Cinco estrategias para prepararnos ahora para la próxima pandemia
Dos investigadoras en salud pública proponen ideas para evitar que el próximo brote adquiera dimensiones imparables
Mientras el mundo sigue conmocionado por la pandemia de covid-19, los expertos en salud pública y gestión de emergencias ya se están preparando para la próxima. Al fin y al cabo, los biólogos están seguros de que, tarde o temprano, aparecerá otro nuevo y peligroso patógeno. Como investigadoras especialistas en salud pública, nos dedicamos a liderar la respuesta en caso de catástrofes sanitarias y a evaluar la gestión de emergencias. He aquí cinco estrategias que permitirán al mundo anticiparse, y que quizá incluso contribuirán a evitar que el...
Mientras el mundo sigue conmocionado por la pandemia de covid-19, los expertos en salud pública y gestión de emergencias ya se están preparando para la próxima. Al fin y al cabo, los biólogos están seguros de que, tarde o temprano, aparecerá otro nuevo y peligroso patógeno. Como investigadoras especialistas en salud pública, nos dedicamos a liderar la respuesta en caso de catástrofes sanitarias y a evaluar la gestión de emergencias. He aquí cinco estrategias que permitirán al mundo anticiparse, y que quizá incluso contribuirán a evitar que el próximo brote o la próxima epidemia adquieran dimensiones de pandemia.
1. Reforzar los sistemas ya existentes
La detección en febrero de 2021 de un nuevo brote de ébola en Guinea demostró la importancia fundamental de la vigilancia y la notificación para responder rápidamente a una enfermedad infecciosa y contenerla. Por lo general, el proceso funciona así: cuando una médica o un médico perspicaz diagnostica una enfermedad que figura en la lista de vigilancia de la Organización Mundial de la Salud y los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, informa del caso a las autoridades sanitarias locales para que lo investiguen. La información sube por la cadena hasta los niveles estatal, federal e internacional.
Médicos, profesionales de la salud pública y laboratorios de todo el mundo mandan informes patológicos a grupos como la Red Mundial de Alerta y Respuesta ante Brotes Epidémicos de la Organización Mundial de la Salud. Esta reúne todos los datos y ayuda a identificar brotes de nuevas enfermedades infecciosas y su potencial pandémico
Si un patógeno consigue escapar a los mecanismos locales de seguimiento y empieza a propagarse, los gobiernos disponen de sistemas de gestión de emergencias para dar respuesta. Estas estructuras de mando para casos de incidente proporcionan un marco de reacción a crisis que pueden ir desde enfermedades infecciosas hasta catástrofes naturales o atentados terroristas.
En Estados Unidos existen diversas agencias federales con diferentes responsabilidades. Estos organismos hacen un seguimiento de las nuevas enfermedades infecciosas, establecen una reserva estratégica nacional de recursos y ayudan a los Estados a prepararse y a reaccionar. Dado que la responsabilidad de la respuesta de emergencia corresponde a cada Estado ―tal como determina la Constitución estadounidense—, estos disponen de flexibilidad para decidir cómo aplicar las medidas a nivel local.
Una manera práctica de estar preparados para una futura pandemia es garantizar la estabilidad de todos estos sistemas y estructuras. Esto significa seguir financiando, formando y dotando de personal para una rápida respuesta mundial aun cuando no haya amenaza de pandemia en el horizonte.
2. Preparar a la ciudadanía para que haga su parte
Una respuesta eficaz a una pandemia exige criterios claros y coherentes y unas directrices factibles que reflejen las mejores prácticas fundamentadas en una ciencia sólida. Los mensajes y los datos que explican con claridad por qué cada persona tiene un papel importante en contener la pandemia ―y que este puede cambiar a medida que el brote evoluciona en el tiempo— son fundamentales.
La consigna de quedarse en casa y “aplanar la curva” para evitar sobrecargar los recursos sanitarios con casos de covid-19 fue un primer mensaje esencial de salud pública que muchos estadounidenses no clasificados como trabajadores esenciales entendieron. Sin embargo, cuando se levantaron las órdenes iniciales de confinamiento y aparecieron nuevos tratamientos, se produjo una confusión generalizada sobre la seguridad de las reuniones públicas, en particular debido a que las recomendaciones variaban según el Estado o la localidad.
Las directrices también son más eficaces si se adaptan a los distintos colectivos. En los Estados del sur, la desconfianza hacia las pruebas y los programas de vacunación del Gobierno y los servicios sanitarios tiene que ver directamente con las barreras lingüísticas y la preocupación por la condición de inmigrante. Una estrategia para llegar a poblaciones diversas y a menudo desatendidas es apoyarse en los líderes de la comunidad religiosa local para que ayuden a transmitir los mensajes de salud pública.
Una respuesta eficaz a una pandemia exige criterios claros y coherentes y unas directrices factibles que reflejen las mejores prácticas fundamentadas en una ciencia sólida
Para estar preparados es necesaria una “estrategia pancomunitaria” que involucre a todo el mundo en las fases de planificación, y en particular a los miembros de poblaciones desatendidas o vulnerables. Construir relaciones ahora puede mejorar el acceso a la información y a los recursos cuando se produzca la próxima catástrofe, lo cual contribuirá a garantizar la equidad y la agilidad de la respuesta.
