“No hay promoción de alternativas a la experimentación animal en España”
El científico Guillermo Repetto, que preside la red para el desarrollo de otros métodos de investigación, explica que existen procedimientos in vitro y computacionales
Mientras Suecia invierte 1,4 millones anuales en promocionar alternativas a la experimentación animal, España destina cero euros. Los datos los desgrana con contundencia Guillermo Repetto, presidente de la Red Española para el Desarrollo de Métodos Alternativos a la Experimentación Animal (REMA) desde 2011. Responsable del Área de Toxicología de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, con más de 30 años de experiencia en estudios técnicos y periciales relacionados con la evaluación del riesgo tóxico de compuestos químicos, el ...
Mientras Suecia invierte 1,4 millones anuales en promocionar alternativas a la experimentación animal, España destina cero euros. Los datos los desgrana con contundencia Guillermo Repetto, presidente de la Red Española para el Desarrollo de Métodos Alternativos a la Experimentación Animal (REMA) desde 2011. Responsable del Área de Toxicología de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, con más de 30 años de experiencia en estudios técnicos y periciales relacionados con la evaluación del riesgo tóxico de compuestos químicos, el doctor en medicina y cirugía ha acudido varias veces a la llamada de la Unión Europea para asesorar, investigar o divulgar. “La hoja de ruta es reducir al máximo la experimentación animal”, asegura.
Repetto, nacido en Sevilla hace 60 años, admite que el caso de Vivotecnia —la empresa sacudida por unos vídeos publicados hace dos semanas en los que se veía a personal de su laboratorio en Madrid maltratar a los animales con los que investigaban— ayuda a poner el debate de la experimentación con animales sobre la mesa, aunque lamenta la imagen que se da de los científicos a la sociedad: “Parecemos fulleros”.
Pregunta. ¿Qué alternativas existen para dejar de lado la experimentación con animales?
Respuesta. Lo primero y más sencillo es utilizar información de otros ensayos con animales, por ejemplo, con otras sustancias parecidas. Y si ya se ha realizado un experimento con esa sustancia, no se puede repetir, lo prohíbe la legislación. La segunda opción sería usar procedimientos de predicción, generalmente son sistemas computarizados que ayudan a tratar de entender qué es lo que ocurriría con un medicamento o una sustancia que está en contacto con un organismo. En tercer lugar, refinar el empleo de animales. Es decir, utilizar menor número, que estén cuanto menos estresados mejor y en las mejores condiciones posibles. En cuarto lugar, se encuentran los métodos in vitro, es decir, cuando no se dispone del animal completo sino de células. Otra opción intermedia sería la utilización de embriones de animales, sin llegar al momento en el cual ya se lo considera animal, que es cuando son capaces de sobrevivir en forma externa. Y, por último, se puede trabajar con organismos invertebrados, como gusanos, moscas, bacterias, algas...
P. ¿Con estas técnicas se debería prescindir del uso de animales en los laboratorios?
R. Su empleo continúa siendo imprescindible en determinados campos. Por ejemplo, con las enfermedades neurodegenerativas, aunque existen procedimientos in vitro y computacionales que permiten obtener muchísima información previa de cómo pueden tratarse esas enfermedades, como el párkinson o el alzhéimer.
P. La ley especifica que las Administraciones, todas, deben promocionar el uso de experimentos alternativos. ¿Qué falla en el sistema?
R. Hay tres actores principales que deberían promocionarlos. En primer lugar, la industria, porque necesita evaluar sus productos. Fuera de España las empresas tienen un gran papel en la financiación, mientras que la industria española lo hace menos. También estarían las fundaciones públicas y privadas que fomentan la investigación y que no priorizan esas alternativas. Y están todas las Administraciones, que tienen una obligación legal de promover el desarrollo de alternativas, pero aquí es donde España está fallando más. No hay una promoción directa al patrocinio de alternativas.
P. ¿Nos sacan ventaja en otros países europeos?
R. Finlandia, por ejemplo, invierte unos 250.000 euros anuales en promoción exclusivamente de alternativas; Alemania, medio millón; Bélgica, un millón; Suecia, 1,4 millones y el Reino Unido, 2,5 millones. Es decir, que mientras en otros países están invirtiendo mucho dinero en ello, en España no se está haciendo. La cantidad directa para alternativas es cero.
P. Pero sí hay experimentación con métodos alternativos. ¿Cómo se explica?
R. Tengo información directa de la Agencia Estatal de Investigación y sé que ellos lo tienen en cuenta, pero no pueden priorizar procedimientos que usen alternativas sobre otros con animales, por lo tanto los proyectos compiten en igualdad. Tendrían que habilitar alguna opción para que los proyectos de investigación puedan promover métodos alternativos. Si no se prioriza, realmente no se está promoviendo.
P. ¿Por qué el mundo de la cosmética ha tomado la delantera en este sentido?
R. La UE estableció una serie de fases. En 2009 se prohibió que se ensayaran en animales los productos cosméticos acabados, los que están en el bote. Entró en vigor en 2010 y se marcó 2013 para prohibir el ensayo de los ingredientes. Yo estuve en el grupo de expertos de la UE y les dijimos que para 2013 se podrían hacer algunas cosas y otras no. Entonces la UE tomó una decisión política: aunque no se pueda hacer, prohibimos el empleo de animales. Lo hizo con dos intenciones: parar el uso de animales y decirle a la industria: “Espabilad. Vais a tener que desarrollar procedimientos alternativos para poder evaluar nuevos ingredientes”. Por esa razón la industria cosmética ha gastado muchísimo dinero en ello.
P. ¿Qué responsabilidad tienen las comunidades autónomas?
R. También ofrecen ayudas de investigación, pero tampoco consideran como un valor positivo ni incluyen una línea concreta de financiación de apoyo a los procedimientos que no utilicen animales.
P. ¿Se ha avanzado en algún ámbito?
R. Un ejemplo: durante muchos años, la forma de asegurarse de que la mallita de mejillones que compras en el supermercado no tuviera toxinas, que provienen de las mareas rojas y las mareas verdes, era coger un extracto del mejillón e inyectársela a ratones. Y ver si morían o no. La UE decidió que para esas toxinas concretas se empleara una técnica analítica a partir de 2015. España fue el único país que puso problemas presentando una alegación a la UE, intentando que no fuera obligatorio el uso del procedimiento químico. La UE la desestimó y la parte positiva es que se aplica desde 2015 en los moluscos bivalvos [mejillones, almejas...].
P. ¿Es más complejo avanzar en ese sentido en el campo de la medicina, por ejemplo, en estudios de tumores?
R. Yo trabajo con temas tumorales y no es que no se pueda. Se está avanzando muchísimo con cultivos celulares. Muchas veces cuando se llega a aplicar la sustancia o el medicamento al animal ya se han realizado muchísimos ensayos in vitro. Porque lo que nos interesa es que la sustancia mate a las células cancerosas, pero que afecte lo menos posible a las no cancerosas. Esto se hace in vitro de rutina y se tiene muy claro, por ejemplo, que un compuesto no funciona para las células de tiroides pero sí para determinadas células de pulmón o puede utilizarse para otra cosa. Es decir, te da una información y puedes decidir que no lo tienes que probar para hacer ensayos de carcinogénesis de hígado o de próstata o de otra cosa. Te quitas de en medio mucho trabajo y muchos animales que utilizarías porque esa información ya la conoces.
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