Carole Mundell, astrónoma: “La mitad del universo conocido está a más de 1.000 grados y no sabemos por qué”
La jefa de ciencia de la Agencia Espacial Europea, exasesora del Gobierno británico y expresidenta de los científicos de su país, habla con pasión y claridad sobre investigación, política, machismo, exploración espacial e integridad
La astrónoma Carole Mundell (Sheffield, Reino Unido, 54 años) tiene un currículum de película: experta en agujeros negros supermasivos, asesora científica del Gobierno británico, máxima responsable del Consejo de la Ciencia de su país y, ahora, jefa de ciencia de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Solo este año, el departamento que dirige Mundell manejará más de 600 millones de euros con el objetivo de llevar a la humanidad a lugares donde nunca ha estado. En su cartera está lanz...
La astrónoma Carole Mundell (Sheffield, Reino Unido, 54 años) tiene un currículum de película: experta en agujeros negros supermasivos, asesora científica del Gobierno británico, máxima responsable del Consejo de la Ciencia de su país y, ahora, jefa de ciencia de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Solo este año, el departamento que dirige Mundell manejará más de 600 millones de euros con el objetivo de llevar a la humanidad a lugares donde nunca ha estado. En su cartera está lanzar naves que permitirán conocer mejor el impacto de las tormentas solares, cuyo azote está creciendo, un telescopio para descubrir planetas gemelos de la Tierra más allá de nuestro sistema solar, otro que observará sus atmósferas y realizará los primeros pronósticos del clima en esos mundos; y una nave que interceptará un cometa por primera vez. Son misiones históricas que llevan la tecnología al límite de lo posible.
Mundell cree que su interés en la ciencia despertó a los cinco años, cuando su madre le regaló un vestido con símbolos matemáticos que, instintivamente, quiso descifrar como si fueran jeroglíficos. La física y las matemáticas eran el lenguaje de la ciencia y Mundell lo persiguió en los 90 para intentar comprender qué sucede cuando los agujeros negros “sufren indigestión”. Su trabajo contribuyó a demostrar que dentro de toda galaxia hay uno de estos monstruos voraces que entrañan un enorme misterio: ¿son ellos los que crean las galaxias o al revés?
Mundell recibe a EL PAÍS en el idílico centro espacial de la ESA en Villafranca del Castillo, a las afueras de Madrid, un complejo aislado de las interferencias de radio donde se elevan enormes antenas que reciben señales de naves que surcan el espacio a millones de kilómetros de la Tierra, y del que Mundell también es directora. En esta entrevista, la científica habla con igual pasión y claridad sobre ciencia, política, machismo, exploración espacial e integridad científica.
Pregunta. Fue asesora científica del gobierno británico en la etapa de Boris Johnson. ¿Cree que los líderes políticos respetan la ciencia y la siguen en sus decisiones?
Respuesta. Fue un periodo muy inspirador. Era un puesto de funcionario público para el Foreign Office [Ministerio de Exteriores]. Mi tarea era usar la ciencia como herramienta de diplomacia y amistad con otros países, para apoyar los objetivos del Gobierno. También asesoraba durante emergencias, especialmente en la pandemia. Nosotros aportábamos los hechos y los políticos tomaban las decisiones. En general, nuestros consejos eran escuchados. En aquel momento vimos claro para qué sirve invertir en ciencia básica. No se puede hacer una vacuna de un día para otro, requiere un trabajo de generaciones, y fue maravilloso compartir la información que teníamos con otros países.
La ciencia nos ayuda a huir del dogma cuando las posiciones políticas están enquistadas
P. ¿Eso sigue sucediendo en tiempos de Brexit, guerras en Ucrania, en Gaza?
R. En los tiempos de conflicto es cuando la diplomacia científica es más importante, porque es cuando recordamos quiénes son nuestros amigos y pensamos en el tipo de mundo que queremos construir. La ciencia nos ayuda a huir del dogma cuando las posiciones políticas están enquistadas. Es un motor de progreso humano y ayuda a tomar mejores decisiones políticas. A mí me tocó asesorar en el Brexit y también en otras cuestiones de seguridad, defensa, desarrollo, estrategia espacial y de computación.
P. Hablemos de ciencia. ¿Cuál es la mayor pregunta sobre el universo que se puede responder con la exploración espacial?
R. Nos estamos haciendo las mayores preguntas sobre la naturaleza del universo. ¿Cómo comenzó, estamos solos, hay vida más allá de nuestro planeta, cuál es el futuro del planeta Tierra? Son preguntas existenciales que nos persiguen desde siempre. Hemos hecho por ejemplo la misión Euclid para estudiar la materia y la energía oscuras, porque sabemos que la expansión del universo se está acelerando y no sabemos por qué. El espacio es el único lugar posible para responder ciertas preguntas, como la de la luz más potente del universo que producen los agujeros negros. Que podamos lanzar telescopios al espacio y medir estos fenómenos con una precisión exquisita hace que estos sean grandes tiempos para la humanidad.
