Crónica:

El pop personal de Josh Weller y su banda

El músico británico toca en Madrid dentro del Festival de Otoño

La larga cola desembocó en un patio interior. Un patio expectante. En el escenario, Josh Weller y su banda. El británico, traje marrón, pantalones pitillo, gafas de pasta y peinado imposible, parecía sacado de otro mundo, de otra época. Sus acompañantes, tampoco se quedaban cortos en su vestuario. Tirantes, pelos cortos, largos, botas... todo alejado de cualquier estilismo o moda imperante, existente.

Un toque de personalidad que impregnó poco a poco, pero con rotundidad, todo el concierto, desde las primeras notas, desde las primeras bromas del músico.

Aunque Weller empezó solo ...

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La larga cola desembocó en un patio interior. Un patio expectante. En el escenario, Josh Weller y su banda. El británico, traje marrón, pantalones pitillo, gafas de pasta y peinado imposible, parecía sacado de otro mundo, de otra época. Sus acompañantes, tampoco se quedaban cortos en su vestuario. Tirantes, pelos cortos, largos, botas... todo alejado de cualquier estilismo o moda imperante, existente.

Un toque de personalidad que impregnó poco a poco, pero con rotundidad, todo el concierto, desde las primeras notas, desde las primeras bromas del músico.

Aunque Weller empezó solo en el escenario, únicamente acompañado por su guitarra y la luz de un foco, no dejó lugar a equívocos. Quien quisiera una velada relajada, mejor que se hubiera quedado en casa. Pronto los temas que sonaron en la Casa Encendida se transformaron, a cada estrofa surgía una sorpresa. Las notas se combinaban, los toques intimistas de su guitarra eran seguidos inesperadamente con fuertes toques de batería rockera, con unas maracas, un teclado...

De manera desenfada Josh iba presentándolas en inglés, que si una dedicada al chico que se acostaba con su novia, que si una a la "bruja" de su ex suegra, pasando por la rivalidad entre las ciudades del norte y sur de su país (llegando a preguntar a los espectadores si esto le sucedía a Madrid con alguna ciudad). Mientras, les pasaba una cámara de vídeo para que le grabasen tocando. Casi al final de la actuación pidió al público que no se marchara en la que "en teoría" era la última canción (faltaban los acostumbrados bises). Risas.

Al terminar, los vinilos puestos a la venta en el escenario (de lo único que tienen publicado), se esfumaron en poco tiempo. No hubo para todos. Eso lo dice todo.

Vídeo: LA CASA ENCENDIDA

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