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El Chile de la izquierda que se ordena tras Jeannette Jara

La exministra del Trabajo, que representa a un bloque de nueve partidos, tiene un apoyo similar al de Boric, de un 28%. En su discurso le habla a los chilenos cuyo sueldo no les alcanza para llegar a fin de mes

Jeannette Jara
Ana María Sanhueza

Hasta la veda de las encuestas —la ley chilena prohíbe divulgarlas en los 15 días previos a la elección—, la candidata presidencial del bloque de la izquierda más la Democracia Cristiana, la militante comunista Jeannette Jara (Santiago, 51 años), promediaba un 28% de los apoyos. La cifra es casi similar al respaldo casi incombustible del presidente Gabriel Boric, que suele oscilar entre 28% y 30% (en su peor momento estuvo en 22% y en el mejor, en 35%). Pero está lejos todavía del 38% del respaldo que la izquierda dio, en el plebiscito de septiembre de 2022, a la propuesta —fallida— de nueva Constitución que impulsó ese sector.

Según la encuesta Pulso Ciudadano, de Activa Research, presentada un mes antes de la elección de este domingo, el 78,3% de los chilenos que apoyan a Jara aprueba al Gobierno de Boric. Y el 62,6% de sus adherentes se identifica con la centroizquierda, mientras que un 22,7% se autodefine como “sin posición política”.

La administradora pública, abogada y magíster en gerencia pública de 51 años, va primera en los sondeos. Pero es casi un hecho que pasará a segunda vuelta y, lo más probable, es que sea con el republicano José Antonio Kast, de la derecha radical y conservadora. Parte de la campaña del ultra es apelar en forma negativa a sus vínculos con Boric, pues fue su ministra del Trabajo. “Jara es Boric y Boric es Jara. Nada de lo que diga o haga podrá cambiar eso. Es la continuadora de un Gobierno fracasado”, dijo este martes por la tarde ante sus partidarios en su cierre de campaña en el recinto Movistar Arena. Jara estaba en la misma actividad, pero en la Plaza de Maipú: “Chile no se cae a pedazos; es un gran país”, enfatizó ante sus simpatizantes.

Jara lideró la cartera del Trabajo de Boric entre marzo de 2022 y abril de 2025: renunció para iniciar su camino a La Moneda. En ese ministerio lideró iniciativas que hoy luce en su campaña y que benefician a los chilenos más vulnerables. Entre ellos, el alza histórica del salario mínimo a 500.000 pesos chilenos (poco más de 500 dólares) y la reforma de pensiones. También sacó adelante la ley que reduce la jornada laboral a 40 horas semanales de trabajo.

Jeannette Jara en Valparaíso, Chile, el 13 de noviembre 2025.Foto: Rodrigo Garrido (Reuters) | Vídeo: Agencias

Hoy Jara le habla, precisamente, a gran parte de esos chilenos: propone una reforma a la salud pública, la expansión de la sala cuna universal y el derecho a la vivienda digna. Su programa y discurso están enfocados en quienes cada día se levantan a las 6.00 y van en micro a trabajar, repite. “Vamos a hacer que cada familia chilena pueda llegar tranquila a fin de mes. Ese es mi compromiso, ese es mi sello. Dignidad, trabajo decente y buenos salarios, por eso vamos a impulsar el salario vital”, dijo el martes en Maipú.

Hace una semana, la candidata contó por sus redes sociales que preguntó a sus seguidores si se acordaban de su primer sueldo. “Muchas respuestas fueron parecidas. El dinero no alcanza y cuesta llegar a fin de mes”. Luego reiteró su promesa de campaña: que el ingreso vital de los trabajadores llegue a los 750.000 pesos (unos 795 dólares).

Para ese relato, su historia personal ha sido clave e identifica a esos votantes: creció en la población El Cortijo, en el municipio de Conchalí, al norte de Santiago. Y junto a sus padres, una dueña de casa y un mecánico automotriz, y sus cuatro hermanos, vivió periodos de pobreza. Incluso, de allegados en la casa de una familiar. Lo recordó en el cierre de su campaña este martes: “Jamás imaginé que iba a ser candidata a la Presidencia de la República. No porque creyera que no me la podía, sino porque es poco habitual que alguien que viene de El Cortijo llegue a abrir las puertas de la casa de Gobierno”.

