Reinfectados, el gran enigma de la pandemia
La aparición de tres casos de recontagio despierta dudas sobre cómo funcionarán las vacunas, aunque la noticia no es necesariamente negativa
La aparición de los primeros casos en los que una persona que pasó el coronavirus se contagia de nuevo no han sorprendido a los científicos. Ayer, la Universidad de Hong Kong anunció que los análisis genéticos de un equipo de sus investigadores habían confirmado que un paciente de aquel territorio que se había contagiado con una cepa del virus en abril volvió a infectarse de otra en agosto después de viajar a España. En Países Bajos y en Bélgi...
La aparición de los primeros casos en los que una persona que pasó el coronavirus se contagia de nuevo no han sorprendido a los científicos. Ayer, la Universidad de Hong Kong anunció que los análisis genéticos de un equipo de sus investigadores habían confirmado que un paciente de aquel territorio que se había contagiado con una cepa del virus en abril volvió a infectarse de otra en agosto después de viajar a España. En Países Bajos y en Bélgica también se han anunciado dos casos más, aunque, como en el caso de Hong Kong, los resultados aún no se han publicado en revistas científicas. A falta de disponer de más datos y de saber si se trata de casos excepcionales o son algo frecuente, estas son algunas de las conclusiones que se pueden extraer de estas primeras reinfecciones.
¿Es una mala noticia?
No necesariamente. Otras infecciones respiratorias, como los catarros que producen otros coronavirus, pueden repetirse varias veces, y que el SARS-CoV-2 tuviese este comportamiento entraba dentro de las previsiones. Por el momento, se trata de casos excepcionales después de millones de infecciones en todo el mundo, pero incluso si la inmunidad desciende con el tiempo, la buena noticia es que tanto en el paciente de Hong Kong como en el de la belga la segunda infección fue mucho más leve que la primera. En el caso del enfermo chino, fue totalmente asintomática. Entre las malas noticias estaría que, según ha apuntado el virólogo belga Marc Van Ranst, se esperaba “que el tiempo entre dos infecciones hubiera sido más largo” que los tres o cuatro meses de los casos estudiados.
¿Es probable que las reinfecciones sean frecuentes?
“Parece que no es un evento muy común hasta ahora. Si lo fuera, las cifras de infectados serían mucho más altas, sobre todo entre personas que han estado en contacto con infectados, como los sanitarios, donde se ha visto que no han repetido la enfermedad”, apunta María Montoya, jefa del grupo de Inmunología Viral del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CSIC). No obstante, “si la reinfección se debe a que la inmunidad generada en la primera infección ha decaído, a partir de ahora empezamos a ver más reinfecciones”, añade.
¿Qué significaría una reinfección habitual para el desarrollo de vacunas?
Federico Martinón-Torres, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Clínico Universitario de Santiago y experto en vacunas, advierte que en primer lugar es necesario “esperar y ver si se producen más casos o se trata de algo excepcional”. Si las defensas de las personas que han pasado la enfermedad decaen con el tiempo, significaría que la vacuna “tendría una duración limitada y habría que revacunar”, como sucede con muchas de las vacunas que se utilizan en la actualidad.
Pero que la inmunidad decaiga con el tiempo y no impida una nueva reinfección no significa que nos deje desprotegidos. Si los casos de Hong Kong y Bélgica fuesen la norma, las vacunas podrían no hacer desaparecer el coronavirus, pero reducirían drásticamente su impacto, como hacen muchas otras vacunas. “Un efecto importante de las vacunas es la protección frente a la transmisión de la enfermedad a otros”, apunta Martinón-Torres. “Esto es algo que sucede con la vacuna conjugada del neumococo, que produce protección colectiva, impide que el sujeto transmita la enfermedad a otros”. En el caso del coronavirus, esto no sería posible, al menos a largo plazo.
Sin embargo, uno de los efectos más relevantes de las vacunas que ya utilizamos es la protección frente a formas graves de las enfermedades. “Con la vacuna de la gripe no evitas tener la enfermedad, pero se evitan las formas más graves”, explica. La vacuna del rotavirus, que produce formas peligrosas de gastroenteritis en los niños, no bloquea la enfermedad, pero sí la hace más leve. La forma de respuesta del sistema inmune que se puede intuir a partir de estos casos aislados sugiere que las vacunas contra el coronavirus no harían desaparecer la enfermedad, pero la harían más leve.
¿Hace imposible la inmunidad de grupo?
La aparición de personas que se reinfectan dificultaría la llegada a una inmunidad de grupo duradera, tanto a partir de la protección que ofrece haber pasado la enfermedad como de la que generan las vacunas. No obstante, aún no se sabe cuál es la capacidad de contagiar a otros que tendrían los que se infectan por segunda vez. En algunos estudios con coronavirus del catarro, se ha visto que después de la primera infección, el tiempo en que un paciente produce virus y la cantidad se reducen. Además, aunque el virus siguiese saltando de unas personas a otras y no se produjese inmunidad de rebaño, el que la enfermedad fuese cada vez más leve produciría un efecto parecido desde el punto de vista social.
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