Un poeta, un sabio

Es un poeta, un sabio como los de antes, el tipo más educado y cariñoso que uno pueda imaginar, pero además, o subrayando todo eso, José Emilio Pacheco es el dueño de un gran sentido del humor. Ayer mismo, aquí en Guadalajara, frente a un grupo de periodistas que se lo pasaron en grande, Pacheco sacó a pasear su fina ironía: "Temo aburrirles, contarles siempre lo mismo. Así que si se empeñan en seguir haciéndome entrevistas, no tendré más remedio que inventarme otra biografía". Una periodista mexicana le preguntó: "Maestro, después de haber recibido el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamerica...

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Es un poeta, un sabio como los de antes, el tipo más educado y cariñoso que uno pueda imaginar, pero además, o subrayando todo eso, José Emilio Pacheco es el dueño de un gran sentido del humor. Ayer mismo, aquí en Guadalajara, frente a un grupo de periodistas que se lo pasaron en grande, Pacheco sacó a pasear su fina ironía: "Temo aburrirles, contarles siempre lo mismo. Así que si se empeñan en seguir haciéndome entrevistas, no tendré más remedio que inventarme otra biografía". Una periodista mexicana le preguntó: "Maestro, después de haber recibido el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, ¿cree usted que le pueden dar el Premio Cervantes?". Su respuesta fue: "Para nada. Aunque con el Reina Sofía eso se quebró de alguna manera, yo soy el eterno finalista. Y en Norteamérica eso de ser finalista es un prestigio. Los autores lo ponen hasta en la solapa de sus libros... Fue finalista de tal o cual premio. Pero aquí en México eso no es así. Aquí es un deshonor".

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Así que, en contra de sus pronósticos, José Emilio Pacheco recibió ayer el alto honor de despertarse en Guadalajara -donde participa en la Feria Internacional del Libro (FIL)- con una llamada desde España anunciándole la concesión del premio Cervantes, el máximo galardón de las letras hispanas. Conociéndolo, a José Emilio Pacheco lo debieron embargar tres sentimientos: el de felicidad, el de agradecimiento y el de congoja. Porque, además de todo lo dicho anteriormente, Pacheco odia las entrevistas. Suele decir que él: "Tengan en cuenta que yo estoy acostumbrado a escribir, a ver lo que pienso. Y si no veo lo que estoy diciendo, ¿cómo puedo pensar?". El trabajo que le cuesta someterse a la tortura de las preguntas repetidas le obliga, además, a separarse de su gran pasión: leer, escribir. De hecho, el poeta nacido en México hace 70 años y que dentro de unas horas se reunirá con 1.000 jóvenes para charlar de literatura y de la vida, suele decirles a los que sueñan con ser escritores: "Lo primero que tienes que hacer es elegir si quieres ser escritor o ser famoso, porque las dos cosas son incompatibles".

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