Miguel Delibes: “Es incomprensible que los políticos no se den cuenta del daño que hacen a la agricultura con la ley de Doñana”
El biólogo, vetado en el Parlamento andaluz por PP y Vox, considera “triste y penoso que no se oiga la voz del Consejo de Participación” del parque, órgano que preside
La carrera profesional y, en cierta forma, vital del biólogo Miguel Delibes de Castro (Valladolid, 76 años) ha estado en gran medida ligada a Doñana. Fue 12 años director de la Estación Biológica de Doñana, del CSIC, y ahora desempeña el cargo de presidente del Consejo de Participación de este emblemático espacio natural que ahora está en el punto de mira nacional e internacional por la falta de agua que padece y por el proyecto de ley ...
La carrera profesional y, en cierta forma, vital del biólogo Miguel Delibes de Castro (Valladolid, 76 años) ha estado en gran medida ligada a Doñana. Fue 12 años director de la Estación Biológica de Doñana, del CSIC, y ahora desempeña el cargo de presidente del Consejo de Participación de este emblemático espacio natural que ahora está en el punto de mira nacional e internacional por la falta de agua que padece y por el proyecto de ley que pretende regularizar cultivos ilegales en el entorno del parque. PP y Vox, promotores de esta proposición, han vetado su participación en la comisión del Parlamento andaluz en la que se estudiará esa norma, tras haber expresado su postura crítica contra la misma. Y Delibes, que atiende este miércoles por teléfono a EL PAÍS desde Valladolid, se debate ahora entre presentar su dimisión como presidente del Consejo de Participación o continuar en ese cargo para ser “un pequeño freno para iniciativas que puedan perjudicar a Doñana”.
Pregunta. ¿Qué le parece que PP y Vox hayan vetado en el Parlamento su intervención en la tramitación de la ley de regadíos?
Respuesta. Me parece triste. Lo que yo pienso probablemente ya lo saben y entiendo que creen que no es imprescindible que diga algo. Pero, quizás, sí les podría ayudar a entender las cosas un poco mejor. Me parece triste, porque creo que no se acepta al suponer que mi intervención puede ser incómoda. Pero los responsables públicos llevan incluido en su sueldo escuchar cosas que no les gusten porque es la única forma de que progresemos. Si solo se escuchan las cosas agradables nunca saldremos de los caminos trillados.
P. Pero, más allá de su persona, lo que se hace con ese veto es no oír la voz del Consejo de Participación.
R. Es triste y penoso que no se oiga la voz del Consejo de Participación. Había que haberle pedido opinión y que se manifestara. Pero solo ha sido convocado para informarle de la proposición de ley.
P. Tampoco se quiere escuchar la voz de Eloy Revilla, el responsable de la Estación Biológica de Doñana.
R. Si me parece triste que al Consejo de Participación no se le oiga, en el caso de la Estación Biológica es más grave porque tanto la estación como el CSIC, del que depende la estación, son organismos que tienen responsabilidades en la gestión del parque. Es decir, están en el organigrama del parque nacional. La estación es un órgano que tiene entre sus tareas coordinar todas las investigaciones en Doñana y transmitir la información científica. Da puntos de vista científicos, no opiniones personales.
