Herman Dune y las crueldades del destino
La banda francesa presenta en Madrid las canciones de su nuevo disco, 'Next year in Zion'
Hay gente que nace en el lugar o la época equivocada, se puede ser de muchas maneras diferentes, digamos que son crueldades del destino. David-Ivar Herman Dune, con toda la poesía de su nombre, es un granjero folky de Arkansas que por casualidades, o crueldades, de la vida nació en Francia bajo nombre sueco. C'est la vie. Ayer comparecía en Madrid a sala llena junto a su hermano. Presentan su nuevo disco Next year in Zion. Primero se descubría David a solas con la sala. Vestido de traje gris, camisa a cuadros, corbata fea y gorra de Sun Records, el sello de Memphis que ...
Hay gente que nace en el lugar o la época equivocada, se puede ser de muchas maneras diferentes, digamos que son crueldades del destino. David-Ivar Herman Dune, con toda la poesía de su nombre, es un granjero folky de Arkansas que por casualidades, o crueldades, de la vida nació en Francia bajo nombre sueco. C'est la vie. Ayer comparecía en Madrid a sala llena junto a su hermano. Presentan su nuevo disco Next year in Zion. Primero se descubría David a solas con la sala. Vestido de traje gris, camisa a cuadros, corbata fea y gorra de Sun Records, el sello de Memphis que inventó el rock.
Lo que parecía casual se tornaba longevo y es que más allá de su nuevo disco y las dos horas de concierto, Herman Dune tiene un largo cancionero que defender, y por lo visto un entregado público al que agradar. Someone knows better than me, Dont you worry about me, Lovers are waterproof y Next year in Zion iban sucediéndose en un discurso tan romántico como incoherente y surrealista.
Se incorporaba una banda de batería y eléctrica, Èl se mantenía con la guitarra acústica que alternaba con el ukelele. 25 Weeks, 1,2,3 apple tree y Try to think about me mantienen esa línea positiva que han adquirido en sus últimos discos. Letras alegres por surrealistas e imposibles y melodías folk abiertas a introducir percusión con serrucho y bombo.
Entre el público (desde las alturas de un ojo de halcón) baila un chico en camisa blanca que desde el epicentro de la pista se agita convulso y alegre con Nowhere without you, Ghost of a smile o I wish i could see you son. La intensidad crece y baja, David se alterna en soledad y con la banda y el concierto se alargaba en la noche.
De pronto un final, muchos aplausos y un regreso con When the sun rise up this morning y Good for no one. De nuevo un final, más y mejores aplausos y un nuevo regreso, ahora aparece él solo. Se acerca a la primera fila a un chica de lazo rosa sobre negro, se susurran algo en los oídos y se arranca acústico con On a Saturday, una de las canciones más tiernas del nuevo disco que enlaza, a modo de despedida, con My baby is afraid of sharks. La banda se va entre un gran aplauso y la chica del lazo rosa se queda quieta emocionada, será que esas casualidades del destino, para algunas no siempre son tan crueles.