso, casi es algo ideológico”.

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