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La verdadera soberanía energética

España recibe el doble de horas de sol que el norte de Europa: si un panel fotovoltaico instalado aquí genera el doble de electricidad, ¿por qué no aprovechar esta ventaja competitiva?

El auge de la extrema derecha en todo el globo está rompiendo consensos que creíamos asumidos por toda la sociedad. Entre ellos, el de la necesidad de transformar nuestro sistema energético utilizando energías renovables. Trump declara la guerra a los aerogeneradores y...

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El auge de la extrema derecha en todo el globo está rompiendo consensos que creíamos asumidos por toda la sociedad. Entre ellos, el de la necesidad de transformar nuestro sistema energético utilizando energías renovables. Trump declara la guerra a los aerogeneradores y la ambición climática pierde fuerza en Europa. Por su parte, la derecha española, a través del PP, insinúa una posible moratoria renovable. Todo esto ocurre al mismo tiempo que las consecuencias del cambio climático se hacen muy presentes en nuestros territorios, con un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y de sus impactos en la población.

La situación actual, sin embargo, también incluye avances muy positivos. Uno de los más relevantes es la reducción de precios que han alcanzado las renovables y, en particular, la energía solar fotovoltaica. En 2025, la forma más barata de generar electricidad en casi todas las regiones del mundo es utilizar un panel solar. Decimos en casi todas porque existen regiones ventosas donde es más barato producir electricidad con un aerogenerador. Todo esto era sinceramente difícil de imaginar hace una década, y está en la raíz de la mayor revolución tecnológica que podríamos llegar a vivir en nuestras vidas, la de convertirnos en una sociedad que obtiene del sol la mayor parte de la energía que consume.

Otro segundo matiz muy positivo es el ventajoso emplazamiento de nuestro país. En un año, España recibe aproximadamente el doble de horas de sol que el norte de Europa. Esta diferencia ha permitido que el turismo represente el 13% del PIB de nuestro país, con sus luces y sus sombras en cuanto a modelo de industria. Si ahora esto también permite que un panel fotovoltaico instalado aquí genere el doble de electricidad, ¿por qué no aprovechar esta ventaja competitiva? Las baterías, elemento imprescindible para acoplar el ciclo de generación solar a la demanda eléctrica, eran muy caras hasta hace poco, pero de nuevo, han reducido tanto su coste que pronto veremos su despliegue masivo. El recurso eólico también es muy bueno en la península ibérica y permite generar electricidad en momentos complementarios a la solar. Sabemos que transformar nuestro sistema energético para utilizar la fotovoltaica y eólica como fuentes principales, complementadas con hidroeléctrica y almacenamiento, es la forma más barata de reducir nuestro impacto climático. Pero también es la forma más eficiente de alcanzar nuestra soberanía energética, es decir, utilizar recursos locales y sostenibles en el largo plazo, al tiempo que mantenemos la capacidad de decidir autónomamente sobre nuestro sistema energético y reducimos la dependencia externa.

Y mientras las energías renovables cada vez son una alternativa más barata para España, los combustibles fósiles dinamitan nuestra balanza comercial. Según datos del Ministerio de Economía, solo en 2024, España gastó más de 50.000 millones de euros en importar combustibles fósiles. Para que nos hagamos una idea, esto es casi lo mismo que generamos gracias al turismo. Es una cifra que pesa como una losa sobre nuestra economía, año tras año, y que nos hace especialmente vulnerables a los vaivenes de los mercados internacionales y a las tensiones geopolíticas. Apostar por las energías renovables no es solo una cuestión ambiental o tecnológica, es, sobre todo, una decisión estratégica para el país. Por eso cuesta creer especialmente cómo pueden definirse en ocasiones como “patriotas” los defensores de un sistema energético basado en combustibles fósiles.

Entre 2019 y 2025, España duplicó la potencia instalada de energía solar y eólica. Haciendo esto, pasó de ser el país europeo en el que los combustibles fósiles influyen más en el precio de la electricidad, a ser aquel en el que la influencia es menor. Como consecuencia, el precio de la electricidad durante la primera mitad de 2025 en España fue un 32% inferior a la media europea. Hasta 2019, el precio de la electricidad y el gas para la industria era más alto en España que en el resto de Europa y, como consecuencia, las manufactureras españolas crecían menos. Esta tendencia ya se ha revertido, con precios de la electricidad más baratos, gracias a las renovables y la menor exposición al gas, las manufactureras españolas ya crecen por encima de las europeas. Generar nuestra electricidad principalmente con solar y eólica también permite reducir las importaciones de gas natural (con origen en Argelia, Estados Unidos y Rusia) y uranio (principalmente desde Rusia, Canadá, Níger y Kazajistán). Además, tener acceso a electricidad barata nos permitirá descarbonizar otros sectores, por ejemplo, el transporte rodado. El uso de vehículos eléctricos cargados con energía solar reducirá nuestras importaciones de petróleo. Quienes niegan que este sea el camino a seguir deberían explicar por qué desaprovechar esta oportunidad, mantener el status quo energético y los beneficios que este aporta al sector fósil es mejor para nuestra sociedad.

Un despliegue masivo de energía solar no solo aumenta nuestra soberanía energética, sino también permite que alcancen dicha soberanía todos aquellos países en desarrollo que hoy en día viven en zonas donde se extraen los combustibles fósiles que importamos en España. Sin duda, la energía solar y eólica tiene impactos sobre el territorio, pero es un error limitarnos a señalar estos impactos sin ponderarlos con los beneficios que aportan. Es un error que da alas a los planteamientos de extrema derecha porque los utilizan para justificar la defensa del continuismo fósil y el retardismo climático. Las renovables son la forma más barata de mitigar emisiones de efecto invernadero. Cada planta solar o eólica que no se instala hoy supone emisiones de CO2 que no se evitan y, por tanto, una disminución del margen de actuación que tendrán nuestras hijas y nietos.

Un despliegue masivo de energía solar también es nuestra mejor opción para permitir que aquellas generaciones que nos siguen puedan alcanzar su soberanía energética, y lo hagan en un planeta habitable.

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