La vacuna china
Pekín presentará pronto los resultados de sus fármacos. Su inversión ha sido enorme
Puestos a echar carreras a ver quién llega primero a la vacuna anticovid, solo hay una predicción cierta: que los ganadores nunca van a ser Pfizer, Moderna ni AstraZeneca, sino China. Siempre ha sido China. Mientras que las vacunas occidentales están aún solicitando los permisos de los reguladores, que no van a llegar de martes a jueves, la primera vacuna china fue inyectada a la viróloga y general de división Chen Wei y a otros seis científicos militares el 29 de febrero, cuando en España todavía creíamos que el SARS-CoV-2 era una de esas extravagancias orientales que jamás arañarían la coraz...
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Puestos a echar carreras a ver quién llega primero a la vacuna anticovid, solo hay una predicción cierta: que los ganadores nunca van a ser Pfizer, Moderna ni AstraZeneca, sino China. Siempre ha sido China. Mientras que las vacunas occidentales están aún solicitando los permisos de los reguladores, que no van a llegar de martes a jueves, la primera vacuna china fue inyectada a la viróloga y general de división Chen Wei y a otros seis científicos militares el 29 de febrero, cuando en España todavía creíamos que el SARS-CoV-2 era una de esas extravagancias orientales que jamás arañarían la coraza del mundo libre. Según informa Jon Cohen para Science, Chen ya era una heroína nacional por su investigación en vacunas del ébola, y acudió con su equipo a Wuhan, el epicentro de la pandemia, para ayudar al desarrollo del producto anticovid que preparaba CanSino Biologics, “la vacuna china”. Chen y su equipo se inyectaron la vacuna en su calidad de personal de emergencia. Así que no hay carrera, amigos. Los chinos ya la ganaron hace ocho meses, aunque sin nota de prensa, cobertura mediática ni autorización oficial. A la pekinesa.
CanSino —sé que suena ridículo en español, pero dejemos los chistes malos para otro momento— y otras dos compañías estrechamente asociadas a la autoridad de Pekín se han volcado en el desarrollo de vacunas anticovid en un esfuerzo similar a la Operation Warp Speed (operación rapidísima) que Donald Trump lanzó en Estados Unidos para acelerar el desarrollo de esos fármacos, financiada con 9.000 millones de euros. Están probando cuatro candidatos a vacunas en decenas de miles de voluntarios de 15 países, y los expertos esperan que anuncien sus resultados en las próximas semanas, antes de que disipe la estela de los tres fármacos occidentales, siempre según Cohen.
La “vacuna china”, o al menos tres de los cuatro candidatos que se están probando, tiene un problema paradójico. El propio éxito del país en contener la pandemia ha dejado una tasa de nuevos infectados tan baja que no es nada fácil conseguir unos números estadísticamente significativos. Es justo lo contrario que ha pasado en Estados Unidos, donde el tsunami de la propagación del virus ha generado esas cifras con más rapidez de la esperada. La estrategia china, por otro lado, se basa en una tecnología arcaica, atenuar o inactivar el coronavirus e inyectarlo sin más.
El propio éxito de China en contener la pandemia ha dejado una tasa de nuevos infectados tan baja que no es nada fácil conseguir unos números estadísticamente significativos
Pekín tiene acuerdos con 15 países, sobre todo del mundo árabe, pero también en selvas amazónicas tan pseudocientíficas como el Brasil de Bolsonaro. China no tiene en realidad una necesidad urgente de la vacuna, dado el éxito de su protocolo de pruebas y cuarentenas, y su interés es más bien situarse como un agente global en el desarrollo de vacunas, el tipo de potencia científica con la que el mundo tendrá que contar para resolver esta pandemia y las que hayan de venir. La estrategia no difiere mucho de la que Pekín está estimulando en matemáticas, comunicaciones y física cuántica. Bienvenida sea la virología a ese esquema de desarrollo.
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