¿Cuándo volverán las auroras boreales a España? ¿Son peligrosas? Preguntas y respuestas sobre las tormentas solares que las provocan

Expertos en astrofísica y clima espacial aclaran los retos que plantea a la ciencia este inusual fenómeno astronómico y las previsiones para los próximos meses

La tormenta solar de la madrugada del 10 de mayo que originó auroras boleares en las Islas Canarias.Foto: MIGUEL CALERO (EFE) | Vídeo: EPV

Mayo de 2024 ya ha demostrado ser un mes agitado para el Sol. Durante la primera semana, una serie de grandes erupciones solares y eyecciones de masa coronal crearon una tormenta geomagnética en la Tierra, dejando un espectáculo de auroras boreales. Sus vívidos colores se observaron en latitudes nada habituales en la madrugada del pasado día 10: en España aparecieron desde Andalucía hasta Cataluña, así como en Aragón y Galicia. Y también en regiones todavía más alejadas de la zona polar, como Canarias, el sur de Estados Unidos o México. Desde entonces, las erupciones continúan en la misma región solar.

Para los científicos del clima espacial, las tormentas son una evidencia esperable —aunque de una intensidad exagerada— de que el Sol está en un pico de actividad y esperan que lleguen más. Por otro lado, los operadores de satélites y los gestores de redes eléctricas y otras infraestructuras tecnológicas cruciales están evaluando los impactos del evento. Para quienes no son expertos, su aparición emocionó y dejó impresionantes fotografías. Pero también muchas dudas. Expertos en astrofísica y clima espacial aclaran algunos de los interrogantes y lo que podemos esperar en los próximos meses.

¿Por qué sucede esto ahora?

El Sol está en una fase de máxima actividad. Las auroras aparecen por la interacción entre el viento solar y el campo magnético de la Tierra, y en este momento del ciclo del Sol —que dura 11 años—, el viento es más fuerte. “De vez en cuando, como en toda meteorología, el viento solar puede provocar lo que llamamos tormentas magnéticas solares”, explica Javier Rodriguez-Pacheco, catedrático de Astronomía y Astrofísica en la Universidad de Alcalá.

La causa inmediata es un grupo de manchas en el Sol, conocidas como región activa, que tiene un tamaño de aproximadamente 17 veces más ancho que la Tierra. A partir del 8 de mayo, esa región envió al menos siete explosiones en dirección a la Tierra a velocidades de hasta 1.800 kilómetros por segundo. En junio de 2023, este periódico ya informaba de un prematuro e intenso pico de actividad solar.

¿Cómo de grande fue la tormenta?

Aunque se trate del ciclo ya conocido y esperado, “la intensidad no es habitual”, explica Javier Armentia, astrofísico y director del Planetario de Pamplona. “Es normal que tengamos tormentas solares y geomagnéticas, pero no es común ver auroras boreales como las del viernes 10. La tormenta es una de las más grandes que se han registrado, pero no solo por su intensidad. Algunas veces el material que expulsa el Sol tiene la llave, por así decirlo, para abrir las capas más altas de la atmósfera terrestre”, complementa Rodríguez Pacheco. La NASA la califica como la tormenta más fuerte que ha llegado a la Tierra desde hace 20 años.

En cambio, Consuelo Cid, que dirige el Servicio Nacional de Meteorología Espacial, prefiere no calificarla de mucha o poca inmensidad. Para ponerla en perspectiva, compara esta tormenta con una de 2003, que según las unidades que se utilizan para medir la intensidad, tuvo el doble que la de este mayo.

¿Son peligrosas?

En general, no. El peligro es bajo. Sin embargo, nuestra actual dependencia de tecnologías espaciales puede incrementar el riesgo. Las tormentas geomagnéticas provocan cambios en la estructura de la ionosfera —la parte externa de la atmósfera terrestre— que pueden alterar las redes o las estaciones eléctricas, y las líneas de tele y radiocomunicaciones, explica Armentia. Los aviones, por ejemplo, monitorean cuando hay estas tormentas para evitar fallos en las comunicaciones. Según indica Rodríguez Pacheco, el riesgo es similar al que nos enfrentamos con otros fenómenos meteorológicos terrestres, como los huracanes, y depende de su intensidad.

Los tres expertos piden calma. “Hay que vencer la psicosis. Me preocupan en mayor medida otros fenómenos más próximos a nosotros, como el cambio climático”, concluye Armentia.

El Observatorio de Dinámica Solar de la NASA capturó esta imagen de una llamarada solar, como se ve en el brillante destello de la derecha, el 14 de mayo de 2024.NASA/SDO

¿Provocaron daños las últimas tormentas?

Sí, pero no muy catastróficos. Se interrumpieron débilmente las comunicaciones por radio y GPS en zonas de todo el mundo. La conexión de internet de banda ancha proporcionada por Starlink depende de más de 5.000 satélites. La empresa que pertenece a SpaceX de Elon Musk reportó una degradación temporal en la calidad de sus señales. Por precaución, algunos satélites dejaron de hacer observaciones científicas, como el Observatorio de Rayos X Chandra, de la NASA, que guardó sus instrumentos para protegerlos de la radiación.

La NASA dijo el 10 de mayo que no preveía ninguna amenaza para los cuatro astronautas estadounidenses y los tres rusos a bordo de la Estación Espacial Internacional. Tres personas están a bordo de la estación espacial china Tiangong, y tampoco ha habido informes de medidas de precaución tomadas allí.

¿Cómo se están protegiendo las comunicaciones de la Tierra?

Después de la tormenta geomagnética de 1989, que ocasionó grandes apagones en Quebec, o la de 2012, que dejó grandes pérdidas económicas en China, las instituciones han aumentado los esfuerzos por mejorar la protección ante estos fenómenos solares. Según explica Armentia, para disminuir los daños se necesitan dos cosas: predicción y prevención. “A partir de 2010 ha habido un gran avance tecnológico que nos permite mejorar las predicciones solares. La prevención funciona”.

Esa es precisamente el área de investigación de Rodriguez-Pacheco, quien es investigador principal del instrumento Detector de Partículas Energéticas de la misión espacial Solar Orbiter, de la Agencia Espacial Europea (ESA) en colaboración con la NASA. Según relata, este proyecto de cooperación internacional trabaja con instrumentos que miran al Sol para responder a las grandes preguntas de la ciencia sobre el astro. Uno de sus objetivos es entender cómo el viento que emite influye en los planetas del sistema solar, particularmente en la Tierra, y así mejorar la predicción y prevención de estos fenómenos.

¿Cuándo ocurrirá la siguiente?

Puede suceder en cualquier momento. Aunque se mantiene al margen de hacer predicciones con fechas exactas, el Servicio Nacional de Meteorología Espacial que dirige Cid, explica que ahora mismo la región activa del Sol está en la cara que no podemos ver, aunque estima que en la primera semana de junio se puede dar una próxima tormenta geomagnética. Y advierte que se seguirán repitiendo, al menos, durante dos años más. Por el momento, no es posible predecir si esas tormentas provocarán auroras.

Los científicos esperan que el ciclo solar actual alcance su pico de máxima actividad en algún momento de este año, debido a la cantidad de manchas solares que están observando. Las tormentas más intensas ocurren habitualmente meses o años después de este pico.

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