La Organización Meteorológica Mundial advierte del peligro de quedar atrapados en el “círculo vicioso” del calentamiento

El aumento constante de la concentración de CO₂ en la atmósfera amenaza con incrementar los incendios y reducir la capacidad del océano de retener el carbono, retroalimentando así el cambio climático

Chimeneas de la central térmica de carbón Rek Bitola en noviembre de 2023, en Macedonia del Norte.GEORGI LICOVSKI (EFE)

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha advertido este lunes del peligro de que la humanidad quede atrapada “en un círculo vicioso” en un futuro cercano debido al crecimiento constante de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. El aumento de la presencia de estos gases en el aire está detrás del calentamiento global. El principal es el dióxido de carbono (CO₂) y su concentración no ha parado de acrecentarse desde la era preindustrial hasta alcanzar ahora unos niveles nunca vistos entre tres y cinco millones de años, sostiene la OMM.

Pero el problema no es solo de cantidad, sino también de velocidad: “Nunca antes en la historia de la humanidad la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera había sido tan rápida”, ha advertido este organismo con motivo de la publicación del boletín anual en el que hace un seguimiento de los principales gases de efecto invernadero. Veinte años justos lleva haciendo ese marcaje la OMM, y solo en ese periodo (2004-2023) la presencia del dióxido de carbono en la atmósfera ha aumentado un 11,4%.

El boletín lanza una advertencia sobre lo que puede ocurrir en “un futuro cercano” con las “retroalimentaciones del cambio climático”. La principal fuente de las emisiones de CO₂ es en este momento la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón). Pero no todo el dióxido de carbono que se libera al quemarlos se acumula en el aire. En la última década, por ejemplo, alrededor del 43% de lo emitido acabó en la atmósfera; un 26% quedó atrapado en el océano y el 31% en sumideros terrestres, principalmente, los bosques.

El problema de la retroalimentación al que hace referencia la OMM apunta por un lado a la pérdida de capacidad de adsorción del CO₂ del océano debido al incremento de la temperatura del mar generado también por el cambio climático. Además, esta crisis ceba los incendios, lo que provoca a su vez que se libere más dióxido de carbono a la atmósfera y que se reduzca la superficie vegetal, es decir, los sumideros terrestres.

“Corremos el riesgo de vernos atrapados en un círculo vicioso”, ha resumido la secretaria general adjunta de la OMM, Ko Barrett, a través de un comunicado. “Estas retroalimentaciones climáticas son retos críticos para las sociedades de todo el mundo”, alerta el boletín de esta organización vinculada a la ONU.

La OMS cuenta con una red de estaciones de medición que colaboran en el seguimiento de los gases de efecto invernadero más importantes. En 2023 la concentración media de CO₂ alcanzó las 420 partes por millón (ppm). Comparado con los niveles preindustriales, antes de que empezara la quema masiva de combustibles fósiles, supone una concentración un 51% mayor que en 1750. La OMS explica que aunque la tasa de crecimiento de las emisiones de los combustibles se ha desacelerado en la última década en comparación con la primera del siglo XXI, estas emisiones fósiles “siguen siendo altas”. Con lo que se sigue cebando el problema.

Una vez que acaban en la atmósfera, los gases permanecen ahí décadas o siglos, con lo que año a año se hipoteca más el futuro del planeta. “Aunque las emisiones se redujeran rápidamente hasta alcanzar el cero neto, el nivel de temperatura observado actualmente persistiría durante varios decenios, porque el CO₂ es un gas que permanece en la atmósfera durante períodos extremadamente prolongados”, explica la Organización Meteorológica Mundial.

“Otro año, otro récord. Esto debería hacer saltar todas las alarmas entre las instancias decisorias. No hay duda de que estamos muy lejos de cumplir el objetivo del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global”, ha afirmado la secretaria general de la OMM, Celeste Saulo. “No son meras estadísticas. Cada parte por millón y cada fracción de grado de incremento de la temperatura conllevan consecuencias reales para nuestras vidas y nuestro planeta”, ha añadido.

En el boletín se analizan otros gases de efecto invernadero, como el metano (CH₄) y el óxido nitroso (N₂O). En el caso del metano, en 2023 se alcanzaron las 1.934 partes por mil millones (ppb), lo que supone un 65% más que en 1750. Aproximadamente el 40% de las emisiones de metano procede de fuentes naturales (por ejemplo, los humedales); el ser humano es responsable del 60% restante, por ejemplo, debido al cultivo de arroz, el ganado o las explotaciones de extracción de petróleo, gas y carbón.

En el caso del óxido nitroso la concentración registrada en 2023 (336,9 ppb) supone un 25% más que en 1750. Y en este caso alrededor del 57% son de origen natural; el 43% es responsabilidad del hombre, ya sea por la quema de biomasa, el uso de fertilizantes o procesos industriales

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