Estados Unidos paraliza las nuevas terminales para la exportación de gas natural tras las presiones de los ecologistas

Esta decisión afecta a 17 proyectos, entre ellos, el que iba a ser la mayor instalación de este tipo en el mundo, el Calcasieu Pass 2, con una inversión de 10.000 millones de dólares

El presidente Biden en la Casa Blanca el 30 de enero.Ting Shen / POOL (EFE)

La decisión del presidente Joe Biden de paralizar las nuevas terminales para la exportación de gas natural licuado (GNL) ha causado la ira del sector y de la oposición republicana, pero también el júbilo de los defensores del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. La Casa Blanca ha congelado los permisos a nuevas exportaciones de GNL estadounidense a países con los que Washington no mantenga un tratado de libre comercio, lo q...

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La decisión del presidente Joe Biden de paralizar las nuevas terminales para la exportación de gas natural licuado (GNL) ha causado la ira del sector y de la oposición republicana, pero también el júbilo de los defensores del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. La Casa Blanca ha congelado los permisos a nuevas exportaciones de GNL estadounidense a países con los que Washington no mantenga un tratado de libre comercio, lo que en la práctica deja en suspenso 17 proyectos de infraestructuras. Entre ellos, Calcasieu Pass 2, la que iba a ser la mayor terminal de exportación del mundo, en Luisiana, con un coste de 10.000 millones de dólares (9.190 millones de euros) y que ya había generado fuertes críticas de las organizaciones ecologistas sobre su posible impacto ambiental.

La presidencia de EE UU alega que la medida es necesaria para que el Departamento de Energía pueda evaluar y actualizar los efectos en el mercado, en el clima y la seguridad de esta modalidad energética: los análisis que maneja son, en su mayoría, de hace cinco años, cuando la industria estaba aún casi en ciernes en este país.

Hoy día, Estados Unidos es el principal exportador del mundo, tras superar el año pasado a gigantes del sector como Australia o Qatar: en 2023 envió al exterior 88,9 millones de toneladas métricas, un 14,7% más que el año anterior, según los datos del London Stock Exchange Group. La crisis energética en Europa motivada por el estallido de la guerra en Ucrania y la suspensión de los suministros de gas procedentes de Rusia, que hizo crecer la demanda de esta modalidad de gas en un 60% en el Viejo Continente, le dio el impulso definitivo a un sector que prevé doblar su capacidad de exportación antes de que termine la década actual, una vez concluya la construcción de cinco grandes proyectos en marcha.

Pero con el éxito del sector se ha incrementado el escrutinio sobre él. Las organizaciones defensoras del medio ambiente consideran que la explosión en las exportaciones es incompatible con el cumplimiento de los compromisos climáticos estadounidenses. Alegan que las ventas de GNL perpetúan el uso de combustibles fósiles, en lugar de fomentar el consumo de energías renovables. Y existe el riesgo de apostar por fuertes inversiones para unas exportaciones que pueden no tener continuidad en el tiempo.

Aunque el gas natural es más limpio que otros hidrocarburos, no deja de emitir cantidades significativas de dióxido de carbono cuando arde, apuntan las organizaciones ambientales. El principal componente de este combustible, el metano, atrapa más calor que el CO₂ cuando se libera en la atmósfera.

La presión de estos grupos, y de la opinión pública, motivó que en noviembre más de 60 parlamentarios reclamaran cambios al modo en que el Departamento de Energía concede los permisos.

En la actualidad “hemos evolucionado en nuestro entendimiento sobre la necesidad del GNL en los mercados, el suministro a largo plazo de GNL y el peligroso impacto del metano en nuestro planeta. También debemos protegernos adecuadamente de los riesgos para la salud de nuestras comunidades, especialmente las comunidades en primera línea en Estados Unidos que sufren de modo desproporcionado el peso de la contaminación procedente de las nuevas instalaciones de exportación”, sostiene la Casa Blanca.

En una declaración al anunciar la nueva medida, el viernes pasado, Biden precisaba que “durante esta etapa examinaremos de modo crítico los efectos de las exportaciones de GNL en los costes de la energía, la seguridad energética de Estados Unidos y nuestro medio ambiente”. “En cada esquina del país y del mundo, la gente sufre los efectos devastadores del cambio climático”, agregaba. “Esta pausa en las nuevas aprobaciones de GNL toma la crisis climática por lo que es: la amenaza existencial de nuestra era”.

La moratoria incluye una excepción para casos de “emergencia inmediata e imprevista de seguridad nacional”. Tampoco afectará a los proyectos de exportación ya en marcha o aquellos que están en construcción. Pero los que estaban pendientes de recibir permisos, un total de 17, quedarán paralizados de modo indefinido, probablemente hasta 2025, una vez hayan pasado las elecciones presidenciales del próximo noviembre. Entre ellos, el de Calcasieu Pass 2, también conocido por sus iniciales CP2, un controvertido proyecto rechazado por más de 150 científicos en una carta dirigida a Biden el pasado mes de diciembre.

El anuncio de la pausa llega apenas un mes después de la COP28, la reunión de la ONU sobre cambio climático celebrada en Dubái, en la que los cerca de 200 países participantes —entre ellos, Estados Unidos— se comprometieron a emprender el camino para acabar dejando atrás definitivamente los combustibles fósiles.

La Casa Blanca ha asegurado que la moratoria no pondrá en peligro el suministro de GNL estadounidense a Europa u otros países aliados a corto plazo. “El año pasado, cerca de la mitad de las exportaciones de GNL estadounidenses fueron a Europa, y Estados unidos ha colaborado con la Unión Europea para economizar con éxito el consumo y gestionar su almacenamiento, de modo que garantice que actos de agresión no provocados no pueden amenazar su suministro”, señala la oficina presidencial.

La medida ha sido celebrada por las organizaciones defensoras del medio ambiente, que habían expresado su decepción el año pasado por la decisión de la Casa Blanca de permitir la prospección de petróleo en áreas de Alaska hasta ahora vetadas.

“La acción del presidente hoy es una medida histórica para proteger nuestra salud y la seguridad económica; no sólo evitará la contaminación tóxica, sino que también evitará el aumento de nuestros costos energéticos. Es un liderazgo real y un contraste marcado con la dirección que Donald Trump quiere llevar al país, donde el lema es perforar y seguir perforando”, ha sostenido Antonieta Cádiz, directora ejecutiva adjunta de Climate Power en Acción.

Pero la oposición republicana, en plena campaña electoral, se ha lanzado a criticar la pausa. Un día después del anuncio oficial, el expresidente y actual candidato a la Casa Blanca, Donald Trump, prometía durante un mitin aprobar nuevos proyectos “en mi primer día de regreso” a la presidencia.

Grupos empresariales en Estados Unidos y países aliados también alegan que la medida puede ser perjudicial para la economía estadounidense, en un momento de bonanza, y la de todo el mundo. Mantener la moratoria, alegan en una carta abierta, “enviaría una señal preocupante a aliados, inversores y mercados energéticos que podría seguir reverberando durante muchos años”.

El think tank Center for Strategic and International Studies (CSIS) advierte por su parte en un análisis que los compradores de GNL pueden “volver su atención de los proyectos que ahora están en el limbo” a otros ya en marcha. “La decisión podría ayudar también a otros suministradores de GNL, como Qatar, que quieren cerrar sus propios contratos comerciales” de suministro, sostiene.

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