P. Habla de preguntas existenciales ¿Cree que descubriremos que no estamos solos?
R. Creo que deberíamos hacer algo más a menudo: parar nuestras vidas frenéticas por un momento y pensar en que vivimos en este pequeño planeta azul, a la distancia justa del Sol; que somos seres sensibles que vivimos una fracción ridícula de la edad del cosmos, que tiene 13.700 millones de años. Es asombroso que también seamos capaces de conceptualizar el universo, descubrir las matemáticas que lo describen, hacernos preguntas importantes y desarrollar la tecnología necesaria para responderlas. Es algo único.
P. ¿Cómo va a atacar la ESA todas las preguntas que menciona?
R. En los próximos 12 años vamos a lanzar muchas misiones únicas. En 2025 saldrá Smile para estudiar la interacción del viento solar con la magnetosfera de la Tierra. Muchos de sus lectores habrán visto las alucinantes auroras boreales que produjo la última tormenta solar y esta misión nos servirá para entender mejor los impactos de las próximas que llegarán. También tenemos en cola dos misiones que liderarán la búsqueda de exoplanetas. Plato tendrá 26 cámaras que funcionarán como un solo ojo para estudiar planetas como la Tierra en estrellas como el Sol. Y luego lanzaremos Ariel, que nos permitirá estudiar la atmósfera de 1.000 exoplanetas, así que empezaremos a poder estudiar cómo es el clima en exoplanetas, lo que es simplemente asombroso. Y como nos queda algo de espacio, junto a Ariel lanzaremos otra sonda que permanecerá en el espacio durante un par de años esperando el momento de perseguir un cometa prístino, ideal para entender el origen de nuestro sistema solar, y lanzarle dos pequeñas sondas para estudiarlo. También tenemos Envision, que va a estudiar Venus al completo, desde su atmósfera hasta el núcleo. Lisa será el primer interferómetro láser de la historia que viaje al espacio. Hablamos de tres naves idénticas separadas por 2,5 millones de kilómetros que deben detectar ondas gravitacionales en el espacio-tiempo, que se miden en millonésimas de metro y que son producidas por dos agujeros negros supermasivos al chocar. Además, tenemos New Athena, una misión en desarrollo que se lanzaría en la década de 2030 y que debe resolver un gran misterio. Solo sabemos de qué está hecho el 5% del universo, pero de esa fracción un 50% es gas que está a más de 1.000 grados centígrados y no sabemos por qué. Es un nivel de ciencia espacial incomparable.
P. En 2017 usted alzó la voz contra el acoso y las agresiones machistas en el mundo académico ¿Cree que el problema se ha resuelto?
R. No, sigue existiendo. Hace unos días, la Real Sociedad de Astronomía de Reino Unido ha publicado un informe que deja claro que estos problemas siguen sin resolver. Seas quien seas tienes el derecho de trabajar en un ambiente seguro y saludable física y mentalmente. Y eso es especialmente cierto en campos donde se sufre mucha presión, como la ciencia. El sector espacial sigue dominado por hombres y por su visión masculina. Pero también hay mujeres que mandan con brillantez. Las mujeres debemos estar pendientes unas de otras en todo el escalafón, pero también es crucial que los hombres nos ayuden a garantizar que el campo se haga más abierto e inclusivo.
P. Hasta 2023 fue presidenta del Consejo de la Ciencia de Reino Unido, que agrupa a 350.000 científicos. En uno de sus discursos avisaba de lo fácil que se puede perder el prestigio que tiene la ciencia. ¿Cree que últimamente este prestigio está amenazado por conductas fraudulentas como las dobles afiliaciones o la manipulación de las citas?
R. Durante mi presidencia quise iniciar un debate público sobre integridad científica y su impacto en la percepción social de la ciencia. La mayoría de la gente nos tiene en alta estima porque nos lo hemos ganado a pulso creando un sistema científico robusto. Pero este depende de que todos y cada uno de los científicos sean de fiar. En cuanto a las citas, no hay sistema perfecto y este en concreto hay que usarlo con inteligencia y sentido común. Una de nuestras misiones más exitosas es Rosetta, que hizo descubrimientos asombrosos y llevaba una tecnología asombrosa. Pero se trata de una comunidad científica pequeña, con lo que la cantidad de citas a los estudios que generó Rosetta no es muy grande comparada con otros campos como la cosmología. Así que la ESA tiene su propia metodología para evaluar el impacto y la calidad de la ciencia que hacemos. No podemos basarnos ciegamente en lo que dicen los números, eso no sería muy científico. Tenemos que estar muy atentos a la integridad, la credibilidad y la verificación de la ciencia. Tenemos que asumir que siempre habrá una fracción de científicos tramposos que intentarán aprovecharse del sistema, pero es una fracción pequeña si seguimos vigilantes.
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