Pero también, como todas las candidaturas, tiene a la seguridad, el crecimiento económico y el control de la migración irregular, entre sus prioridades. “No queremos el odio, no queremos discriminación, no queremos que se use el legítimo miedo de las familias a ser asaltadas como herramienta de campaña”, dijo. Y agregó: “En mi Gobierno habrá mayor seguridad en los barrios” y también “un enfoque preventivo”, ha dicho. También propone levantar el secreto bancario para que la Fiscalía siga la ruta del dinero del crimen organizado.

La aspirante tiene un gran desafío por delante: buscar apoyos nuevos que la ayuden a ganar al candidato de la derecha con quien pase al balotaje, el 14 de diciembre. El contexto, sin embargo, es complejo: la última encuesta del Centro de Estudio Públicos (CEP) mostró que hoy un el 24% de los chilenos se identifica con la derecha, su mayor histórico; un 36% con el centro y un 20% con la izquierda.

Esta elección, además, tiene varias particularidades que hacen que el escenario sea de incertidumbre, en especial, para la izquierda. Por ejemplo, es la primera presidencial que se realiza con voto obligatorio e inscripción automática, lo que implica que unos cinco millones de electores nuevos,

También, es primera vez desde el retorno a la democracia, en 1990, que la izquierda se enfrenta a tres derechas competitivas: dos radicales, la de Kast y la del libertario Johannes Kaiser, y otra tradicional, con Evelyn Matthei. Pero hay otra singularidad. Aunque Jara está arropada por nueve partidos, su militancia comunista, una colectividad marxista leninista y que cree en la dictadura del proletariado, ha provocado un dilema político en parte de la centroizquierda moderada. Gran parte la apoya, pero hay otra que no se atreve a dar el paso. Esto, pese a que su programa enarbola los valores del sector, como “una sociedad justa” y su respaldo a las libertades individuales: ha dicho que, de llegar a La Moneda, respaldará el proyecto de aborto sin causales que impulsa el Gobierno de Boric.

Hasta Jara, en 35 años el Partido Comunista (PC) no había logrado opción presidencial competitiva. Pero, curiosamente, es el PC el que ha hecho mayor ruido e incomodado su candidatura en distintos momentos de la campaña. Y ese hecho también ha sido parte del dilema político de algunos chilenos, entre ellos, el exministro de Hacienda de Boric, Mario Marcel. Si bien le dará su voto —“porque la conozco como persona y porque me tocó trabajar con ella”—, dijo a este periódico que lo hará “con una aprensión: el rol del PC en un eventual Gobierno suyo”. Otra de las voces que reflejan la situación es la de Ernesto Ottone, doctor en Ciencias Políticas, ensayista de centroizquierda y quien fue jefe de asesores del mandatario socialista Ricardo Lagos, (2000-2006): “No se puede ser comunista y demócrata”.

Pero Jara, por sobre su ideología, fue quien dio la gran sorpresa a finales de junio, cuando ganó ampliamente las elecciones primarias del oficialismo y se impuso con el 60% a la socialdemócrata Carolina Tohá. Hoy el sector de Tohá la respalda.

La candidata ha insistido en que representa a un bloque amplio y ha dado señales para conquistar a esos votantes de centro y a los no ideologizados, que necesitará, sobre todo, en un eventual balotaje. Y ha anunciado que, de ser electa, dejará su militancia.

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Sobre la firma

Ana María Sanhueza
Es periodista de EL PAÍS en Chile, especializada en justicia y derechos humanos. Ha trabajado en los principales medios locales, entre ellos revista 'Qué Pasa', 'La Tercera' y 'The Clinic', donde fue editora. Es coautora del libro 'Spiniak y los demonios de la Plaza de Armas' y de 'Los archivos del cardenal', 1 y 2.
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