Cosas que no sabremos

Vistos los hechos del Capitolio, es dudoso que la pandemia haya tenido algún efecto en la derrota de Trump

Los partidarios del presidente Donald Trump escalan el muro oeste del Capitolio de los Estados Unidos.Jose Luis Magana (AP)

Saber siempre es mejor que no saber, porque ayuda a percibir dónde residen las incógnitas y por tanto es una vía segura para despejarlas. Ojos que no ven, corazón que no siente, solemos decir, pero el corazón no suele necesitar a los ojos para sentir que algo va mal, que ya nada volverá a ser lo mismo. Quien prefiere no saber está traicionando a su propia naturaleza humana, un tejido hecho de curiosidad, indagación y descubrimiento. Los sociólogos dicen que la vida en grupo sería inviable si no existieran los secretos, y seguro que es cierto, pero la razón es que no hemos sido educados para ac...

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Saber siempre es mejor que no saber, porque ayuda a percibir dónde residen las incógnitas y por tanto es una vía segura para despejarlas. Ojos que no ven, corazón que no siente, solemos decir, pero el corazón no suele necesitar a los ojos para sentir que algo va mal, que ya nada volverá a ser lo mismo. Quien prefiere no saber está traicionando a su propia naturaleza humana, un tejido hecho de curiosidad, indagación y descubrimiento. Los sociólogos dicen que la vida en grupo sería inviable si no existieran los secretos, y seguro que es cierto, pero la razón es que no hemos sido educados para aceptar con naturalidad que la gente miente y que nunca llegas a conocer a nadie por más que duermas con él. Saber siempre es mejor que no saber.

Pero hay cosas que nunca sabremos. Hace poco, una teoría extendida sostenía que la deplorable gestión de la pandemia sentenciaría el final de Donald Trump. Después del espantoso asalto al Capitolio que todo el planeta ha presenciado en directo, cabe dudar de que la crítica racional a la actuación de Trump contra el coronavirus haya sido un factor de peso en su derrota electoral. El individuo bicorne de torso velludo que ha capturado la atención de los fotógrafos y sus compañeros de asalto al Capitolio no están familiarizados con el concepto de verdad, y parecen creer realmente que un contubernio internacional y pederasta les ha robado las elecciones. Visto lo cual, ¿qué demonios les va a importar lo que haya hecho Trump con un virus que según ellos no existe?

¿Sabremos algún día qué influencia ha tenido la pandemia en la derrota de Trump? No es probable. La demoscopia podría elaborar estadísticas preguntando a la gente si eso influyó en su voto, pero los encuestados suelen mentir como bellacos ante ese tipo de interrogantes, ya sea por ignorancia o mala uva. Lo que lleva a un ciudadano a meter su voto en una urna es una cuestión de una complejidad disuasoria y ni siquiera el sujeto dispone de una explicación verosímil de su propio comportamiento. Algún día, cuando descifremos el funcionamiento del cerebro, esos prodigios serán abordables, pero ese día no ha llegado aún.

Más preguntas difíciles de responder. ¿Cuántos infectados y cuántos muertos del próximo mes serán adjudicables a la relajación navideña de las medidas de protección? Tener ese dato sería interesante, no ya para atribuir responsabilidades a los políticos que han ignorado el consejo casi universal de los científicos de cancelar las navidades, sino sobre todo para corregir los errores que nos conducen a esas muertes evitables. ¿Ha merecido la pena el empeño en salvar la campaña de Navidad de los comercios y la hostelería? Cabe suponer que no, puesto que los comerciantes y hosteleros se siguen quejando con frenesí. Pero ¿cómo se mide eso? Ya hay acciones judiciales por la pérdida de vidas, y es seguro que habrá más, pero ¿qué clase de evidencia convencerá a un juez?

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