“Todavía lloro mientras duermo”
Si exmilitares como Miguel Krassnoff están presos no es porque “no caen bien políticamente”, como dice Johannes Kaiser sino porque torturaron y asesinaron a hombres y a mujeres porque no estaban de acuerdo con sus ideas

El candidato a la presidencia Johannes Kaiser (Partido Libertario) declaró que si lo eligen presidente, él indultará a Miguel Krassnoff, exmilitar condenado por crímenes de lesa humanidad. Y enseguida dio la razón por la cual lo indultaría: “Usted no puede tener gente de 80 y 90 años pudriéndose en una cárcel, queriendo mezclarlos con delincuentes comunes solamente porque a usted no le caen bien políticamente”. Enseguida afirmó que él le pondría “un punto final a 73-90”, refiriéndose al período 1973-1990, los años de la dictadura militar.
Miguel Krassnoff no está condenado a mil años de prisión por razones políticas sino por múltiples crímenes: secuestro, violación, tortura y desaparición.
Durante la dictadura militar miles de personas fueron sometidas a las más bárbaras torturas.
Una vez vuelta la democracia, la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, creada durante el gobierno de Ricardo Lagos, recogió, entre muchos otros, los siguientes testimonios de las víctimas: “Me rompieron las fibras del ano al meterme objetos contundentes”. “Perdí la visión del ojo derecho por golpes de metralleta”. “Me aplicaron el ‘teléfono’, golpes al unísono en ambos oídos, reventándome el derecho”. “Me fueron arrancando las muelas sin anestesia”. “Me colgaron de los pies, me hacían comer excrementos y agarraban del cuello delante mío a mi hija de nueve meses diciéndome que la iban a matar”. “Me molieron los riñones con los golpes y aún tengo secuelas”. “Me golpearon tanto que perdí la memoria y la visión”. “Nos hicieron desnudarnos, pasando una barra entre los codos y la parte trasera de las rodillas, la sensación era de descuartizamiento”. “Me deshicieron los testículos con la corriente”. “Tengo huellas de quemaduras de cigarro en todo el cuerpo”. “Me destruyeron la vagina, no pude defecar sin dolor durante años”. “Me dejaron ahí y se me gangrenó una pierna”. “Me tuvieron que extirpar el útero y los ovarios por hemorragias internas”. “Hoy tengo una afección cardíaca producto de la corriente que me aplicaron”. “Entonces uno de ellos se bajó los pantalones y sacó su pene y me obligó a que se lo tenía que enderezar con mi boca. Después vino el otro y el otro. En total fueron tres milicos que tuve que enderezárselo, el último se fue en mi boca, no sé quienes fueron o cómo eran porque estaban encapuchados”. “Quedé con un terror que nunca se me fue, paranoia, claustrofobia, angustia”. “Sigo reviviendo una y otra vez lo que padecí en esos días”. “Todavía lloro mientras duermo”.
Si exmilitares como Miguel Krassnoff están presos no es porque “no caen bien políticamente”, como dice Johannes Kaiser sino porque torturaron y asesinaron a hombres y a mujeres porque no estaban de acuerdo con sus ideas, no les “caían bien políticamente”.
Más de mil personas fueron asesinadas y desaparecidas en las cárceles secretas. Y aún, hoy, después de tanto tiempo y estando en prisión, estos exmilitares que Kaiser quiere indultar, no se avienen a decir dónde están los restos de los detenidos desaparecidos.
Que un candidato a la presidencia de Chile se refiera a hechos que han dejado una profunda herida en nuestro país, con esa falta de humanidad, es tan inexcusable como peligroso.
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