El auge de las energías renovables encamina a China hacia el fin del crecimiento de sus emisiones de CO₂

El avance de la solar y la eólica desplaza al carbón en el primer emisor mundial de gases de efecto invernadero del planeta

Imagen aérea de un parque de aerogeneradores y placas solares en Bijie, en China, en noviembre de 2023.Future Publishing/Getty Images

Desde que a mediados de la década de los dos mil China se convirtió en el país que más emisiones de gases de efecto invernadero expulsa a la atmósfera, la distancia con Estados Unidos y la Unión Europea —los principales responsables históricos del calentamiento global— se ha ido agrandando a medida que el gigante asiático crecía económicamente. Hasta el punto de que en estos momentos Chi...

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Desde que a mediados de la década de los dos mil China se convirtió en el país que más emisiones de gases de efecto invernadero expulsa a la atmósfera, la distancia con Estados Unidos y la Unión Europea —los principales responsables históricos del calentamiento global— se ha ido agrandando a medida que el gigante asiático crecía económicamente. Hasta el punto de que en estos momentos China es responsable de alrededor del 30% de todas las emisiones del mundo. El compromiso que esta potencia ha adquirido en el seno del Acuerdo de París de lucha contra el cambio climático es que antes de 2030 sus emisiones de dióxido de carbono (CO₂), el principal de los gases que sobrecalientan el planeta, tocarán techo. Pero varios grupos de analistas internacionales apuntan a la posibilidad de que ese pico se haya alcanzado ya gracias, principalmente, a la instalación masiva de energías renovables.

“Si continúa el rápido desarrollo actual de la energía eólica y solar, es probable que las emisiones de CO₂ de China sigan cayendo, lo que convertirá a 2023 en el año en el que las emisiones del país alcanzaron el pico”, apunta un reciente artículo del centro de investigación británico Carbon Brief. “Existe la posibilidad de que China ya haya pasado su punto máximo, pero nadie puede estar seguro todavía”, señala a EL PAÍS Dave Jones, miembro del grupo de analistas expertos en energía y clima Ember. “Hay indicios, pero hay que esperar cuatro o cinco meses para ver si siguen cayendo como en los últimos tres meses y saber si realmente se ha llegado al pico. Yo soy razonablemente optimista”, añade Rafael Salas, catedrático de Análisis Económico de la Universidad Complutense de Madrid.

Hablar de gases de efecto invernadero en China es hablar de su sector eléctrico, y del carbón. “El 40% de todas las emisiones del país proceden del sector eléctrico, eso es muchísimo; en España son entre un 10% y un 15%”, explica Salas. Esto se debe a que la generación eléctrica ha estado dominada por el carbón: el pasado año el 60% de la electricidad del país provino de la quema de este contaminante combustible fósil. Pero en mayo esa cuota cayó hasta el 53%, el mínimo histórico, según los datos de Carbon Brief.

“La energía solar y la eólica están satisfaciendo ahora la mayor parte del crecimiento de la demanda de electricidad de China”, detalla Jones. En mayo, el 12% de la electricidad del país provino ya de la solar —hace solo un año era el 7%—; el 11% lo generó la eólica y el 15% la hidroeléctrica. El 10% restante se lo repartieron la nuclear, el gas y la biomasa.

Camiones descargan carbón importado en Rugao, China, en noviembre del pasado año. STR (AFP)

Pero para tener el retrato completo de lo que está ocurriendo hay que mirar más allá del enorme avance de las renovables —China está instalando potencia fotovoltaica a una velocidad de vértigo―. Pep Canadell, director ejecutivo de Global Carbon Project, referente internacional en el monitoreo de las emisiones mundiales, refiere tres componentes en el freno al crecimiento de las emisiones en este país. Por un lado, la mencionada reducción del uso del carbón ligada al rápido impulso de la eólica y, sobre todo, la solar. Por otro, el parón en el uso del petróleo ligado al avance de la electrificación del transporte. Y, en tercer lugar, un decrecimiento de la producción de cemento y acero vinculado a la ralentización de la construcción.

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En este último punto es en el que quizás hay más incertidumbre. “China constantemente ha usado el sector de la construcción cuando ha necesitado reactivar la economía ante una desaceleración”, recuerda Canadell. “Lo hemos visto muchas veces en los últimos 20 años, y puede volver a pasar”. No obstante, el director de Global Carbon Project añade: “sabemos que a largo plazo el gran boom de la construcción no es sostenible y a medida que en China la economía de servicios crece más, el papel de la construcción, y sus emisiones, decrecerá”.

En la misma línea, Jones afirma que la economía del país asiático “se está alejando de la construcción de más infraestructuras, tras haber construido tantos apartamentos, carreteras y ferrocarriles en las últimas décadas”. “Esto significa que el uso de cemento y acero está disminuyendo”, añade.

En la tercera pata de esta historia, el transporte, hay menos dudas si se atiende a la evolución de las ventas de vehículos eléctricos en China, como señala Salas. “En electrificación del transporte es de los países más avanzados del mundo. En junio, el 45% de los turismos vendidos han sido eléctricos o híbridos enchufables. A final de año la previsión es que sea el 50%”.

Por eso, lo que pase en el sector eléctrico es determinante para saber si realmente se ha podido alcanzar el pico de las emisiones, algo que realmente solo es posible conocer cuando se gana perspectiva, es decir, tiempo.

Riesgo latente

Canadell prefiere ser prudente a la hora de certificar si realmente China ha tocado ese techo: “No es la primera vez que analistas hablan del pico de emisiones en China para luego verlas otra vez crecer; también hablamos del pico de emisiones del carbón por primera vez en 2013, pero duró muy pocos años y volvimos a ver un crecimiento”. Además, este experto recuerda que existe un riesgo latente: el parque de plantas de carbón que tiene construido ya China que ahora está infrautilizado debido al auge de las renovables, pero que podría hacer que las emisiones pudieran repuntar con rapidez de nuevo.

Con todo, Canadell tiene claro que la creciente potencia renovable expulsará cada vez más al carbón del mix eléctrico del país asiático, como está ocurriendo en Europa: “Hay cambios estructurales que están ocurriendo que harán que el pico sea una realidad, si no ahora, sí próximamente”.

No basta con dejar de crecer

Pero no basta con llegar al máximo y quedarse ahí. Canadell cree que lo más probable es que ahora se sucedan varios años de “pequeñas disminuciones y pequeños crecimientos”. “Esto podría durar fácilmente hasta finales de esta década, antes de que veamos una disminución consistente en sus emisiones”, sostiene este experto. Los científicos advierten de que lo que se necesita para que el calentamiento se quede dentro de los límites menos catastróficos es que las emisiones mundiales caigan ya con fuerza durante esta década.

El mismo análisis vale también para el resto del mundo, donde el pico de las emisiones también está cerca de lograrse. “Si los gobiernos son capaces de cumplir sus compromisos de triplicar la capacidad renovable mundial y duplicar las mejoras de eficiencia energética para 2030, estaremos en una nueva era de disminución de las emisiones de CO₂”, opina Jones. Pero aún no se ha llegado a ese momento. “Esto se debe a que las caídas masivas de los precios han ocurrido tan recientemente, especialmente en los automóviles eléctricos, los paneles solares y las baterías, que los gobiernos aún no se han hecho a la idea de cómo de rápido y barato se puede apostar por estas tecnologías”, concluye el analista de Ember.

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