Inolvidable Lenka
No fue la primera comunicadora chilena, pero sí la primera en dedicarse al complejo mundo político, sin perder su vocación por la literatura, los temas culturales y la política internacional
Solo Pablo Neruda podía describirla como lo hizo en su discurso fúnebre: Lenka Franulic, era “presencia de mujeres y lección para un millón de hombres”.
Es, sin duda, el mejor resumen de la vida y obra de la primera mujer galardonada con el Premio Nacional de Periodismo. Su ceremonia de despedida en el Cementerio General, en mayo de 1961, convocó desde Jorge Alessandri, el Presidente de la República, a Neruda, el Nobel de Literatura. Conmovió igualmente a miles de chilenos. Lenka Franulic, que comenzó como secretaria de Redacción en la revista Hoy de Ismael Edwards Matte, demostró que podía sobresalir en el periodismo con profundidad, alto nivel y una redacción de calidad.
No fue la primera comunicadora chilena, pero sí la primera en dedicarse al complejo mundo político, sin perder su vocación por la literatura, los temas culturales y la política internacional. La suya fue una brillante irrupción en un terreno casi exclusivo de hombres. Hernán Millas anotó que las mujeres periodistas eran contadas, “sólo una para la página de Vida Social y no se entendía que pudiera trabajar en otra sección. En El Peneca, por tratarse de una revista para niños, cabría una mujer, Roxane (Elvira Santa Cruz); en Ecran, dedicado al mundo del cine, se aceptaba a una mujer, María Romero, y hasta una segunda, Marina de Navasal, pero eso era suficiente".
Fue también una gran maestra. Tenía la ventaja de haber estudiado en el Instituto Pedagógico, pero su gran fortaleza como profesora de Periodismo era la experiencia acumulada en Hoy, en Ercilla y en radio. Ese era su mejor bagaje cuando llegó a la recién creada Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. Ninguno de los profesores había estudiado periodismo. Era, sin embargo, una generación que creía firmemente en la necesidad de “dignificar” el oficio. Desde el Círculo de Periodistas que presidía Juan Emilio Pacull, impulsaron simultáneamente el Colegio de Periodistas.
“Formación ética”
La meta era ambiciosa. Lo dijo Ernesto Montenegro, el primer director de la Escuela de la Universidad de Chile: “Algunos viejos profesionales dicen que la idea de convertir en periodistas a todos los que aspiren a serlo es absurda, pues el buen periodista es el que se ha formado en la libre competencia... Una escuela universitaria tiene otros objetivos. En tal escuela se puede afinar el instrumento capital del periodista, que es la pluma; o para hablar con mayor propiedad, su capacidad, la precisión y eficacia que debe tener el estilo periodístico... Una Escuela de Periodismo bien programada une la formación técnica con la intelectual. La inteligencia del periodista, robustecida con un bagaje de conocimientos, le habilita para juzgar con más certeza y para criticar con más justicia. También permite acceder a una formación ética. El alto periodismo debe ser una escuela de integridad moral, de respeto por la verdad, de urbanidad y tolerancia bien entendida”.
Este noble objetivo se puso en marcha en 1953 gracias a una pléyade de entusiastas periodistas-profesores: el propio Ernesto Montenegro, Ramón Cortez, el segundo director; el corresponsal de Time, Mario Planet, Juan Honorato, Abelardo Clariana…. y Lenka. Entre los primeros profesores no había solo periodistas. Con la idea de entregar una amplia visión cultural, se incorporó un conjunto de intelectuales de excepción: el diplomático Manuel Bianchi Gundián, el científico Juan Morales Malva, el doctor y escritor Juan Marín, el historiador Leopoldo Castedo.
Se consideraba un honor y un privilegio contribuir a la formación de periodistas. En esta tarea, Lenka jugó un gran papel. Cuando corregía un trabajo, anotaba con letra pulcra sus observaciones. Es lo habitual, pero ella era insuperable.
Una cualidad de Lenka Franulic fue su tenacidad. Gracias a ella pudo terminar la enseñanza media cuando el límite para las mujeres era el penúltimo curso. Apeló y logró que la admitieran en el sexto de Humanidades en Antofagasta.
Algo parecido ocurrió a su llegada a Ercilla:
“La mujer se casa, tiene hijos y debería dejar pronto el periodismo”. Se dice que Manuel Seoane, director de la revista en 1944, rechazó rotundamente su presencia. El periodismo no era para cualquiera, menos para una mujer. Ella no se amilanó: “Es verdad que soy mujer, pero no soy casada ni tengo hijos, y además puedo probar que soy capaz de cualquier cosa”,
Andrea Vasconi Roca, autora de una tesis sobre Lenka Franulic dirigida por Irene Geis, señala: “Hay una constante en sus artículos y es la temática relativa a la mujer… siempre mencionaba a la mujer, citaba nombres o ejemplos de situaciones vividas por mujeres famosas. Lenka incorporaba al género femenino en cada una de las notas que escribía”,
No fue, obviamente, su única preocupación. Una parte importante de su trabajo consistió en las entrevistas en Ercilla, realizadas en Chile y en el mundo. Larga es la lista: Eleanor Roosevelt, el mariscal Tito, Juan Domingo Perón, Fidel Castro, Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, Nicolás Guillén, Anastasio Somoza, André Malraux, Salvador Dalí y Thomas Mann. En Chile realizó igualmente notables entrevistas.
El reportaje interpretativo
La revista Time introdujo lo que se consideró un nuevo género periodístico: la interpretación. Ismael Edwards Matte, fundador de Hoy, era un admirador de Time, aunque tenía un estilo periodístico muy personal, más cercano a la opinión. Según la tesis de Andrea Vasconi, Lenka, en cambio, demostró “su capacidad para integrar los conocimientos literarios y de cultura general que poseía, con cualquiera de los hechos y situaciones acerca de los que opinaba. La elección de este estilo, consciente o no de ello, es lo que le permitió aprovechar al máximo sus conocimientos en determinadas materias y aplicarlas con la misma certeza a cualquier tópico que tuviese que enfrentar”.
En un análisis complementario realizado por los estudiantes de la UDP Verónica Díaz, Lorena Palma, Tamara Pardo y Rodrigo Rojas, se plantea que su “capacidad de realizar detenidas y exhaustivas investigaciones le permitió narrar la vida de personajes de manera completa. Gracias a una de sus mejores armas, el conocimiento del inglés pudo realizar entrevistas a destacados angloparlantes. Su trabajo se complementaba también con el uso de un lenguaje cercano a la gente, que llegaba directamente al lector, aunque se tratara del intelectual más erudito o el campesino más simple”.
A menudo se la comparó después de su muerte, con la famosa periodista italiana Oriana Fallaci. Pero lo suyo era el reportaje de fondo, sobre la base de reporteo, documentación y observación personal, más allá de la pura información.
Por algo, una de sus frases que más recuerdan quienes fueron sus alumnos es una admonición categórica: “Nunca hay que dejar de preguntar”.