Los científicos y los especialistas en comunicación de riesgos han empezado a debatir cómo puede manejar la gente la avalancha de información durante una pandemia de la mejor manera posible. Las enseñanzas de lo que se ha llamado “infodemia” de noticias sobre la covid-19 —algunas fiables, pero otras, ciertamente, no— pueden servir de base a nuevas estrategias para compartir información fidedigna y fomentar la confianza en la ciencia.
3. Coordinarse y practicar
Hace tiempo que los gestores de emergencias y los jefes de los servicios sanitarios reconocieron que, en situaciones críticas para la salud pública, una respuesta coordinada por parte de los diferentes equipos es clave.
Los ejercicios de simulación que imitan emergencias reales ayudan al personal de la administración a prepararse para toda clase de crisis. Igual que en un simulacro de incendio, reúnen a las partes implicadas para recorrer el hipotético escenario de una catástrofe y debatir las funciones y las responsabilidades. En estas prácticas participan personas que trabajan en salud pública, gestión de emergencias sanitarias y atención médica, así como representantes federales, tribales, estatales y locales de primera línea.
Los escenarios de las prácticas deben incluir también situaciones de “catástrofes acumuladas”, como un huracán o una tormenta de invierno que tensa aún más el sistema de respuesta.
Además de este entrenamiento, los profesionales sanitarios pueden recibir una formación transversal a fin de reforzar al personal médico especializado, que puede necesitar apoyo durante una pandemia de larga duración.
Estos ejercicios permiten a una comunidad poner a prueba apartados concretos del plan general de gestión de emergencias y determinar las carencias o las áreas a reforzar. Comprobar y practicar continuamente el plan garantiza que todo el mundo esté lo mejor preparado posible.
Además de este entrenamiento, los profesionales sanitarios pueden recibir una formación transversal a fin de reforzar al personal médico especializado, que puede necesitar apoyo durante una pandemia de larga duración.
La pandemia de covid-19 nos ha enseñado cosas nuevas sobre las infraestructuras y las cadenas de suministro. Las inversiones en recursos clave pueden reforzar las reservas estratégicas nacionales de suministros y vacunas para el futuro. Si es necesario, el presidente puede servirse de la Ley de Producción para la Defensa para ordenar que las empresas privadas den prioridad a los encargos federales.
4. Perfeccionar el manual de estrategia
Después de cada respuesta a una gran catástrofe, los diferentes grupos implicados (fuerzas de seguridad, servicios médicos de emergencia, salud pública y búsqueda y rescate, entre otros) llevan a cabo las denominadas “reflexiones posteriores a la acción”, que permiten refinar los planes para la próxima vez.
Por ejemplo, después de la pandemia de gripe de 2009, el Departamento de Salud y Servicios Humanos descubrió que, si bien los esfuerzos de comunicación de los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades dieron buenos resultados, algunos mensajes importantes pasaron desapercibidos a varios colectivos de lengua no inglesa. El ejercicio de reflexión después de la acción observó que la desconfianza en el Gobierno aumentaba cuando el suministro de vacunas no cumplía las expectativas de la población. Por su parte, el personal de la Administración podía programar prácticas para ensayar y ajustar estrategias para la próxima ocasión.
Una revisión a fondo de la respuesta a la actual pandemia de covid-19 a todos los niveles identificará carencias, retos y aciertos. Estos descubrimientos “posteriores a la acción” se tienen que integrar en la futura planificación para mejorar la preparación y la respuesta a la próxima pandemia.
5. Aprovechar la nueva normalidad
Allá por 1918, cuando estalló la pandemia de H1N1, pocos estadounidenses tenían teléfono. A raíz de las normas de la cuarentena, más hogares empezaron a utilizarlo y se aceleró la investigación que redujo la dependencia de los operadores telefónicos humanos. De manera similar, no cabe duda de que la covid-19 ha desencadenado cambios rápidos que van a perdurar y a contribuir a que Estados Unidos esté preparado para lo que ocurra en el futuro.
La adaptación a los necesarios cambios de nuestra forma de vida provocados por la pandemia ha sido más fácil gracias a las innovaciones que la tecnología ha traído al lugar de trabajo, el aula y la atención sanitaria. Los analistas de negocios prevén que el rápido paso a las videoconferencias y el teletrabajo realizado por las oficinas en 2020 será un legado duradero de la covid-19. Un equipo multidisciplinar de la Universidad de Texas A&M está estudiando cómo se han utilizado la robótica y los sistemas automatizados para responder a la pandemia en los ámbitos de la atención médica y la salud y la seguridad públicas.
Algunos cambios repentinos y drásticos de las normas y los comportamientos, como el uso de mascarillas en lugares públicos, puede que se cuenten entre las estrategias más sencillas de mantener para defenderse de una futura pandemia de un virus respiratorio. De la misma manera que los sistemas de telefonía han seguido perfeccionándose a lo largo de los últimos 100 años, la innovación continua basada en la rápida adopción de tecnologías en torno a la covid-19 ayudará a las personas a adaptarse a los cambios súbitos de su modo de vida cuando estalle la próxima epidemia mundial.
Tiffany A. Radcliff es decana adjunta de Investigación y catedrática de Gestión y Políticas Sanitarias de la Universidad de Texas A&M.
Angela Clendenin es profesora asistente a la docencia de Epidemiología y Bioestadística de la Universidad de Texas A&M.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation
Traducción de NewsClips
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