P. ¿Por qué va a empeorar la situación de Doñana si esta proposición de ley sale adelante?
R. Por varias razones. Por ejemplo, porque si esta proposición no mejora la situación, no vale para nada. Y empeora socialmente la situación. Perjudica el estado de ánimo en Doñana, daña el cariño que tienen los habitantes de la comarca hacia Doñana. Si esta proposición de ley incluyera, por ejemplo, que todos los pozos que no están regularizados ahora se cerrarán cuando se apruebe y que también se levantarán todas las estructuras, los invernaderos... Pues, bueno, a lo mejor se podría considerar que no afecta a Doñana. Pero es que eso no lo dice, no queda claro lo que va a ocurrir con las parcelas que se están regando ahora irregularmente. Se ha especulado con que se va a usar para eso el agua que se va a traer para regar lo regularizado en 2014. Pero entonces eso perjudica a Doñana, porque fincas que extraen agua del acuífero van a seguir extrayendo. En cualquier caso, como se está viendo, este asunto está cambiando la imagen de Doñana y de los frutos rojos de la zona en España. He visto carteles en supermercados de Sevilla diciendo “no compres fresas porque estropeas Doñana”. Y también está ocurriendo fuera de España. Esto ya lo avisamos. Cuando me llegó la noticia de que se iba a proponer de nuevo esa ley de regadíos, publiqué un artículo en EL PAÍS advirtiendo de que por el bien de Doñana y por el bien de los frutos rojos de la comarca no se hiciera. Es jugar con fuego. Doñana tiene mucho prestigio en España, en Europa y en el mundo y lo que ponga en cuestión a Doñana va a afectar a las explotaciones agrícolas que aparecen como responsables aunque no todas lo sean.
P. De hecho, se está viendo ahora mismo con una campaña en Alemania en ese sentido.
R. Sí, pero ya ha habido otras antes relevantes internacionalmente. Y habrá más. Es incomprensible que los responsables políticos no se den cuenta del daño que hacen a la agricultura de Huelva, a la agricultura del entorno de Doñana, a la agricultura española con esta actitud. En vez de buscar soluciones mágicas, deberían bajar al fango y trabajar seriamente.
P. ¿Cree que esta polémica de Doñana ha tenido consecuencias en las elecciones municipales en Andalucía?
R. No lo sé, el tema de las elecciones es demasiado complicado. Pero, en todo caso, no me parece que haya influido mucho porque los resultados en la comarca de Doñana no son demasiado diferentes de los que ha habido en el resto de Huelva, en Andalucía o el resto de España. Llevo mes y medio sin aceptar entrevistas porque no quería hacerlo en campaña electoral. Creo que en Doñana hay que buscar acuerdos y no me gusta que sea un arma arrojadiza durante las elecciones. Yo ya dije lo que tenía que decir y luego decidí callarme. Pero ahora creo que es el momento de decir que hay que trabajar juntos, bajar al terreno y localizar finca por finca dónde se crean realmente problemas sociales y ver qué alternativas se les puede dar.
P. ¿Cree que se terminará aprobando esta proposición de ley?
R. Creo que no. Pero, la verdad, tampoco sé cómo no la pueden aprobar ahora. Habían dicho públicamente que habría un periodo largo para hacer enmiendas y proponer cosas. Pero cuando llega ese momento empiezan por no aceptar las comparecencias de la gente que podría corregir algunas cosas. Por lo menos, no es un buen comienzo. No parece que la disposición sea a aceptar críticas y sugerencias de cambios.
P. ¿Se arrepiente de haber aceptado la medalla de Andalucía hace algo más de un año, cuando ya estaba esta polémica sobre la mesa?
R. En absoluto, ya dije en su momento que era un orgullo. Lo que sí es cierto es que estoy tentado a menudo, no de devolver la medalla, que me parece una falta de agradecimiento a la comunidad que me ha acogido, sino de abandonar el cargo de presidente del Consejo de Participación. Si no lo he hecho por el momento es porque creo que puedo defender a Doñana de alguna forma con ese cargo y con la Medalla de Andalucía. De alguna manera, siento que tengo un papel ahí y me siento responsable.
P. ¿Y se plantea usted dejar la presidencia del consejo si sale la ley adelante?
R. Pienso que sería razonable que la Junta me cesara, porque es un puesto que depende de la Junta de Andalucía. Y, al mismo tiempo, tengo la tentación casi permanente desde hace meses de dimitir porque me encuentro muy incómodo. Ser rechazado ahora para intervenir en el Parlamento lo veo como una falta de aprecio no a mí, sino al Consejo de Participación, por parte de los parlamentarios. Y entran ganas de decir “lo dejo”, pero al mismo tiempo pienso que estando ahí puedo ser un pequeño freno o un pequeño obstáculo para iniciativas que puedan perjudicar a Doñana.
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